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Crítica

'La casa', la íntima y elocuente mirada de Álex Montoya al duelo y las relaciones de padres e hijos

Álex Montoya ('Lucas') firma una estupenda adaptación de la novela gráfica de Paco Roca y la primera gran sorpresa del cine español en lo que va de 2024

Málaga·Actualizado: 05.03.2024 - 15:46
Luis Callejo interpreta al padre ausente de 'La casa', la adaptación de la novela gráfia de Paco Roca que ha rodado Álex Montoya
Luis Callejo interpreta al padre ausente de 'La casa', la adaptación de la novela gráfia de Paco Roca que ha rodado Álex Montoya · Fotografía: A Contracorriente Films

“A mí no me ha dicho nada”. Es un aparentemente descreído -y en realidad tocado- David Verdaguer, hijo en la ficción de un padre que ya no está, quien pronuncia esas palabras en ‘La casa’. Esta reacción tan honesta y tan universal (una escena que dialoga con otro hermoso momento de ‘Los pequeños amores’ en el que María Vázquez escucha accidentalmente cómo su madre en la ficción presume de ella ante otros, a pesar de llevar todo el verano cuestionando sus decisiones vitales) que sentirá como propia cualquier espectador que se acerque a la modélica adaptación que ha hecho Álex Montoya (‘Lucas’) de la novela gráfica de Paco Roca.

Ganadora en 2020 del prestigioso premio Eisner (un reconocimiento que, en un poético giro del destino, tuvo que agradecer desde su propia casa ante la cancelación de la celebración edición física de la Comic Con de San Diego por culpa de la pandemia), ‘La casa’ es la cuarta adaptación de un relato del valenciano, siguiendo los pasos de ‘Arrugas’, ‘Memorias de un hombre en pijama’ y ‘El tesoro del cisne negro’ (el material de origen de ‘La fortuna’, la serie de Alejandro Amenábar’). También puede que sea la mejor de todas.

La historia de ‘La casa’ empieza poco después de que, tras la muerte de su padre, tres hermanos (David Verdaguer, Lorena López y Óscar de la Fuente) se reunan en la casa familiar en la que pasaron los veranos de su infancia. Toca decidir qué hacer con la vivienda, lo que resultará más difícil de lo esperado por culpa de unas cuentas pendientes por resolver. Después de que en los últimos años hayan sido directoras como Celia Rico Clavellino, Alauda Ruiz de Azúa, Clara Roquet o Estíbaliz Urresola Solaguren las que han indagado en las familias españolas en general y en las relaciones entre madres e hijas en particular, parece haber llegado el momento de que sean ellos los que analicen sus propias dinámicas tras haber asimilado y transmitido -histórica y generacionalmente- que mostrar afecto o vulnerabilidad eran en realidad una forma de debilidad.

‘La casa’ no es una historia exclusivamente masculina. Sería injusto dejar de lado a la hermana que renunció a su propio trabajo para hacerse cargo de su padre en los últimos vestigios de su enfermedad, la mujer que lidia con las dudas de una pareja que no quiere tener hijos o la nieta que, a pesar de no terminar de comprender los problemas de los mayores, sigue aferrándose a la idea de una casa familiar que apenas ha tenido oportunidad de conocer. Sin embargo, es en el contenido retrato de las relaciones de los hombres de la familia cuando más sorprende y emociona una propuesta que se sitúa en las antípodas de dramas familiares exacerbados y pasionales como ‘Agosto’, de John Wells, o el cine de Xavier Dolan. Donde aquellas apuestan por el grito y la pelea (en ocasiones física), Montoya plasma esos conflictos en forma de recuerdos, silencios, gestos y, finalmente, conversaciones y confesiones que deberían haber llegado mucho antes y que en algunos casos solo se podrán manifestar en forma de recuerdo o, incluso, ensoñación.

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