La titánica misión de Tricia Tuttle en la Berlinale: abrirse al mundo a la vez que al público

La Berlinale está en problemas. A punto de celebrar su 74 edición, a las dificultades económicas, de identidad, a sobreponerse a avatares externos (¿recuerdan la pandemia?)... se le había sumado a su crisis el vacío de poder. ¿Quién podría reunir las habilidades, conocimientos, méritos y prestigio suficientes para coger las riendas de la cita cinematográfica alemana? Tricia Tuttle, la recién nombrada directora del la Berlinale, no aparecía en ninguna quiniela, se puede afirmar que su nombre estaba absolutamente fuera del radar. Ni Variety, con sus acostumbradas apuestas y filtraciones, acertó. La estadounidense radicada en Inglaterra que hasta el 2022 lideró con éxito el Festival de Londres, pronto cambiará de domicilio para desembarcar en Berlín. Al menos eso dejó caer Tuttle en un encuentro presencial en la capital alemana, convocado a última hora y por invitación ministerial.

Aunque se sabía que el martes 12 de diciembre se daría a conocer al sucesor del duo compuesto por Carlo Chatrian y Mariëtte Rissenbeek, en la Homepage de la Berlinale no figuraba la comparecencia ante la prensa de la ministra de Cultura Claudia Roth para la presentación de Tuttle. Esta especie de improvisado evento, que tampoco fue transmitido en streaming –de hecho, los periodistas invitados a la rueda de prensa en la Gropius Bau (sede del European Film Market) fueron los únicos que se sorprendieron en vivo y directo-, engrosa la lista de desatinos en la estrategia de (in)comunicación de quienes toman las decisiones de peso.

Una incomunicación más grave aún si se tiene en cuenta que la designación de Tricia Tuttle estaba haciendo historia al convertirse en la primera mujer en asumir la intendencia –figura que aúna la dirección artística con las funciones administrativas y ejecutivas– de un festival cinematográfico de categoría A. Sin embargo, la oportunidad de dar un golpe de efecto positivo para el festival fue desperdiciada.