San Sebastián elige la relevancia y redondea un mes de septiembre dorado para el cine español

No es ningún secreto para cualquiera que haya transitado por el circuito español de festivales que San Sebastián custodia su sección Perlak como el tesoro más preciado. Las películas que llegan al Zinemaldia con el aval de Cannes, Berlín y Venecia son las más buscadas por el público y las que prioriza la prensa española que no suele cubrir el circuito internacional. Durante la semana larga que hoy concluye, no son pocos los compañeros que han antepuesto ver 'Emilia Pérez' o 'La sustancia' a alguno de los títulos -sobre todo los internacionales- que competían por la Concha de Oro en la sección oficial. El objetivo no era asistir a 'On falling', de la debutante Laura Carreira; ni siquiera a 'Mi única familia' de Mike Leigh o 'Cuando cae el otoño' de François Ozon, entre los veteranos. La meta era hacerse una composición de lugar de la temporada de estrenos que ahora arranca más que poder valorar la calidad de la competición.

Y en esa clave, ¿qué aporta la sección oficial donostiarra? Desde el festival siempre se asume la posición de San Sebastián como subalterno de los grandes, y se admite que la carrera por el máximo galardón se compone de cintas que, en muchas ocasiones, no han conseguido llegar a la Croisette o al Lido. Junto a ellas, varias de las producciones españolas más potentes del año y algunas óperas primas que ha descubierto el equipo de programación del Zinemaldia, a menudo fino en el uso de ese catalejo. Valga esta descripción para aventurar que toda Concha de Oro que no saliera de las dos últimas categorías -lo español potente y lo desconocido deslumbrante- haría caer al festival en una espiral de irrelevancia que se nutriría del homenaje hueco a los viejos maestros. Durante el último lustro, después de la inexplicable victoria de 'Pacificado' en 2019, Donostia ha optado por la relevancia.