Irene Iborra hace temblar a Annecy: "El foco no está puesto en los desahucios, sino en cómo la comunidad te puede salvar"

Aunque la realidad siempre estuviera ahí, para nuestra desgracia y fracaso colectivo como sociedad, la crisis financiera e hipotecaria de 2008 evidenció un fallo sistémico de nuestro ordenamiento social: no estamos realmente lejos de dormir en la calle. Los miles de desahucios que se sucedieron en nuestro país desde ese entonces no solo pusieron el foco sobre el fenómeno y sus desoladoras consecuencias, sino que también alumbraron iniciativas vecinales de resistencia contra el abandono político y la marginalización. En esa tradición de lucha se inscribe una película como 'Olivia y el terremoto invisible', dirigida por Irene Iborra, y que estos días se presenta a competición en el Festival de Annecy (Francia), el más importante para la animación en todo el mundo. Cuando la protagonista se entera de que su familia será desahuciada y ve a su madre caer en una profunda depresión, decide hacer creer a su hermano Tim que están viviendo una película, para ayudarle a llevar mejor su nueva realidad.

"Es una alegría inmensa y es muy emocionante. Personalmente, es muy importante porque hace justo veinte años me seleccionaron también con mi corto de estudiante, que fue con el que empecé a hacer stop-motion. Era 'Citoplasmas en medio ácido', que lo dirigimos a tres junto a David Gautier y Edu Puertas. Tanto tiempo después, estar en la Sección Oficial con un largometraje, es algo inmenso", explicaba la directora a Kinótico, apenas unas horas antes de que su película se viera por primera vez en el certamen galo. Y sigue, sobre el complicado proceso de financiación y coproducción del filme: "Esto empezó allá por septiembre de 2017. Ahí fue cuando negocié los derechos de autor para adaptar la novela de Maite Carranza, 'La película de la vida'. Al año siguiente nos dieron una ayuda de guion para la película y ahí fue cuando empecé a proponer el proyecto a otros productores. Para nosotros solos, como Citoplasmas, era inabarcable. Ahí fue cuando acudimos a Cornelius Films, Bígaro Films y Vivement Lundi en Francia. Ellos trajeron a Panique, desde Bélgica y, poco a poco, en este tiempo se fueron sumando esfuerzos desde España, Francia y Chile", completa la realizadora.