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Crítica

'Kontinental '25': Radu Jude vuelve a la carga con una contundente sátira socio-política

El director rumano, ganador del Oso de Oro, regresa a Berlín para incidir en la experiencia post-comunista de una Europa atenazada por el fascismo

Berlín·Actualizado: 21.02.2025 - 06:30
Fotograma promocional de 'Kontinental '25', del director rumano Radu Jude
Fotograma promocional de 'Kontinental '25', del director rumano Radu Jude · Fotografía: SAGA FILM

Radu Jude regresa al Festival de Berlín, un certamen que le ha arropado y premiando dos de sus películas anteriores, el corrosivo wéstern histórico 'Aferim!' (2015) y la incombustible 'Un polvo desafortunado o porno loco' (2021). Y, desde ya, hay que decir que con 'Kontinental ‘25' puede que entre en la lista de las favoritas a llevarse al codiciado úrsido dorado. Un argumento contundente para tal afirmación radica más en lo que cuenta que en el cómo. Hace tiempo que Jude dejó de lado la -a veces pretenciosa- estética cinematográfica, para abrazar más un cine de contenido puro y duro, de denuncia explosiva y mordaz, eso sí, sin perder el sentido del humor y las infinitas posibilidades de la sátira; sí, humor y sátira, esos imprescindibles artefactos que nos ayudan a sobrevivir el día a día y a entender los absurdos de la sociedad y la vida misma.

Jude sitúa la acción en Cluj (Transilvania), siguiendo las andanzas de un harapiento recogebotellas a través de las calles de la ciudad, mascullando frases inentendibles y soltando tacos, pidiendo trabajo o algo de dinero prestado a los clientes de las terrazas de restaurantes y a viandantes con la –imposible- promesa de devolverlo. A su paso, vemos una ciudad en pleno 'boom' inmobiliario, vallas de un aspirante a presidente de inclinación radical, monumentos de héroes de diferentes épocas y testigos silentes (quién sabe si dolientes) de lo que sucede ante sus ojos. El detonante de todo lo que vendrá después es, precisamente, el desalojo de ese hombre que se refugia en el sótano de un edificio. Este va a ser demolido para construir otro hotel de lujo, uno más de tantos, al que llamarán Kontinental. La operación de desalojo, acompañada de gendarmes, la lidera la compasiva alguacil Orsolya (más que solvente interpretación de Eszter Tompa) que, al cederle unos minutos a solas al desahuciado para que recoja sus cosas, no podía imaginar que este se iba a suicidar.

"[Radu Jude es] uno de los pocos directores que no se cansa, ni duda, ni se acobarda en denunciar lo que estamos haciendo mal"

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