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Crítica
'The Mandalorian' coloca a Mando en la senda de la redención con un arranque de temporada de lo más entretenido
La tercera temporada de 'The Mandalorian' recupera a Mando y Grogu como pareja apostando de nuevo por la aventura, la acción y un humor que siempre le funciona
Tras un paréntesis de dos años y algo más de dos meses (con la excepción de aquel arco de dos episodios en ‘El libro de boba Fett’ que no hace falta haber visto gracias al clásico ‘previously on’) ‘The Mandalorian’ regresa a las pantallas con una nueva misión, el mismo espíritu y un sentido del entretenimiento elevado al cuadrado. En la escasa media hora que dura el primer capítulo de la tercera temporada, estrenada este miércoles en Disney+, pasa de todo, a un ritmo sin tregua, sin casi transición de una escena de acción/tensión a otra y con una mensaje claro: a Mando nadie le gana a cabezón y hará lo necesario para alcanzar su nuevo objetivo.
Este, su objetivo, no es otro que recuperar su condición de mandaloriano. Esa de la cual le despojaron sus iguales por violar el Credo. Reconoció haberse quitado el casco de manera intencionada mostrando su rostro y, como bien le hizo saber The Armorer (Emily Swallow) en capítulos anteriores y le recuerda en este, eso es intolerable. Para volver a ser aceptado por quienes le acogieron al quedar huérfano debe ir a las cuevas de Mandalore y bañarse en sus aguas. ¿El problema? Fueron destruidas. Pero, ¿qué supone eso para Din Djarin (Pedro Pascal)? Peccata minuta. A estas alturas (y en tiempos de Twitter), valorar sin spoilers ‘El apóstata’, como se llama este episodio, quizá no tenga sentido. Aún así, vamos a intentarlo.
Lo que se plantea en este arranque son las bases de lo que, se entiende, se irá desarrollando a lo largo de toda la temporada. Por un lado está la misión en sí, recuperar el honor y la condición perdidos pese a que Mando ya había mostrado previamente que quizá no estaba de acuerdo al dedillo con el Credo y el modo de vida de su clan. Aún así, una cosa es discrepar y otra, muy distinta, que te expulsen. De ahí su empeño en volver al redil. Y mientras este apóstata forzoso lidia con el hecho de haber perdido el título que lo identifica y con el que se identifica, se trazan las líneas de la nueva aventura. Para cumplir su misión el protagonista de la historia y su fiel escudero, Grogu, deberán ir salvando una serie de obstáculos. Los que le plantea su fin último (una pieza que falta, por ejemplo) y los que se cruzan en su camino casualmente (piratas, por ejemplo).
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