El día que Indiana Jones me "secuestró" durante horas en el Festival de Cannes

Una de las películas más esperadas de los últimos años iba a tener su estreno mundial en Cannes. Se supone que ‘Indiana Jones y el dial del destino’ es la despedida definitiva (aunque en Hollywood prevalezca el sabio ‘nunca digas nunca jamás’) de Harrison Ford del arqueólogo aventurero, además con Phoebe Waller-Bridge como coprotagonista. Estamos hablando de, con suerte, entrevistar al héroe de mi adolescencia y la heroína de mi adultez. Trago en seco.

Con un mes de anticipación te asoman la posibilidad (que se siente como remota) de acceder a estas entrevistas de 18 minutos (hola, precarización de la profesión) en un grupo compartido con periodistas internacionales. Tratas de no hacerte ilusiones. Repito: ¡tratas!, y a solo tres días de esta actividad de prensa es cuando recibes la confirmación.

Aparte de la emoción (porque sí, eso emociona), hay que dedicarse a la penosa tarea de despejar el calendario. Dos días antes de las entrevistas tendrás que asistir a la proyección en privado de la película, en una sala al otro lado de Cannes, para la cual firmarás un embargo con sangre de unicornio. El visionado (no la sangre del bichito) es una condición sine qua non para poder acceder a la segunda fase, que consiste en sentarte frente al talent con tu grabadora para hacer preguntas, es decir, las entrevistas. Incluyendo el check in, la espera y el desarrollo de las rondas, calculo unas tres horas. Puede que acierte, puede que sean más.

Las peculiaridades del junket internacional