Sandra Romero: "No se puede separar la sostenibilidad de nuestra profesión ni de la vida"

En Kinótico, durante nuestra cobertura especial del Festival de San Sebastián en colaboración con FRED Film Radio, hemos charlado con Sandra Romero, directora de 'Por donde pasa el silencio', y dos de sus colaboradoras más importantes a la hora de sacar adelante el proyecto: la productora Sara de la Fuente y la eco-consultora y máxima responsable de la compañía Mrs. Greenfilm, Paloma Andrés. Como parte de nuestra colaboración con ICEX, hemos hablado de la sostenibilidad en los rodajes, la evolución del cine español respecto a esta materia y los posibles desafíos a los que se va a enfrentar la industria cinematográfica del futuro para poder cuidar el planeta a la vez que se ruedan las películas.

En 'Por donde pasa el silencio' (debut de Romero en el largometraje tras, entre otros muchos méritos, dirigir varios capítulos de 'Los años nuevos', serie de Rodrigo Sorogoyen), conocemos a Antonio, que tiene que volver a Écija, su pueblo de toda la vida, después de mucho tiempo y justo en Semana Santa. Allí se reencuentra con su familia y con su hermano mellizo Javier, que tiene una discapacidad física y necesita su ayuda. Antonio tendrá que manejar esta situación y enfrentase a una difícil decisión: quedarse y ayudar a los suyos o volver a la vida que ha construido fuera. "Hemos hecho una película desde las tripas. Es una película de relaciones familiares, de hermanos y muy intensa, a veces. Es una película del amor en sus distintas formas, a las buenas y a las malas", explica orgullosa la directora.

De la Fuente, que acompaña a Romero desde que comenzó a firmar cortometrajes en este mismo universo a vena abierta y que ahora ha sido clave para transferir el alma de lo que fue corto al largo, responde acerca del largo proceso de producción del filme: "Ha sido difícil, porque todos los largometrajes lo son. Pero en cuanto al diseño de producción, todos los que han ido desembarcando tenían claro qué película querían hacer. Estamos contentos de haberlo conseguido. Queríamos una dimensión concreta, pero sin perder la familiaridad ni la intimidad", apunta, antes de ceder la palabra a Paloma Andrés para que pudiera explicar cómo ha funcionado la sostenibilidad en este rodaje y en qué consiste su trabajo como eco-consultora.

"Lo que se hace cuando se trabaja en consultoría en sostenibilidad, en el cine o en cualquier otro sector, es trabajar para que los impactos negativos en las personas y en el planeta sean los mínimos, y los positivos sean los máximos. Queremos hacer mucho dinero, repartirlo muy bien y que la gente involucrada en el proyecto obtenga muchos beneficios y que el planeta sufra lo mínimo", explicó la experta, que con su compañía Mrs. Greenfilm lleva más de veinte años intentando mejorar los procesos de producción en la industria. Y sigue: "Estamos en un momento en el que nuestro planeta necesita nuevos modelos de producción, en el cine o en los yogures, pero necesitamos cambiar ya la manera de hacer las cosas", completó.

Preguntada acerca de su trabajo en este proyecto en particular, Andrés explicó que en su equipo había gente muy relacionada con la producción de la película: "La involucración ha sido grande en todos los sentidos. Necesitábamos un presupuesto ad hoc y lo logramos. Pero lo importante fue la implicación humana, porque cuando la gente se cree de verdad lo de la sostenibilidad funciona fenomenal. Aunque no te gastes muchísimo presupuesto. El presupuesto no siempre es la clave y este es uno de los proyectos que más orgullosas nos ponen en Mrs. Greenfilm", explicó orgullosa, antes de ceder la palabra a la directora para que diera cuenta de la convicción ecológica en el rodaje era real.

"Cuando Sara [de la Fuente] me contó que el proyecto iba a ser así me puso muy orgullosa, porque a mí me importa esto. [La ecología en el cine] es algo que no podemos separar ni de nuestra vida ni de nuestra profesión. Eran unas dinámicas que yo ya aplicaba a mi vida y no me supusieron esfuerzo alguno ni me ocupó tiempo creativo. Eran dinámicas que uno tiene que interiorizar, comportarte civilizadamente también en el rodaje para no generar tantos residuos. No parecía fácil, porque somos muchas personas, pero todo el mundo se implicó", reconoce la directora, apoyada por su productora: "Además, esta historia nace de su pueblo, donde hemos rodado dos cortometrajes y era una parte de su tierra no ir a arrasarla. Es una parte un poco más idealista de la cuestión, pero es igual de importante", completó.

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