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Conversaciones

Alexandre Desplat y Alberto Iglesias conquistan San Sebastian: "La música me ha defendido y dado una identidad"

Tabakalera acogió el encuentro entre los compositores europeos más importantes del momento, habituales de cineastas como Pedro Almodóvar o Wes Anderson

San Sebastián·
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Alexandre Desplat y Alberto Iglesias, durante la charla moderada en Tabakalera por Paula Olaz
Alexandre Desplat y Alberto Iglesias, durante la charla moderada en Tabakalera por Paula Olaz · Fotografía: @SSIFF - Iñaki Luis

Sin flashes, alfombras rojas o grandes galones. Tampoco hacían falta. La sala Z del espacio Tabakalera acogió durante el primer sábado de la 73 edición del Festival de San Sebastián una apasionante conversación entre dos de los compositores más importantes en activo. Alberto Iglesias, conocido mundialmente por las partituras que han hecho volar al cine de Pedro Almodóvar, recibió en su ciudad natal a uno de los músicos más relevantes del cine contemporáneo, Alexandre Desplat, ganador de dos Oscar y colaborador habitual de autores como Guillermo del Toro y Wes Anderson. La compositora Paula Olaz fue la moderadora de una charla en la que los dos grandes maestros europeos de su generación reflexionaron sobre sus carreras, su relación con la música o cómo ésta les cambió la vida. Además, en un regalo para unos entregados asistentes al encuentro, el español y el francés analizaron musicalmente algunas de sus escenas favoritas, fuera y dentro de sus icónicas filmografías.

El evento empezó con un recuerdo a las primeras apariciones de la música en la vida de los compositores, aunque Iglesias no dudó en afirmar que “hablar de la infancia es una ficción, porque cada vez nos alejamos más de ella. La manera de volver a esos años es una fantasía”. La suya empieza en su casa de la calle Narrica, situada en la parte vieja de San Sebastián. “Entonces era como un pueblo. Recuerdo las campañas de la iglesia y la procesión que pasaba justo por debajo de mi casa. Yo vivía en un tercer piso. El paso religioso entraba en silencio en la iglesia. Era un momento que tenía algo de teatral. Me impresionaba y me atemorizaba a la vez. En cuanto la figura entraba, la banda se daba la vuelta inmediatamente y empezaba a tocar. Ese contraste entre el silencio y la alegría ha sido clave en mi relación con la música. Ahí coexisten el cuidado por lo sagrado y mi amor por la vida”, relata el ganador de doce Premios Goya, más que ningún otro profesional de la industria desde la creación de la Academia de Cine en 1986.

Para el francés la música siempre estuvo ahí. Hijo de un hombre que amaba la ópera, Desplat entró en el conservatorio cuando era solo un niño, tal y como habían hecho sus hermanas mayores. “Fue a los 14 o 15 años cuando me di cuenta de que sentía la necesidad de entender cómo funcionaban los instrumentos y para qué servía cada uno. La música me permitía expresar cosas que no podía comunicar con mi voz. Solo era un adolescente cuando me di cuenta de que la música era un refugio y un medio de comunicación vital para mí”. Iglesias recurrirá más adelante a esa misma palabra: refugio. “A mí la música siempre me ha animado y me ha hecho tomar decisiones. Era una persona solitaria, pero me gustaba que fuera así. Podía no saber quién era todavía, pero sabía lo que me gustaba. La música me ha defendido y me ha dado una identidad. La música defiende del mundo a cualquiera que le apasione: en el amor, en la alegría y en el olvidarse de uno. Creo que la música nos ayuda en todo eso”.

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