José Prats recoge los éxitos de 'Adiós' mientras mira al futuro con "calma" y desarrolla ya dos nuevos cortometrajes en España

El talento español crece, viaja y explota cada vez con mayor vigor. Lo hemos visto estas semanas con la participación de 'Romería' y 'Sirat' en la Sección Oficial del Festival de Cannes y de todo el talento español, de Galoe a Gala Hernández, que ha pasado por el certamen. Un síntoma más del trabajo bien hecho por los profesionales de nuestra cinematografía en los últimos años. Quizá buena parte del germen se encuentre en los cortometrajes, candidatos incansables al Oscar año tras año y que han deparado numerosas alegrías a la industria. Es el caso de José Prats, director del cortometraje 'Adiós', uno de los grandes protagonistas españoles de la pasada temporada de premios. Un trabajo con el que ganó el Annie y logró una dificilísima nominación al BAFTA. Aprovechando su visita a los Premios Quirino, donde recibió un nuevo reconocimiento a su trabajo, charlamos, con calma y algo de perspectiva, con el director y guionista sobre el cortometraje, la intensa carrera de premios y el porvenir.

'Adiós' es un cortometraje que forma parte de la formación de máster de José Prats en la Escuela Nacional de Cine de Reino Unido. Una formación de dos años y un trabajo que nace mucho antes: "La historia está fuertemente inspirada en otra que escribí hace 8-9 años para un cortometraje de imagen real, no de animación, que se llamaba ‘El nido’. Era una historia de ciencia ficción sobre un padre que quería evitar que su hijo se marchara a vivir al extranjero. Retomando esa idea original y cambiándola de localización, de la ciudad al campo, y sumándole componentes personales y autobiográficos (como el tema de la caza o la casa de campo que teníamos en Yecla), surgió la producción final". Fue importante, sobre todo, la vinculación personal y el trasfondo que hizo crecer una historia "más creíble y más honesta".

El stop motion fue la técnica seleccionada para el cortometraje, "se podría haber hecho en 2D, en 3D y en imagen real, incluso, pero la luz que consigues en stop motion desde mi punto de vista es difícil de igualar", y para ello había tanto razones narrativas como prácticas. El cortometraje cuenta con poco diálogo, es "casi una colección de viñetas" describe Prats, pero donde "la iluminación, las texturas y los espacios son muy importantes y esta técnica aportaría la calidad y textura necesarias". Además, Prats decidió que las limitaciones que podía acarrear un cortometraje de escuela se convirtieran en ventajas. "Sabía que hacer una animación muy compleja con expresiones faciales iba a ser imposible", reconoce, "Nos venía bien aprovechar la limitación para reforzar la historia con lenguaje no verbal, miradas, gestos...". En cuanto a las razones prácticas, como el propio José Prats no es animador, "no animo mis propios cortometrajes", tenía claro que quería trabajar con un equipo de animadores: "Encontrar animadores 2D, como nos pasó en 'Umbrellas', iba a ser muy complicado. Sobre todo sabiendo que al ser una escuela de cine no podíamos pagar sueldos a los colaboradores, tenían que ser voluntarios. En cambio sabía que había mucho talento en stop motion en la escuela por despertar, hay muy buenos animadores de stop motion formándose ahora mismo. Encontrarlos era más viable".