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Crítica | Festival de Venecia

Mariana Rondón y Marité Ugás muestran contundencia y verdad con 'Aún es de noche en Caracas'

Las veteranas directoras adaptan con gran acierto la novela ‘La hija de la española’, de Karina Sainz Borgo, con la colombiana Natalia Reyes como protagonista

Venecia·
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Fotograma de la película 'Aún es de noche en Caracas'
Fotograma de la película 'Aún es de noche en Caracas' · Fotografía: Festival de Venecia

Es imposible escaparme de la primera persona para escribir esta reseña sobre ‘Aún es de noche en Caracas’, la más reciente película de Mariana Rondón y Marité Ugás –adaptación del éxito editorial ‘La hija de la española’ (2019), de Karina Sainz Borgo– y que se proyectó en el marco de la sección Spotlight en la 82 edición del Festival de Venecia. Como venezolana, nacionalidad que comparto con las arriba nombradas, así como con el productor y también actor Edgar Ramírez (Absolute Artists), pongo en valor la necesidad e importancia de contar –tanto en el cine como en la literatura- la tragedia humanitaria que desde hace más de dos décadas sufre Venezuela bajo el régimen de un gobierno autoritario. Pero más allá de la relevancia de ‘narrarnos’ (‘Simón’, de Diego Vicentini, es otra muestra de ello), está el hecho de qué y cómo se cuentan nuestras historias.

Sainz Borgo lo supo hacer con el relato desgarrador y lleno de verdad de Adelaida, una mujer que lo pierde todo: su madre, su casa, su país, hasta su propia identidad; su vida se cae a pedazos, y al unísono su entorno, en plenas manifestaciones del 2017, cuando solamente en Caracas se registraron cientos de muertes, y otros cientos más de desaparecidos. En la pantalla, con pocas escenas Rondón y Ugás introducen al espectador en un escenario caótico y violento en el que se expropia y pisotea, en el que los colectivos (una especie de perversa milicia motorizada) junto a la policía y militares matan en plena calle a manifestantes y pasantes. Insertar imágenes reales de aquellas manifestaciones pone en contexto a los espectadores, mientras que a los venezolanos nos vuelve a colocar en aquel estado de impotencia, incertidumbre, rabia y tristeza.

A través de la historia íntima de Adelaida (con la fuerza, vulnerabilidad y gran habilidad interpretativa de Natalia Reyes) se ve y se padece ese entorno hostil que la llevará a tomar una decisión vital. La novela, ya de por sí redonda y de un ritmo sostenido y vertiginoso, además de ser bastante cinematográfica, en manos de las artífices de ‘Pelo malo’, ‘Zafari’ y ‘El chico que miente’ mantiene su esencia, logrando el mismo efecto perturbador en los espectadores. Acostumbradas a alternarse la dirección y producción de sus filmes, esta vez Mariana Rondón y Marité Ugás asumen en conjunto la dirección y la adaptación de la novela, tomando las decisiones correctas para proporcionarle a la historia los dispositivos cinematográficos necesarios para traducir la literalidad a lo visual.

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