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Crítica

'Tres adioses': Isabel Coixet resignifica la resignación en todo un monumento a la madurez

La directora catalana expone sus filias, fobias y manías en Roma para inaugurar la Seminci de la mano de una Alba Rohrwacher rotunda y muy bien acompañada

Valladolid·
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Alba Rohrwacher y Elio Germano en un fotograma promocional de 'Tres adioses', de Isabel Coixet
Alba Rohrwacher y Elio Germano en un fotograma promocional de 'Tres adioses', de Isabel Coixet · Fotografía: BTEAM / BUENAPINTA

En la controvertida visión de Ovidio sobre lo romántico, 'El arte de amar', el poeta clásico se atrevía a ofrecer recomendaciones de cortejo para propiciar el acercamiento al ser amado. Enfocado desde lo escandalosamente bélico, este texto fundacional de la toxicidad más pegajosa, encuentra más de veinte siglos después una respuesta bellísima y radicalmente empática en 'Tres adioses', la nueva película de Isabel Coixet y un filme en el que, de algún modo, aprendemos a despedirnos de aquello a lo que hemos guardado sitio en el corazón. Bebiendo del material original de la escritora italiana Michela Murgia, la directora catalana cuenta la historia de una mujer a la que el diagnóstico de un cáncer le pilla recuperándose de una ruptura sentimental súbita. Lejos de lo lastimoso o lo miserable, y dos décadas después de 'Mi vida sin mí' (2003) mirando a aquel filme como díptico, Coixet abraza todas sus filias, fobias y manierismos para entregar una película emocionante, un manual de supervivencia en el sentido más natural, etimológico posible, y una reconciliación, quizá, de una directora que venía vertiéndose en la misantropía y aquí se rompe por un humanismo amable, cariñoso, real.

Inauguración oficial de la 70 edición de la Seminci de Valladolid, la vuelta al largometraje de la directora más celebrada de nuestro cine en los Premios Goya está protagonizada por una extraordinaria Alba Rohrwacher, rotunda y sólida como mariscal de campo de las tesis existencialistas de Coixet, y a la que flanquean dos valores seguros del cine más conversacional (casi estandartes del 'mumblecore' europeo) como Elio Germano y Francesco Carril. El rostro de la actriz italo-alemana, lo suficientemente burgués como para darle trascendencia citadina a la película pero, también, lo suficientemente mundano como para generar reconocimiento en el espectador, le sirve a Coixet para transportarnos a un mundo donde las decisiones se sopesan, los amores se cultivan e, incluso, la palabrería médica se destila para disolverse en un diálogo de consecuencias: la protagonista, tensa en su espiral depresiva por el aluvión de malas noticias, resignifica la resignación. No se trata de tragarse la tristeza ni de edulcorar la tragedia, sino de vivirla con la máxima dignidad posible.

Alba Rohrwacher y Sarita Choudhury en un fotograma de 'Tres adioses', de Isabel Coixet
Alba Rohrwacher y Sarita Choudhury en un fotograma de 'Tres adioses', de Isabel Coixet · Fotografía: BTEAM / BUENAPINTA

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