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Crítica

'Lilo y Stitch' se aferra al espíritu familiar, el mensaje y la cuquez para emocionar y encandilar

Maia Kealoha encarna a la Lilo perfecta y derrocha química con el alien más travieso del cine en una película que funciona más en la emoción que en la diversión

Madrid·Actualizado: 23.05.2025 - 05:30
Maia Kealoha en un fotograma de la nueva versión de 'Lilo y Stitch'
Maia Kealoha en un fotograma de la nueva versión de 'Lilo y Stitch' · Fotografía: Disney

No cuenta nada singular ‘Lilo y Stitch’, aunque se afane en darle una vuelta al material original de 2002. Sin embargo, eso no es óbice para que el resultado de esta nueva aventura de la pequeña hawaiana y su mascota alienígena haya resultado ser un soplo de aire fresco en el desierto que se han convertido las reinterpretaciones en acción real de los clásicos por parte de Disney. Desierto por lo seco y desamparado del contenido, que cuenta con pocos oasis, no porque no esté hiperpoblado, que lo está. El director Dean Fleischer Camp, con guion de Chris Kekaniokalani Bright y Mike Van Waes, consigue revitalizar una historia cuya iconografía –léase Stitch– ha calado tanto en la cultura popular que su imagen ha seguido generando 'merchandising' pese al lapso de tiempo entre el estreno original y el que desembarca este viernes en las salas de cine.

Desde la generalidad, esta ‘Lilo y Stitch’ funciona mejor en lo emotivo que en lo divertido. Una afirmación que puede sonar negativa, pero que en realidad no lo es. Yendo a lo concreto, lo que hacen Kekaniokalani y Van Waes es apelar a dos públicos distintos y jugar a dos niveles con herramientas diferentes. La diversión de la película interpela directamente a los más pequeños. El humor infantil del que hace gala puede conquistar a los adultos, cierto, sin embargo está pensado para los niños: por lo físico de muchos de sus gags, por la fácil identificación en las travesuras de sus dos protagonistas de menor estatura y por ese mirar a los adultos como si fuesen más extraterrestres que un bicho creado en un laboratorio y venido del espacio. Hay más choque de mundos entre niños y adultos que entre seres humanos y alienígenas.

Ahí, en ese conflicto, es donde entra lo emotivo, lo que apela más a los adultos que a los infantes, que sabrán ver y entender el mensaje en su muchas veces infravalorada capacidad de compresión. ‘Lilo y Stitch’ está recorrida por el sentido de la palabra ‘ohana’ (familia en hawaiano) y el viaje que hacen todos y cada uno de sus protagonistas va en esa dirección. Su objetivo vital es entenderla, asimilarla y, como llega a decirse, darse cuenta de que da igual que esté rota y sea pequeña, la familia sigue siendo familia. Y, más importante aún, puede estar conformada por lazos de sangre, pero también puede ser parte de ella un vecino, un amigo o hasta un alien exiliado. El espíritu familiar del que Chris Sanders y Dean DeBlois impregnaron el material original se mantiene intacto aunque algo actualizado. Una lástima que en los cambios, que haberlos haylos, se haya perdido por el camino el gusto por los vestidos de Pleakley, al que aquí da vida un divertidísimo Billy Magnussen.

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