Entrevista
Elena Trapé: "Yo haría feliz una película de Marvel o Harry Potter, aunque luego lo que me sale es otra cosa muy distinta"
La directora catalana regresa a Málaga con 'Els encantats' cinco años después de hacerse con la Biznaga de Oro con su anterior película, ‘Las distancias’.
Elena Trapé (Barcelona, 1976) está de vuelta en el Festival de Málaga cinco años después de que la Biznaga de Oro a la generacional ‘Las distancias’. Cuando Kinótico le pregunta cómo han cambiado las cosas desde esa confirmación como directora, la catalana responde de forma espontánea y directa, una actitud que se repite a lo largo de la entrevista. “Esta pregunta es muy fuerte, eh”, dice entre risas. “Creo que esta película es más madura. Hay una apuesta de concepto más arriesgada que creo que ha sido posible por todo lo que he ido haciendo a lo largo de estos años de ficción en distintos registros y estando en contacto con distintas personas. Me siento muy orgullosa de mi crecimiento a nivel de factura, de puesta en escena y de tono”.
En lo personal las cosas también han cambiado mucho. Desde su última participación en Málaga, Trapé se ha convertido en madre, un tema que atraviesa de lleno su tercer largometraje: ‘Els encantats (Los encantados)’. Aunque asume la casualidad de que su última película esté protagonizada por una actriz que viene de hacer otra película sobre la maternidad como ‘Cinco lobitos’, Trapé lamenta que pueda existir la percepción de que se hacen muchas películas sobre la experiencia de ser madre. “Si nos ponemos, creo que seríamos incapaces de sacar una lista de diez historias sobre la maternidad en los últimos diez años. No existe”, zanja.
Laia Costa interpreta a Irene, una madre que tras su reciente separación se enfrenta por primera vez a la ausencia de su hija de cuatro años, que está pasando unos días con su padre. Incapaz de adaptarse a esta nueva realidad, decide viajar a un pequeño pueblo del pirineo catalán donde tiene una casa, buscando recuperar la seguridad y la calma que siente que hace tiempo ha perdido. “Cuando se estrena una película protagonizada por dos investigadores, uno listo y otro gracioso, no surgen este tipo de comentarios”, explica en referencia a la clase de prejuicios con los que tienen que batallar únicamente las directoras.
“Hay una mirada muy reduccionista respecto al “pack” de las chicas y a los temas a los que se supone que tenemos legitimidad para hablar de ellos. Es algo que responde básicamente a los roles de género en los que nos hemos criado y que deberíamos superar o romper. Es muy cansino, de verdad”. Trapé reconoce que en varios momentos de su carrera se ha dado cuenta de que simplemente le estaban ofreciendo proyectos para cubrir una serie de cuotas. “Es imposible que para esta producción así haya salido mi nombre”.
La importancia de trabajar fuera
En el tiempo que ha pasado desde ‘Las distancias’, la directora ha trabajado en series como ‘HIT’, ‘Boca Norte’ y ‘Rapa’. Trapé confiesa que no descarta la idea de hacer una película de encargo en el futuro, como han hecho otras directoras de su quinta como Arantxa Echevarría (‘La familia perfecta’), Alauda Ruiz de Azúa (‘Eres tú’) o Lucia Alemany (‘Mari(dos)’). “Yo haría una peli de Marvel súper feliz, ¿sabes? Sería feliz haciendo un Harry Potter. Es un cine que veo y que disfrute, aunque luego lo que me sale es otra cosa muy distinta”. Los encargos no son algo nuevo ni peyorativo para alguien que empezó en la industria trabajando en el mundo de la televisión. Trapé reconoce que su experiencia reciente en televisión le permite aprender de otros directores. “Este es un trabajo muy solitario y me encanta compartir serie con otra gente a la que admiro. Mucha gente decía: ‘¿Elena Trapé haciendo ‘Élite’?’ Pues sí, y he sido muy feliz”.
‘Els encantats’ supone un paso adelante en lo narrativo para la barcelonesa. Después de contar historias corales y generaciones con ‘Blog’ y ‘Las distancias’, su nuevo trabajo es un estudio de personaje que sigue en todo momento la perspectiva de esa madre que sufre a la hora de despegarse de su hija por primera vez. La historia surgió cuando Trapé pensó en hablar de este dolor que no sabía que podía aparecer cuando de repente una madre se da cuenta de que se va a perder momentos vitales de su hijo. “De repente todo empezó a girar alrededor de ella. Es verdad que empezamos la historia con algo más coral. Había cambios de punto de vista y estábamos más con personajes como Gina y Agustín. Al final nos dimos cuenta de que la historia que queríamos contar era otra”. Ese “nos” hace referencia a su coguionista, Miguel Ibáñez Monroy, con el que ya había trabajado en ‘Las distancias’ y la serie ‘Boca Norte’.
La tercera pata de esta historia es Laia Costa, una actriz que llegó al proyecto de casualidad y que no ha podido estar en Málaga presentando la película al estar inmensa en los últimos días de rodaje de ‘Un amor’, la nueva película de Isabel Coixet. Fue precisamente la autora de ‘Mi vida sin mí’ la que sugirió el nombre de Costa para este proyecto. Trapé estaba haciendo un casting con actrices catalanas que fuesen madres cuando Coixet le contó que la actriz, con la que había rodado ‘Foodie Love’, era madre. “Es una actriz que siempre me ha gustado. Hay algo que te enamora profundamente. Cuando le mandamos el guión, me llamó enseguida y me dijo que quería hacerlo”. Trapé sintió un chute de felicidad inmediato: ya había encontrado a su protagonista.
Una cuestión de mansplaining
Irene recibe en su casa de los Pirineos a un ligue ocasional con la esperanza de olvidarse de sus anhelos domésticos. Daniel Pérez Prada interpreta a lo que, sobre el papel, debería ser un potencial compañero de viaje aparentemente perfecto: un hombre heterosexual de 40 años que quiere ser padre, porque ya ha hecho todo lo que tenía que hacer, y que está en ese momento de decir “yo compro el pack completo: contigo, con la hija, lo compro todo y vengo entregado”. En un momento de la película, el personaje siente la necesidad de recomendarle a la anfitriona de la casa en qué lugar debería colocar la mecedora. “Nos hacen esas cosas constantemente”, ríe, la directora. “Qué mal hemos explicado las cosas si el otro cree que lo que quiero es que me soluciones la vida. Me parece divertidísimo ese momento. Con la edad, los roles heteronormativos me deprimen mucho”.
En los últimos años las directoras españolas acumulan victorias en los Goya y en festivales internacionales, con Carla Simón haciendo historia con el Oso de Oro de ‘Alcarràs’ en Berlín. No importa. El mansplaining sigue vivo en el cine español. “Esta es una discusión que tengo con muchos compañeros. Aunque yo dentro de un equipo de rodaje ocupe un cargo privilegiado, que me ha costado lo mío que me tomen en serio, la realidad es que el set sigue siendo un campo de nabos”.
En sus películas, muchas mujeres ocupan posiciones de poder. “No es que haga una discriminación positiva, es que yo sé que esa persona lo tiene mucho más difícil. El reto no está en los auxiliares o los ayudantes, es una jefa de equipo. El reto es tener un presupuesto de cinco millones de euros. El reto es ser primer director en un proyecto. El reto es un thriller, es la ciencia ficción, no estos temas caseros que son como cuando en los quioscos tienes la sección femenina. Ese es un espacio en el que no se cuestiona nada”.
La directora cree que la crisis ayudó a que, ante la falta de dinero, los productores estuvieran más abiertos a apostar por directoras. También es importante que las escuelas de cine produzcan sin tener en cuenta la clásica discriminación. “A veces me he sacado fotos con mi equipo y digo: ‘aquí estoy, amigos, con estos señoros que me están contando que lo de los puntos es súper injusto y que si no hay una jefa de sonidos, es porque no existe’. Espérate un momento que te paso quince teléfonos”, reconoce una profesional que dirigió su primer corto en el año 2006. Para Trapé, es un problema que se extiende a la estructura de la sociedad. “No es algo que pase solo en el cine. A mí me hace mansplaining el camarero. Le pido un vino y le digo algo. Pues me va a decir que no, y lo va a defender un buen rato, ¿sabes?”, concluye entre risas.
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