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Crítica
'John Wick 4', una escena final de alta tensión infinita diseñada a mayor gloria de Keanu Reeves
Este viernes se estrena la cuarta entrega de una saga de acción capitaneada por Keanu Reeves que sabe muy bien cuál es su receta del éxito y la explota
Han pasado nueve años, solo nueve, desde que se metieron con el hombre equivocado y obligaron a volver de su soñado e idílico retiro a John Wick. Corría el año 2014 y con aquella premisa se iniciaba una de las sagas de acción más apasionantes, disparatadas (en lo que a coherencia del guion se refiere) y entretenidas de los últimos años con un Keanu Reeves entregado al 101% a la causa de repartir mamporros y quemar cargadores. La que se estrena este viernes en cines, ‘John Wick 4’, es la mejor de las cuatro (también la más larga) porque ha sido planteada como una escena final infinita en la que desde el primer minuto la acción está arriba del todo y no decae en ningún momento.
Esta nueva entrega tiene todo lo que un fan de la saga puede esperar. A saber, muchas escenas de acción con peleas bien coreografiadas tanto cuerpo a cuerpo como con armas blancas y de fuego. Amén de un guion firmado por Michael Finch y Shay Hatten basado en los personajes de Derek Kolstad en el que lo que menos preocupa es la continuidad, las leyes de la física, que lo que sucede tenga demasiado sentido (pedirle eso a ‘John Wick’ sería no saber de qué va esta franquicia) y en el que los diálogos no abundan porque aquí se ha venido a pelear, no ha perder el tiempo con parlamentos. Sin olvidarse, claro, de buscar escenarios impresionantes (lo mismo sirve París que una discoteca con cortinas de agua) y de poner en escena, muy importante, un perro. Si algo no puede faltar en una película de ‘John Wick’ es un perro. Y escaleras.
Enumerados (más o menos) los ingredientes de la receta, de la trama basta con decir que en esta cuarta película lo que mueve al personaje al que interpreta Reeves es conseguir una carta de libertad. En el camino descubrirá quiénes son los pocos y verdaderos aliados que le quedan y tendrá que enfrentarse a un enemigo tan sádico como poco honorable. El Marqués, al que da vida un acertado en el tono y la composición Bill Skarsgård, es quien debe encargarse de frenar a Wick en sus aspiraciones por acabar de una vez por todas con una historia de venganza y persecución que se ha alargado en el tiempo dando demasiados dolores de cabeza a la Alta Mesa.
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