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Entrevista

Eduardo Casanova ('Al margen'): "Todas mis películas acaban siendo controvertidas y polémicas, aunque yo no quiera"

El actor y director se adentra en el género documental con 'Al margen', disponible en Filmin y en la que sigue a Moisés, a quien conoció en el Metro de Madrid

Madrid·Actualizado: 17.12.2024 - 06:30
El director y documentalista Eduardo Casanova presenta su nuevo largometraje, 'Al margen'
El director y documentalista Eduardo Casanova presenta su nuevo largometraje, 'Al margen' · Fotografía: FILMIN

Todo es verde. Igual tiene que ver con Hitchcock. Igual tiene que ver con Truffaut. Pero la cuestión es que todo es verde. Tanto en 'Al margen', nuevo largometraje de Eduardo Casanova en el que se adentra por primera vez en la no ficción, como en la ropa y en la estancia desde la que el actor y director enciende su cámara para atender a Kinótico. Todo es verde, pero, ¿puede ser también amarillo? "Si hiciéramos una especie de terapia, remontándonos al origen, este proyecto nace de querer ver y escuchar todo aquello que por ignorancia o por desconocimiento nos han dicho que no miremos. Siempre he querido que la gente pueda ver lo que no se puede ver según los parámetros establecidos, lo que nos han dicho que no se puede ver", comienza explicando Casanova, sobre un documental en el que seguimos a Moisés, drogodependiente y víctima de un intento autolesivo fallido en el que, después de prenderse fuego, quedó desfigurado por completo.

"No pretendo ser abanderado de nada, pero siempre me han llamado la atención las personas que habitan este mundo con mochilas muy grandes, por su físico, su identidad o su forma de ser. El humano es gregario, y es muy difícil relacionarse con una sociedad que te echa constantemente. Ese martirio me parece complicadísimo", apunta el realizador, que aquí baja al barro y a una consciencia de crudeza nunca antes vista en su cine: "su" Moisés, además de ser parte de recreaciones digitales del incidente que marcó un antes y un después en su vida, se droga delante de la cámara, se declara conspiracionista en un montón de frentes y se desnuda como un ser abusivo y radical. Todo ello ante la cámara sincera de Casanova, que si bien se desentiende de lo moral -como en el resto de su filmografía- abraza una ética de mero observador. "No me puedo comparar con la gente, por mi privilegio. Pero creo que todo mi cine viene de esa sensación de mutar para encajar, por eso me parece que hay algo muy interesante en las personas que renuncian a ello. En vivir al margen de la sociedad", completa.

Autor autoexplicativo y acaso el que más de nuestra cinematografía contemporánea, por su capacidad para levantar mundos propios, Casanova firma una declaración de intenciones en el primer fotograma de la película: no condona nada de lo que aquí se muestra. Pero se muestra. Y con un ojo de pez omnisciente que le separa, incluso en la filigrana visual, de la narración: "Hay dos reglas, dos axiomas en mi cine. El primero es que todas mis películas acaban siendo controvertidas y polémicas, aunque yo no quiera. Y supongo que eso tiene que ver con mi forma de ser y mi forma de contar. Las películas son reflejos de lo que somos, y yo siempre he sido el raro y el que habla de más. Y luego, creo que está el proceso por el que paso en una película. Me pregunto si lo que hago está bien o está mal. Y, sobre todo, me planteo constantemente si lo que estoy haciendo, lo que estoy grabando puede hacer daño a alguien", explica el realizador.

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