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Crítica | Series

'The Pitt', una serie médica sólida y heredera de 'Urgencias' que sostiene el carisma de Noah Wyle

Max estrena este viernes, 10 de enero, los dos primeros episodios de la serie creada por R. Scott Gemmill y ambientada en un hospital de Pittsburgh (Estados Unidos)

Madrid·Actualizado: 09.01.2025 - 06:30
Noah Wyle en una imagen promocional de la serie 'The Pitt', de Max
Noah Wyle en una imagen promocional de la serie 'The Pitt', de Max · Fotografía: Warner Bros.

No es lugar este, una crítica, para juzgar si ‘The Pitt’ es o no es, como alegaban este verano en la demanda presentada por los herederos de Michael Crichton, un reboot no autorizado de ‘Urgencias’ ('ER', en inglés). Ese veredicto ya llegará, cuando toque. De lo que aquí se trata es de valorar la serie como serie y si esta funciona. Para esto, la respuesta es sí. R. Scott Gemmill, creador para Warner de ‘The Pitt’ y quien fuera productor y guionista de ‘ER’, consigue en solo dos episodios –los que se estrena este viernes en Max en España– cogerle el pulso a todo un equipo médico, a la sanidad estadounidense (las de los no ricos) y a un cabeza de equipo, el doctor Michael ‘Robby’ Robinavitch, que se mete en el bolsillo al espectador en menos de dos horas. Todo lo que le pase importa e interesa. Y en eso, huelga decirlo, tiene mucho que ver la capacidad de despertar empatía de Noah Wyle.

La acción de ‘The Pitt’ transcurre en el Pittsburgh Trauma Medical Hospital, un hospital al que su jefe de urgencias, el doctor Robinavitch, entra con música en los oídos para dar comienzo a un turno que, dice uno de los personajes, en principio es de ocho horas, pero puede alargarse hasta las 12. La serie, sin embargo, se extiende a las 15 horas, una por capítulo, y abarca un solo turno. Los dos primeros episodios cubren de las siete a las nueve de la mañana y en solo dos horas (algo menos ya que cada capítulo ronda los 50 minutos de duración) pasan tantas cosas, tantos pacientes, que es casi imposible llevar la cuenta. El ritmo, como en una sala de urgencias de una ciudad grande o mediana –la población de Pittsburgh supera los 300.000 habitantes–, no decae en ningún momento, aunque se haya acelerado un poco para dramatizar. El trasiego de pacientes es continuo. Y con ellos, para atenderles, un equipo médico en el que no faltan la enfermera jefe y su equipo, el cuadro de médicos titulares, adjuntos y residentes de distintos años y trabajadores de otras posiciones.

Está quien desborda entusiasmo, quien derrocha ego y prepotencia, quien lidia con la inseguridad y hasta quien pronto ve colgar en su espalda el cartel de ‘hija de’. Todo eso salpicado con pequeños detalles personales que se van liberando como el paracetamol en un gotero para dar profundidad a los personajes, establecer dinámicas e iniciar un arco que, y no es sencillo, deberá llegar a un punto en solo 15 horas. El reparto principal lo componen Tracey Ifeachor (Dr. Collins), Patrick Ball (Dr. Langdon), Supriya Ganesh (Dr. Mohan), Fiona Dourif (Dr. McKay), Taylor Dearden (Dr. King), Isa Briones (Dr. Santos), Gerran Howell (Whitaker), Shabana Azeez (Javadi), Katherine LaNasa (Dana Evans). Unos cuajan mejor que otros. No todos funcionan igual de bien. Al menos, no de entrada. Quien sobresale, por trama, presencia e importancia, es el mencionado jefe de urgencias.

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