Entrevista

'Una historia de crímenes', o cómo encontrar un enfoque original en la saturación que vive el true crime en el streaming

La docuserie de Ficción Producciones, creada por Alberto Arruty, estrena en Prime Video su tercera temporada abordando los crímenes de la España reciente

Madrid·Actualizado: 29.11.2024 - 06:30
El periodista Manu Marlasca en un fotograma de 'Una historia de crímenes', serie de true crime creada por Alberto Arruty
El periodista Manu Marlasca en un fotograma de 'Una historia de crímenes', serie de true crime creada por Alberto Arruty · Fotografía: FICCIÓN PRODUCCIONES

El true crime es el género de moda en las docuseries de las plataformas de streaming. Todos los meses hay varios estrenos en los que se analiza desde todos los ángulos un crimen muy mediático ocurrido en los últimos 20 o 30 años y se está llegando a un punto de saturación en el que es fácil que estas docuseries caigan en el morbo, que aporten pocas novedades a lo que ya se sabía sobre el caso o, simplemente, vayan a satisfacer la curiosidad más malsana de los espectadores. Alberto Arruty era muy consciente de eso porque él mismo había sido reportero en busca de esas noticias en televisión y quería abordar el true crime desde otra óptica. Así nació ‘Una historia de crímenes’, que estrena en Prime Video su tercera temporada, antes de pasar por las autonómicas.

Es una docuserie diferente, porque en lugar de contar un único caso durante varios episodios, aborda varios crímenes en cada capítulo aglutinados bajo un mismo tema, ya sea la prisión permanente revisable, la violencia machista, los juicios con jurado popular, el ciberbullying o los secuestros. Diferentes expertos, desde el periodista Manuel Marlasca al forense Miguel Lorente, explican cómo se desarrollaron los casos y sus repercusiones en la sociedad, que es lo que le interesaba tratar a Arruty: “Hay una pregunta que hago bastante cuando me llaman de alguna universidad para hablar sobre ‘Una historia de crímenes’. Siempre empiezo preguntándoles que qué es el periodismo de sucesos y para qué sirve. Para qué sirve enterarnos de que han asesinado a alguien en tal sitio o de que ha habido una matanza en tal otro. Entonces, la intención era hablar de los temas sociales que subyacen en todos estos crímenes”.

Arruty sostiene que en el true crime hay margen para innovar si se opta desde un punto de vista muy concreto, y él tiene muy claro el de su serie. “Cuando hablamos de violencia de género, cuando hablamos de jurado popular, cuando hablamos de prisión permanente revisable, la intención era enfocar los crímenes desde esa manera más social y no tanto del crimen per se, que a mí me parece que los crímenes per se no tienen mucho interés social más allá de de la curiosidad”, explica, y añade que “en este caso, cuando son asesinatos de personas anónimas, como son la la mayoría, pero sí que tienen una repercusión social, todos tenemos algún tipo de responsabilidad”. El lema de la docuserie es, de hecho, que los crímenes de un país son un reflejo de su sociedad, del carácter de sus ciudadanos y de los problemas sociales sobre los que deben trabajar. Y pone como ejemplo la ley contra la violencia machista impulsada tras el asesinato de Ana Orantes, en 1997. “Hay una frase que dice Manuel Marlasca que a mí me gusta mucho, que es que si estuviéramos en Estados Unidos, la ley contra contra la violencia machista sería la Ley Orantes”, afirma Arruty sobre esa norma aprobada en 2004.

Los límites del true crime como género

Este enfoque es el que le otorga el elemento diferenciador dentro del género, y también el que le permite mantenerse dentro de unos límites sobre los que se está debatiendo mucho, dada la gran popularidad de estas docuseries. Para Arruty, el respeto a las víctimas y a los hechos es lo principal, además de los límites legales que surgen al hablar de crímenes reales: “Por un lado hay unos límites legales, porque al final hay un derecho un derecho al honor, y sobre todo, creo que que los límites sí que realmente los ponemos cada uno. El límite tiene que estar en, muchas veces, ponerse en la piel de del otro. Es tan fácil como ser persona, no olvidarse de ser persona, y de esa manera siempre vas a ser respetuoso con las víctimas secundarias, con esas familias que se quedan muchas veces destrozadas por incidentes de este tipo”.

"El límite tiene que estar en, muchas veces, ponerse en la piel de del otro. Es tan fácil como no olvidarse de ser persona" (Alberto Arruty)

‘Una historia de crímenes’ toca hechos tan conocidos como el secuestro de Anabel Segura, los asesinatos de Diana Quer, Ana Orantes o los niños Ruth y José Bretón, pero al encuadrarlos dentro de episodios temáticos sobre los secuestros, la prisión permanente revisable, la violencia de género o las muertes de niños, busca evitar que el acercamiento a esos casos esté movido por el morbo. “Cuando metes varios casos en un mismo capítulo, tienes muy poquito tiempo para cada para cada uno, son alrededor como de doce minutos por caso, entonces vas directamente al hueso”, señala Arruty: “Es decir, ya es un una herramienta para para no caer en el morbo, que a mí me parece una de las cosas más peligrosas en el true crime”.

Además, el guionista apunta que “como consumidor de productos televisivos, de programas y de series documentales de true crime, veía que muchas veces, cuando cuando se hacen muchos episodios, que es la tendencia habitual, sobre un solo caso, llega un punto en el que el contenido no suele ser tanto y, al final, te terminas quedando con cosas que no son lo verdaderamente importante”. De esta manera, también ’Una historia de crímenes’ contribuye a ampliar el catálogo de producciones de su compañía, Ficción Producciones, que hasta ahora era más conocida por la serie ‘Operación Marea Negra’, basada igualmente en hechos reales.

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