Gunn y Corenswet combaten el cinismo en 'Superman' con la luminosa esencia de Clark Kent

Clark Kent/Superman ha habido muchos, tanto en el cine como en las series, y todos, con mayor o menor fortuna –aunque son mayoría los primeros– han sabido trasladar a la pantalla la esencia de un personaje nacido en las viñetas de la mano de Jerry Siegel y Joe Shuster en 1938 que encarna al mismo tiempo la divinidad y la esencia del significado de la palabra humanidad. En ‘Superman’ –película que aterriza este viernes en los cines de la mano de Warner–, James Gunn vuelve a los orígenes del superhéroe por antonomasia, a su razón de ser y existir y le devuelve una luminosidad que había perdido en el cine arrastrado por la tendencia a la oscuridad (nada que objetar) que durante años ha imperado en el género.

Este Clark Kent, este Superman, el que construyen juntos James Gunn y un David Corenswet impecable en cualquiera de la dos versiones del personaje, surge de esa imagen que transmitían sus primeras aventuras. Y a la vez se alimenta de un mundo moderno donde el cinismo y las ‘fake news' campan a sus anchas para demostrar que la sociedad necesita más a Superman que nunca. No tanto por el concepto de superhéroe salvador que lleva implícito, sino por esa bondad y humanidad que irradia. De eso ha ido siempre Superman, de un tipo, un alienígena, con todo tipo de superpoderes. Es capaz de atravesar objetos con la mirada, helar la sangre con su aliento, lanzar rayos láser por los ojos, romper un bloque de gratino con su puños y surcar los cielos volando. Y, sin embargo, su superpoder más valioso es su buen fondo.