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Crítica

'Tron: Ares', un vistoso juego de luces que repite fórmula y vicios de sus predecesoras en la saga

La nueva entrega de la franquicia a la que dio origen la película de 1982 cuenta con Greta Lee, Jared Leto, Evan Peters y Gilliam Anderson entre su nutrido reparto

Madrid·
Publicado:
Jared Leto, Greta Lee y Arturo Castro en un fotograma de la película 'Tron: Ares'
Jared Leto, Greta Lee y Arturo Castro en un fotograma de la película 'Tron: Ares' · Fotografía: Disney

Por título, nombres implicados y estudio, ‘Tron: Ares’ es uno de los estrenos más llamativos de la semana, con permiso de la disparatada ‘Bala perdida’, la desatada ‘Vieja loca’, la tramposa ‘Una casa llena de dinamita’ y la elegante ‘Downton Abbey: El gran final’. Y si llama la atención el título de Disney sobre el resto es porque apela a la muchas veces nociva nostalgia. También por sus ‘jets’ de luz, que funcionan como un cartel de neón siempre encendido para captar la atención del espectador y convencerle de que entrar en su sala es la decisión apropiada. Sin embargo, más allá del vistoso juego de luces que propone, la nueva entrega de la franquicia iniciada en 1982 con ‘Tron’, la tercera película de este universo –entre medias ha habido alguna serie, corto y película animada–, no deja de ser un envoltorio que desaprovecha a un grupo de actores y actrices con talento para ponerles al servicio de una película repetitiva, previsible, con una trama que huele a añejo -aunque la IA esté en boca de todos– y a la que le habría sentado bien un recorte en el metraje.

La película, dirigida por Joachim Rønning sobre el guion de Jesse Wigutow, con historia de David DiGilio y él mismo, arranca con una suerte de introducción cargadísima de información y aderezos visuales que corre el riesgo de sobrecargar el sistema (cerebro) de quien no haya visto las películas anteriores. Y, aún así, viene a decir que da igual no haberlas visto, porque ya se encargan ellos de ponerte al día del jaleo empresarial que se traen entre manos en este mundo que pretende combinar el de unos y ceros con el de carne y hueso y para lo que necesitan un código de permanencia. Así lo llaman. El jaleo enfrenta a dos empresas, personificadas en sus jefes. A un lado, Eve Kim (Greta Lee), una chica con trauma fraternal a cuestas, con buen fondo y mejores intenciones, que ejerce como discípula aventajada de Kevin Flynn (Jeff Bridges). Al otro, Julian Dillinger (Evan Peters), un rico heredero de ambición tan desmedida como escasos escrúpulos, hijo de Elisabeth Dillinger (Gillian Anderson) y creador de los programas Ares (Jared Leto) y Athena (Jodie Turner-Smith).

Con el mapa de personajes desplegado, los derroteros de la trama resultan obvios: humanidad versus IA. Tan de hoy como manido. Y, como trasfondo, el eterno dilema de si la inteligencia artificial es nociva o no y si esta puede llegar a tener más humanidad, en el sentido de empatía y compasión, que un ser humano real. De ahí el comentario del olor a añejo de la trama. Porque, a estas alturas de la cinefilia, no deja de ser poco atrayente otra película más con un argumento así. Incluso cuando, teniendo en cuenta las dos entregas anteriores, se puede entender por evolución natural de la franquicia que esta entrega de ‘Tron’ apostase por dar el salto a la inversa: del mundo virtual al real.

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