Entrevistas
Pierfrancesco Favino: "Nuestro trabajo no es mostrar nuestras ideas, sino contar lo importante que hay en cada historia"
El actor es el protagonista de 'El buen italiano', la película ambientada en la Segunda Guerra Mundial que llega a los cines tras inaugurar el pasado Festival de Venecia
Es una de las caras del cine italiano más reconocidas internacionalmente. Además de trabajar con los grandes exponentes de la industria de su país, Pierfrancesco Favino sabe lo que es ponerse bajo las órdenes de Ron Howard, Spike Lee o Shawn Levy. El reconocimiento mundial lo tiene, y en este último Festival de Cannes se corroboró. Allí formó parte del jurado liderado por Greta Gerwig. Ahora llega a los cines españoles 'El buen italiano', la película encargada de abrir la pasada edición del Festival de Venecia tras retirarse 'Challengers' del certamen. En la cinta, titulada originalmente 'Comandante' y dirigida por Edoardo de Angelis, recupera la figura de Salvatore Todaro, el cual se le encargó ponerse al mando del submarino Cappellini de la Marina Real Italiana durante la Segunda Guerra Mundial. En las aguas del Atlántico, disparó y hundió un barco mercante, tomando la decisión posterior de salvar a sus 26 tripulantes belgas, poniendo en riesgo su propia vida y la de sus hombres. Hemos tenido la ocasión de hablar con el actor sobre este trabajo y su particular protagonista.
Este es un personaje que salva a sus enemigos en plena guerra. ¿En qué medida este mensaje apela a la actualidad en la que vivimos?
Espero que muchísimo, pero no estoy seguro. Empezamos la película cuando no se había iniciado la guerra entre Rusia y Ucrania, luego han llegado otras…. Nosotros intentamos hablar de la locura que es la guerra, la cual continúa, y es por eso también que creo que es importante ver la película. Cuando la rodábamos, pensaba que nosotros no conocemos la guerra como los hombres que sí la han conocido. Lo que es bueno o malo para nosotros no puede ser igual para ellos. Por eso lo que me gustó muchísimo de la historia es que la libertad de desobedecer de este hombre es muy importante. En cualquier parte del mundo tenemos comandantes que pueden desobedecer una y otra vez y poner la vida humana por encima de todo. Espero que ese sea el mensaje de la película.
Como actor, ¿es difícil separar los ideales del personaje de su faceta de héroe?
Creo que un actor hace esto siempre. Javier Bardem dice que "somos abogados de los de los personajes que hacemos". Cuando acepté el papel sabía que era un hombre que políticamente tomó ciertas decisiones. Sería más fácil contar la historia de un hombre que decidió ir contra el fascismo. Aunque considero que hay mucha esperanza en contar la historia de un hombre con sus ideas políticas y que frente a las condiciones con las que se topó, decidió desobedecer. Mis ideas políticas o éticas son las mías, ni soy comandante, ni viví en 1942. He hecho de mafioso, de gánster, de anarquista, policía, etc. Nuestro trabajo no es mostrar nuestras ideas, sino contar lo importante que hay en cada historia como en este caso. Me gusta mucho ponerme en condiciones difíciles frente a mis ideas, también para reforzarlas.
¿Hay alguien a quien recomendarías esta película en especial?
No creo que haya un público predilecto. Lo que sí veo es que actualmente hay muchísima violencia en el mundo. Y no hablo solo de las guerras, también de la idea de estar los unos contra los otros, tanto en Instagram como en la calle. Yo la siento muchísimo. Aquí se habla de violencia porque hay una guerra, y la guerra es violenta. Una de las lecciones de la película es que si nosotros no nos ayudamos, no estamos unidos y no hacemos cosas los unos por los otros, no habrá esperanza.
¿Qué fue lo más costoso a la hora de trabajar en esta producción?
Físicamente fue una película muy difícil porque pasamos muchas horas el mar, de noche y con frío. Hice entrenamiento antes de empezar que me enseñó y gustó muchísimo. Me hizo entender muchas cosas de la manera de pensar de este hombre. Fue muy complicado intentar comprender todos los niveles de este personaje porque es como un prisma: sale luz de un lado y se transforma. Ha sido un misterio también para la gente que lo conocía. Es un hombre que ha continuado mostrando aspectos de su vida y de su carácter hasta después su muerte. Se ha descubierto por ejemplo que hablaba farsi. Creo que lo más difícil para mí fue comprenderlo por un lado y dejarlo libre para que los propios espectadores lo descubrieran.
Esta película es un género que acostumbra a verse más en Hollywood. A día de hoy, ¿El cine europeo tiene algo que envidiar al cine que se hace en Estados Unidos?
No, porque nosotros tenemos una manera de contar historias diferente. A lo que lo que tengo un poco de miedo es que nosotros vayamos a perder nuestra forma de narrar porque intentemos imitar sin el dinero que ellos tienen. Es normal que el público esté acostumbrado a ver películas increíblemente espectaculares. Pero si pienso en historias similares a 'El buen italiano', la mejor que he visto es la cinta alemana 'El submarino' (1981), donde no había explosiones, pero es donde podemos comprender mejor la condición humana de una tripulación en ese tipo de situación. Estoy convencido de que nosotros tenemos una manera de la contar historias más interesantes. Y lo que me preocupa es que empezamos todos a contar las historias con el mismo estilo. Veo una vivacidad del cine europeo que me gusta muchísimo y del que me siento que formo parte.
Un rodaje es como la tripulación de un barco o un navío. Requiere de un buen capitán para llegar a su destino. A lo largo de tu carrera, ¿has dado con buenos comandantes en los rodajes?
He tenido muchísima suerte porque he encontrado buenos capitanes y comandantes que me han mostrado lados de la vida en el trabajo. Hay películas que han cambiado mi carrera, pero que han cambiado también mi manera de ver el cine. El trabajo hecho junto a Marco Bellocquio, o Gianni Amelio, o también con jóvenes con menos experiencia, pero con una visión del cine interesante. Con Andrea Di Stéfano, Gabriele Mucino, Stefano Sollima. He tenido muy buena suerte también en teatro o con directores de películas para televisión que hice cuando empecé y que me enseñaron muchísimo. Es siempre como un nuevo viaje. Lo que veo es que cuanto más trabajo, más están en juego mis inseguridades, lo que considero bellísimo. Creo que esto es algo que me viene de las personas que he conocido y los encuentros que he tenido. Hay aspectos de nuestro trabajo que parecen ser capitales y no lo son. Por ejemplo, que el éxito es tener el reconocimiento y solo lo que uno gana. Para mí un actor es como un pintor como un músico. Es como si trabajara para conseguir su panoplia de colores y su paleta de cromática, o la poca estridencia o la simplicidad del sonido. Sin embargo, esto es un aspecto muy íntimo del trabajo del cual no se habla abiertamente, o se habla muy poco.
Has sido miembro del jurado del pasado Festival de Cannes. ¿Cómo ha sido la experiencia y qué lección te has llevado después de haber estado allí?
Ha sido una experiencia increíble, un auténtico privilegio y un honor. Me gusta muchísimo el cine, me gusta muchísimo ir al cine como espectador. Es muy difícil ser parte de un jurado porque no creo que el arte se pueda juzgar, hay películas que me gustan y otros pueden detestar. Otras tienen un éxito increíble y a mí no me han gustado, y eso no significa que no sean buenas. Es lo mismo para todo el mundo. Al estar en ese lado, comprendí lo difícil que es decidir para un jurado quién puede ganar un premio. Me gustó muchísimo comprobar que Cannes es una liturgia del cine, como Venecia. Los festivales son muy importantes en este momento porque no tenemos que olvidar la relevancia que tiene el cine. Las películas dan la posibilidad de hablar sobre argumentos importantes y pueden cambiar la vida. En este momento estamos todos un poco distraídos, subestimamos el poder que tiene el cine para poder hablar y cambiar la sociedad. Pero dicho esto, también he de decir que me divertí muchísimo en Cannes, sobre todo con mi amigo Bayona.
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