Una genial Angelina Jolie cautiva en 'Maria', el biopic más clásico y melancólico de Pablo Larraín

Pablo Larraín sigue fiel en su nuevo trabajo a su obsesión por retratar la cara B de las mujeres con perlas más atormentadas del siglo XX. Primero fue Jacqueline Kennedy Onassis en la terrorífica ‘Jackie’, después llegó Diana de Gales en la desigual y desasosegante ‘Spencer’, y ahora le toca el turno a Maria Callas en ‘Maria’, el biopic más clásico y melancólico en la carrera del prolífico director chileno. Al igual que hicieron Natalie Portman y Kristen Stewart en aquellas, Angelina Jolie brilla más que nunca en su matizada y emocionante transformación como la soprano griega nacida en Estados Unidos, considerada por muchos como la cantante de ópera más importante del siglo XX.

‘Maria’ ofrece una compasiva mirada a la monumental vida de una diva entre divas, una mujer que pasó sus últimos días en el París de los años setenta con la única compañía de su mayordomo y su cocinera (unos encantadores Pierfrancesco Favino y Alba Rohrwacher). Cuatro años y medio después de su última y decepcionante aparición en un escenario, “La Callas” sueña con volver a cantar, aunque solo sea para ella misma. Ese es el punto de partida de la incursión más tradicional de Larraín en un género que ha dignificado en la última década a través de películas en la que, a diferencia de la mayoría de las biografías en el cine, el cómo es tan importante como el qué.

El latinoamericano es consciente de los parecidos temáticos y formales en las historias de Jackie Kennedy, Diana Spencer y Maria Callas, tres mujeres marcadas por el aislamiento, la atención mediática y la tragedia cuyo lugar en el mundo acabó dependiendo de los hombres que tenían a su lado (el porqué de la obsesión del cineasta con estas mujeres privilegiadas y dolientes sigue siendo un misterio, aunque aquí al menos se preocupa por explorar la dimensión profesional del sujeto protagonista). En un momento de ‘Maria’ parece que va a hacer acto de presencia la Jackie de Natalie Portman, aunque el cineasta se resiste finalmente a la tentación, para desgracia de los mitómanos.