Las comparaciones son odiosas. La semana pasada vimos una alfombra roja de los Globos de Oro deslucida por las ausencias y por el exceso de preocupación de las estilistas de que las estrellas sirvieran como

Publicidad

escaparate a las grandes casas de moda, por las ausencias y por el exceso de preocupación de las estilistas de que las estrellas sirvieran como escaparate a las grandes casas de moda, y presenciamos un desfile de tendencias acaparadas por los tonos pastel y los tejidos livianos. Lo que debía de haber sido esplendor y riesgo (there’s no business like show business) resultó en un enorme bostezo dominado por saltos de cama, con grandiosas excepciones que nos permitieron un poco de gozo y disfrute.

y en su alfombra roja hemos visto buenas demostraciones de lo que debe ser la moda “carpetera” (me apropio del neologismo inventado por Sofía Vergara hace unos años). Aunque estamos seguros de que Zendaya habría estado a la altura de las circunstancias, Michelle Yeoh, Viola Davis, Julia Roberts, Jannelle Monáe, Elle Fanning, Amanda Seyfried, Kate Hudson, Kerry Washington o Angela Bassett dejaron muy alto el listón de cara al resto de la carrera que debería culminar con el gran esplendor de los Oscar.

Tejidos lujosos, mucho brillo, grandes volúmenes, colas, volantes y siluetas arriesgadas pasearon delante de las cámaras, pero actrices más jóvenes como Sadie Sink, Thuso Mbedu, Phoebe Dynevor o Ayo Edebiri también demostraron que no hace falta vestir de actriz consagrada para lucir elegante y buscaron looks más adecuados a su edad.

La mejor vestida: Elle Fanning

Cuanto más lo miro, más me gusta. La joven actriz arriesga tanto en los papeles que escoge como en sus looks para asistir a estas ceremonias. En este caso arriesgó con un vestido color blanco roto de Alexander McQueen, con una silueta basada en los grandes trajes cortesanos del siglo XVIII en un tejido suntuoso de grandes flores blanco sobre blanco, escote asimétrico, con tirante grueso caído en el brazo derecho y cortes en la falda que dejaban ver la piel desnuda.

La peor vestida: Lily James

Me ha costado elegir una, pero al final la pobre Lily James, que tan espectacular y tan grande lucía de rojo en los Globos, se ha llevado este dudoso honor. Y no porque su Oscar de la Renta fuera feo, sino porque considero que tenía un grave problema de ajuste a la altura del torso. Daba la impresión de que no podía respirar, y la transparencia en negro revelaba el pecho aplastado formando dos antiestéticas formas debajo del vestido. De verdad, sufrí por ella.

Mención de Honor: Cate Blanchett

La echamos de menos la semana pasada y había gran expectación. Acostumbrados a que siempre figure entre las mejor vestidas, su aparición no fue un ¡guau! inmediato, ni por el color ni por el tejido, un drill de algodón en color topo. Compuesto de camisa con bolsillo en la pechera y falda larga entallada hasta el suelo en el mismo tejido y color, su conjunto de Max Mara recordaba a grandes figuras femeninas de principios de siglo como Eileen Gray o Renée Perle, musa del fotógrafo Jacques-Henry Lartigue. Pero su elección de estilo cobró más relevancia con su discurso tras recibir la estatuilla como mejor actriz, unas palabras en las que criticaba la “estructura patriarcal” de los premios de cine y ponía en valor la labor de todas las mujeres nominadas y que trabajan en esta industria, con trabajos que “dialogan unos con otros!. Brava.