Entrevista

Catherine Breillat, una eterna rebelde: "Los coordinadores de intimidad son unos impostores, unos censores y estafadores"

La directora francesa, autora de ‘Romance X’ y ‘Una vieja amante’, ha recogido en el Festival de Sevilla el Giraldillo de Oro, un reconocimiento a una carrera en la que ha sido tildada de pionera y polémica por su retrato del sexo y del placer femenino

Sevilla·Actualizado: 25.11.2023 - 07:07
Catherine Breillat recoge el Giraldillo de Honor del Festival de Sevilla en reconocimiento a toda su carrera
Catherine Breillat recoge el Giraldillo de Honor del Festival de Sevilla en reconocimiento a toda su carrera · Fotografía: Lolo Vasco

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Catherine Breillat no tiene miedo a nada. Apenas han pasado unas horas desde que se subió al escenario de la Real Fábrica de Artillería para recoger el Giraldillo de Honor cuando la directora de 75 años se sienta hablar con Kinótico sobre sus cinco décadas de carrera y su primera película en diez años, 'El último verano', seleccionada en la competición del último Festival de Cannes. El homenaje del Festival de Sevilla reconoce la trayectoria de una cineasta pionera, una eterna figura polémica en el cine francés gracias a sus revolucionarios retratos del deseo femenino y el sexo gracias a películas como ‘Romance X’ (una de las pocas películas comerciales que han incluido una escena de sexo real en su metraje) y ‘Una vieja amante’.

En una reveladora conversación la directora recuerda sus inicios en el cine (cuando tenía 16 años, el director de la Escuela Francesa de Cine le dijo a su padre que no se molestase en presentarse porque las mujeres solo podían ser script en un rodaje) y reflexiona sin cortapisas sobre la mirada actual de la sociedad y la industria del cine al sexo, desde su respuesta al movimiento #MeToo a la implantación de la figura del coordinador de intimidad, con el que llegó a trabajar en su último rodaje. Breillat, además, reconoce que siente que es un referente de la nueva generación de directoras como Celine Sciamma, Julia Ducorneau o Audrey Diwan, aunque no le interese su cine. Breillat sigue sin tomar rehénes 47 años después de su debut con 'Une vraie jeune fille', proyectada por primera vez en España en 2019 en un ciclo de La Casa Encendida. Durante los últimos meses, la francesa ha estado trabajando en la restauración de toda su filmografía. Dentro y fuera de la pantalla, Breillat todavía tiene mucho que decir.

¿Qué se siente al ser reconocida con este Giraldillo de Oro tras 50 años, casi toda su vida, haciendo cine?

Es todo un honor y una gran felicidad recibir este premio. Cuando yo era pequeña, yo no quería hacer películas con una vocación popular o de entretenimiento. Quería contar historias que pudieran dar la vuelta al mundo. No quería hacer películas francofrancesas, como lo llamamos nosotros. No quería pasarme de francesa. Me alegra mucho ser reconocida fuera de Francia.

En su discurso de aceptación del premio habló de referentes que le marcaron en su juventud, como Buñuel o Bergman. ¿Qué despertaron en usted esas películas?

Yo vivía en una pequeña ciudad de provincias, un lugar con un ambiente opresor. Cuando era joven sentía que estaba destinada a ser la profesora del instituto en el que estaba estudiando. Era un mundo muy cerrado y muy restringido. Cuando conocí el cine de Buñuel y Bergman sentí cómo se abría mi mundo. Sus películas me mostraron una realidad que no conocía, pero que sentía como mía. Yo no lo sabía, pero esas películas estaban retratando mi mundo. A veces me encuentro con mujeres que me dicen que mis películas han despertado algo en ellas. Siempre les digo lo mismo: la ficción es muy importante, porque para conocerse hay que reconocerse. Y eso pasa gracias a las películas. Las emociones son también muy importantes en ese sentido.

Catherine Breillat debutó como directora en 1976 con 'Une vraie jeune fille'
Catherine Breillat debutó como directora en 1976 con 'Une vraie jeune fille' · Fotografía: La Casa Encendida

En ese discurso también habló de la importancia de abrir camino a otras directoras. ¿Cómo fue empezar a hacer cine hace 50 años, cuando los referentes, como Agnès Varda, se podían contar con los dedos de una mano?

"Con 16 años, el director de la Escuela Francesa de Cine le dijo a mi padre que para qué iba a intentarlo, lo máximo que podía hacer según él era trabajar como script" (Catherine Breillat)

Yo no tenía referentes de mujeres directoras, aunque el género nunca me ha parecido importante. Lo que importa es la firma, la personalidad, no que sean hombres o mujeres los que hacen la película. Cuando tenía 16 años ya me había sacado los estudios de Bachillerato y lo que quería era ser directora de cine. Quería entrar en la Escuela Francesa de Cine. El director de entonces le dijo a mi padre que para qué iba a intentarlo, porque la única que había conseguido entrar antes era Agnès Varda y que ella era la excepción que confirmaba la regla. Lo máximo que podía hacer según él era trabajar como script. Estaba destinada a ser una parada en el cine francés. Eso me enfadó tanto y me dio tanta rabia que decidí escribir un libro. Pensé que siendo tan joven, si escribía un libro, me facilitaría hacer una película. Así fue. Yo no soy una directora convencional. Siempre he sido una autodidacta que se ha inspirado en los otros directores y pintores. Mi primera película, ‘Une vraie jeune fille’, estaba muy influenciada por los pintores hiperrealistas americanos de la época.

Este año se va a lanzar una restauración de su obra. ¿Cómo ha sido volver a enfrentarse a sus antiguas películas?

He restaurado todas mis películas. Creo que es un trabajo muy importante. Sin una digitalización, esas películas se acabarían convirtiendo en una pasta verde. Quien conozca mi obra sabrá que soy una directora especialmente sensible a los colores: en los trajes, en la piel, en el decorado… Me gustaba mirar en los pintores del siglo XVI y el siglo XVII para inspirarme en su aproximación al color. Al principio siempre me preguntaban qué dominante quería para mi película, ¿marrón o azúl? Yo quería todos los colores. Ahora viendo mis películas me he dado cuenta de que siempre he estado ahondando en el mismo surco. Siempre me ha obsesionado la idea de enseñar y explorar el deseo femenino. Por supuesto, también he explorado el deseo masculino, pero el deseo de la mujer es un tema que siempre ha estado presente en mi cine.

Catherine Breillat vuelve al cine diez años después con 'El último verano'
Catherine Breillat vuelve al cine diez años después con 'El último verano' · Fotografía: Festival de Cannes

El deseo femenino y la moralidad vuelven a estar presentes en su nueva película, ‘El último verano’. ¿Cómo ha sido volver a dirigir después de 10 años y con una adaptación de otra película, ‘Reina de corazones’?

Vino a verme el productor Saïd Ben Saïd con la idea de hacer un remake de una película danesa. Cuando leí el proyecto me encontré un guion imponente del que me podía perfectamente apropiar. Me sedujo una historia que hablaba de la negación, el autoengaño que se hace una mujer. Hacer esta película ha sido como volver a vivir. Al final el deseo despierta la voluntad de hacer algo. La verdad es que si Saïd Ben Saïd no hubiera estado ahí, no hubiera hecho nada, seguramente por la mirada de los demás. Me había convertido en una jubilada y nadie iba a darme nada. ¿Por qué? No lo sé, porque no sería rentable, porque no sería guapa, porque soy agotadora… Con esta película recordé que cuando estoy en un plató, puedo con todo. Para mí hacer ‘El último verano’ ha sido volver a vivir. El deseo no es algo meramente sexual. El deseo es algo fundamental para que una persona tenga ganas de vivir y ganas de expresarse. Va mucho más allá.

'El último verano', otra vuelta de tuerca al deseo femenino

‘El último verano’ es una nueva versión de la película danesa ‘Reina de corazones’. La producción de Saïd Ben Saïd (‘Elle’, ‘Benedetta’) cuenta la historia de Anne (Léa Drucker), una brillante abogada que vive en perfecta armonía con su marido Pierre (Olivier Rabourdin) y sus hijas de seis y ocho años en una casa en las alturas de París. Un día, Theo (Samuel Kircher), de 17 años, hijo de un matrimonio anterior de Pierre, se muda con ellos. Anne se siente atraída por Theo y poco a poco inicia una apasionada relación con él, poniendo en peligro su carrera y su vida familiar.

Usted hablaba del sexo y del placer de la mujer cuando nadie se atrevía a hacerlo. ¿Qué piensa de la evolución en la forma en la que la sociedad y el cine actual se habla de conceptos como el sexo o la moralidad?

Para hacer esta película yo me inspiré mucho en la obra de Caravaggio. Con esta película quería decir que el placer puede ser muchas cosas, pero el deseo es único. Para mí el deseo es algo intrínseco en la experiencia del ser humano. El deseo es el que ha garantizado la supervivencia de la especie humana. Aunque hay muchos tipos de deseo (puede ser metafísico, intelectual, depravado…), la verdad es que es un concepto que apenas se ha explorado a nivel filosófico. Creo que el deseo no es lo que rebaja a las personas, sino lo que nos hace salir de la animalidad. El deseo es lo que nos hace humanos.

"El movimiento #MeToo ha confirmado que yo tenía razón. El problema es que ahora hemos visto la otra cara de la moneda de este movimiento" (Catherine Breillat)

La evolución ha sido positiva. El movimiento #MeToo ha confirmado que yo tenía razón. Siempre he sido una entomóloga, una observadora. La mirada que he puesto en los hombres era ciertamente cruel, pero también tierna. Lo que ha demostrado el #MeToo es que yo estaba diciendo la verdad. El problema es que ahora hemos visto la otra cara de la moneda de este movimiento. Fíjate, por ejemplo, en la figura de los coordinadores de intimidad, un coach que está presente cuando se ruedan escenas íntimas. Los actores trabajan con su cuerpo, pero a mí lo que me interesa de ellos es su intimidad y sus caras. Creo que esos coaches impiden muchas veces que se puedan filmar esas caras, que es donde está la intimidad. Estas personas han aparecido de la nada y no tienen ninguna ciencia ni ninguna titulación. Para mí son unos impostores y unos censores. Ya hay muchos productores que también lo están imponiendo. Al final la verdad es que lo único que hacen es costar dinero a una película y son unos estafadores. En ‘El último verano’ tuve que trabajar con uno.

Céline Sciamma recoge el premio a Mejor Guion en Cannes por 'Retrato de una mujer en llamas'
Céline Sciamma recoge el premio a Mejor Guion en Cannes por 'Retrato de una mujer en llamas' · Fotografía: Gtres

Cuando empezó en el cine no había apenas referentes femeninos, pero ahora sí que hay una generación de directoras en las que se pueden encontrar rastros de los temas que habitan su cine. ¿Qué piensa de la mirada al cuerpo o al placer femenino de directoras como Céline Sciamma, Julia Ducorneau o Audrey Diwan?

Ahora pasa lo contrario. Yo soy el referente de ellas (ríe).

¿Qué le parecen sus películas, tiene debilidad por alguna de ellas?

"Sí, soy un referente para las nuevas directoras francesas, pero no me interesa Céline Sciamma. Prefiero ver 50 veces una obra maestra a otras cosas" (Catherine Breillat)

Prefiero ver 50 veces una obra maestra a otras cosas. Para mí los maestros son gente como Bergman, Eisenstein o Buñuel. Para hacer buenas películas tiene que haber una firma privilegiada detrás. No me gusta que se establezcan categorías. Para mí no hay diferencias entre hombres y mujeres. Solo hay obras maestras.

Confesaba antes que la industria la daba por jubilada, pero que había vuelto a sentirse viva haciendo ‘El último verano’. ¿Le gustaría volver a dirigir otra película?

Quiero morirme en un plató y me gustaría hacer muchísimas películas más. Es mi vida. Sí quería aprovechar la oportunidad para decir que sí hay una directora, Barbara Loden, que me parece la única que ha hecho una obra maestra a pesar de tener un formato particular y no tener dinero para hacer películas. Jane Campion también me gusta mucho. Céline Sciamma no me interesa.

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