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Crítica

‘La imatge permanent’ desafía al Festival de Locarno con un retrato existencialista y ácido de la Cataluña charnega

Laura Ferrés (ganadora del Goya, del Gaudí y en la Semana de la Crítica de Cannes por ‘Los desheredados’) compite por el Leopardo de Oro con su debut en el largometraje, una película difícil acerca de la identidad y la pertenencia

Barcelona·Actualizado: 07.08.2023 - 05:42
'La imatge permanent' es el primer largometraje de Laura Ferrés
'La imatge permanent' es el primer largometraje de Laura Ferrés · Fotografía: Fasten Films

Carmen y Antonia se refugian, apretujadas en el portal estrecho de un barrio obrero, del chubasco que cae fuera de plano. Antonia se ha olvidado de quitarse la bolsa de súper que lleva en la cabeza (paraguas inútil), igual que a la película se le ha olvidado tomar aire para soltar una carcajada. Adentro, los personajes del debut de Laura Ferrés juguetean para superar la asfixia: Antonia vende perfumes caseros en la calle protegida por los flecos de su marujería, mientras Carmen se entretiene lanzando lápices por entre los fondos grises de su estudio de fotografía para publicidad.

Los personajes del debut de Laura Ferrés juguetean para superar la asfixia

Diríamos incluso que la cámara de Agnès Piqué Corbera (‘Canto cósmico. Niño de Elche’) trata de distraerse de la bidimensionalidad que invoca, estructurando sus imágenes como hormigueros por donde transitan vidas de tiempos y gestualidades aplastadas contra el cristal del cine moderno y desangelado de una Angela Schanelec o de un Apichatpong Weerasethakul, aunque siempre apuntando al carácter patrio de un Chema García Ibarra. El portal donde se refugiaban las dos mujeres se encuentre seguramente en el Prat de Llobregat, aunque, lejos de cualquier voluntad documental o realista, lo que importa es que es y parece de aquí.

También Carmen (María Luengo) es “de aquí”: del área metropolitana charnega, obrera, relegada a la condición de eterna migrada y que es base y sustento de las instituciones correctoras (la Cataluña de bien). Igual que Carmen, Antonia (Rosario Ortega) viene de la España vaciada. A esa España Ferré, directora de ‘Los desheredados’ (Gaudí, Goya y premio en Semana de la Crítica de Cannes), dedica un largo prólogo. Este mira a la infancia de una adolescente, Antonia, obligada a ser madre de un bebé al que llaman por su santoral, Carmen. Sin embargo, ‘La imatge permanent’ abandona pronto los acartonados pliegues a lo coming of age del cine independiente español de los últimos años, y salta en el tiempo como Rohrwacher en el ‘Lázaro feliz’: de la huida de Antonia del pueblo (de noche por el bosque), a medio siglo más tarde, con Carmen paseando su perrito salchicha por el desairado borde de una carretera.

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