'Entrevista con el vampiro' se mueve entre la oscuridad y la luz con un arranque estimulante

Que la versión de ‘Entrevista con el vampiro’ de Rolin Jones no tenía mucho que ver con la de Neil Jordan de los noventa es algo que quedó claro en la primera entrega de la serie de AMC. Al igual que, como el propio creador y guionista contó a Kinótico entonces, el hecho de que se habían tomado más de una licencia a la hora de trasladar el universo y los personajes de Anne Rice a la pantalla. El resultado fue una serie tremendamente adictiva, con una apuesta estética sobresaliente y una pareja protagonista –la formada por Jacob Anderson y Sam Reid en los papeles de Louis y Lestat– que desbordaba química, carisma y magnetismo. La segunda temporada que llega este jueves a AMC+ se confirma como digna sucesora de la anterior y plantea, de entrada, una búsqueda de la luz en el Viejo Continente que comienza con la oscuridad más absoluta.

Recapitulando, la anterior tanda de episodios, que transcurría principalmente en Nueva Orleans, cerró con la separación (violenta y con tierra de por medio) entre los dos vampiros protagonistas. Louis de Pointe du Lac (Jacob Anderson) decidió acabar con una relación tan abusiva como tóxica y enterrar a quien lo había convertido y sido su amante durante tanto tiempo, el poderoso Lestat (Sam Reid). Empujado, en cierta manera, por su pupila y ahijada Claudia (Bailey Bass). En el arranque de esta nueva entrega, que continúa la conversación con el periodista Daniel Molloy (Eric Bogosian) donde se dejó, se invita al espectador a viajar con sus protagonistas a Europa y alejarse de esa relación maldita en busca de un poco de luz. Cierto es que el primer episodio es de los más oscuros que se han visto en esta serie, pero es que el contexto no dejaba lugar a otra cosa. En plena guerra, Louis y Claudia tienen que hacer lo que pueden para sobrevivir –con un código ético cada uno– y tropiezan con unos vampiros europeos a los que las circunstancias les han empujado a una vida de miseria, penurias y violencia. Es la guerra, para todos, inmortales chupasangre y humanos por igual. Ahí no hay distinción.

Y, sin embargo, el segundo capítulo abre una ventana a la esperanza o, por lo menos, a un tono distinto, sugerente y, de alguna manera, esperanzador. Porque entran en escena París y su Teatro de los Vampiros. Un mundo lleno de posibilidades para ambos. En el caso de la díscola y atrapada en un cuerpo adolescente Claudia (interpretada en esta temporada por Delainey Hayles), porque sea adentra en un entorno apasionante lleno de posibilidades y estímulos de la mano de unos vampiros orgullosos de serlo. Sus nuevos amigos se van de caza como quien sale de fiesta un sábado por la noche: con sed y ganas de pasarlo bien. Para Louis, lo que le ofrece esta nueva vida es una ruptura con su pasado y una nueva relación mucho más sana, aunque, avisan en la sinopsis oficial, “su noviazgo y su relación amorosa tendrán consecuencias devastadoras tanto en el pasado como en el futuro”. Eso es lo que está por ver a lo largo de la temporada. De momento, lo que se atisba en los dos primeros episodios es que la relación con Armand (Assad Zaman) no tiene nada que ver con la de Lestat, aunque su fantasma y su presencia no han desaparecido del todo y pronto se descubrirán conexiones. ¿Es que todos los vampiros se conocen?