Entrevista
Radu Jude: "Tomarse demasiado en serio a uno mismo, a tu propio arte, es un poco ridículo"
El director rumano recibió anoche el premio honorífico Luna de València que entrega el festival Cinema Jove y que reconoce toda su trayectoria como cineasta

Es una de las figuras más respetadas del cine de autor contemporáneo... y camina con la prisa que se le presume tras ver sus películas. El director rumano Radu Jude, ganador del Oso de Oro en Berlín amén de un sinfín de reconocimientos en los festivales más importantes del mundo, llega a Valencia acordándose de Zaragoza: "Tengo muchos familiares allí, que trabajan aquí y que llegaron a principios de los 2000, como muchos de los rumanos que hay en España", explica a Kinótico el realizador, que además presentó un díptico ensayístico el pasado noviembre en Gijón. España, al menos en su fase cinematográfica, le quiere. Y así lo ha demostrado también el festival Cinema Jove, por el que se va a pasear esta semana como flamante premio Luna de València, un reconocimiento honorífico que ya han levantado y celebrado Sean Baker o Mia Hansen-Løve.
"Depende de lo que tarde en morirme", responde bromista el realizador de 'No esperes demasiado del fin del mundo' o 'Kontinental' 25', acerca de si es pronto para recibir un premio a toda la carrera con apenas 48 años. Y sigue: "Espero que sí, que sea demasiado pronto. Se lo comenté al director del Festival de Transilvania y se rio de mí, me dijo que me estaba muriendo. Pero aprecio el honor y la oportunidad. Me da hasta un poco de vergüenza estar en la misma lista que algunos que lo han ganado, porque siento que no he hecho los méritos suficientes", confiesa Jude. "Estoy trabajando en muchas cosas a la vez, y no me da tiempo a reflexionar sobre qué significa o deja de significar mi carrera, pero sí pienso en ella en términos relativos. ¿Ya ha hecho esto? No me interesa. ¿Ya lo ha hecho otro? Aún menos. Pero también creo que tomarse demasiado en serio a uno mismo, a tu propio arte, es un poco ridículo", completa meridiano el director, que ya ha dado cuenta de esa autoconsciencia mordaz en películas como 'Un polvo desafortunado o Porno loco'.

Defensor de la escuela holística de Eisenstein como artista total, a Jude no le gustar estar quieto. Y, preguntado acerca de lo prolífico de su carrera reciente, el rumano se pone pragmático: "Es el resultado de varias cosas. Hace unos diez años decidí que me iba a dedicar al cine para vivir. Antes de eso, dirigía, pero tenía que dedicarme a otras cosas también. Haciendo televisión o publicidad, videos musicales, incluso. Me cansé. Decidí concentrar mi talento, por poco que tenga, en hacer películas. Fue una decisión muy difícil, pero tuve suerte y, además, me encontré con un montón de tiempo libre", comienza a explicar el director, antes de hacer hincapié en la necesidad mental con la que relaciona su arte. "Para mí, psicológicamente, es más fácil estar activo que inactivo. Si hiciera una película cada cinco años, o cada 30 como Víctor Erice, no sabría hacia dónde ir. Desde que me dedico a esto profesionalmente, trabajo más pero tengo más paz mental, menos presión también por ser perfecto. Me puedo permitir explorar qué es y qué puede ser el cine, como creía Eisenstein".
El señor de los festivales
"No generalizaría, porque el cuerpo de festivales mundial es muy diverso y distinto, con diferentes importancias, pero creo que la clave es que los festivales sigan apelando a públicos distintos. Cuando vas a Locarno, ves claro que es un festival para la gente de la industria, apenas van algunos locales y algún cinéfilo que se puede permitir el viaje, porque es carísimo. Pero uno como este es completamente diferente. Los festivales no pueden perder de vista su condición de escaparate. Tienen que enseñarnos películas que no se puedan ver en otros festivales", opina Jude, acaso uno de los mayores expertos del mundo en qué significa presentar una película en una gran cita europea, sobre la burbuja en la que a veces parecen inmersas los certámenes cinéfilos. Y añade: "Para los cineastas, se ha convertido en una especie de trámite incómodo. No hay forma de avanzar sin un festival, pero quieres estar siempre. Es una economía de necesidad. (...) Hoy en día, una de las cosas más impresionantes que ocurre es que mucho del cine más relevante lo puedes encontrar en Instagram, o en TikTok", completa el rumano, antes de dar suelta a su nueva fascinación: el funcionamiento de TikTok y su oscuro algoritmo de recomendaciones.
"Es cine fuera de la industria. Sé que TikTok es una plataforma malévola, que genera dependencia y que, incluso, ha inferido en elecciones como las de Rumanía a través de Rusia. Hay mucha toxicidad, pero cuando le das una vuelta ves cine de lo cotidiano que es impresionante. Lo puedes encontrar en un documental de 10 segundos o en un video de un pollo que está picando. En una broma de unos chavales, o en la grabación de la ventana de un vecino. Hay mucha más originalidad, a veces", opina el director, que también sabe argumentar a la contra de sus propias tesis. "Y mucha gente me dice, vale, es idiota, está a favor de la toxicidad de TikTok. Por supuesto que no, pero lo que digo es que el cine viene en distintos formatos. Incluso en la inteligencia artificial. Lo que hace la gente en su casa es más original que lo que hace Industrial Light & Magic. Y es posible que estemos jodidos. Pero los profesionales podemos criticar eso... o hacer películas más originales, más imaginativas y más creativas. Estamos en un momento de crisis", completa de manera elocuente e inteligente el director.

Jude, que no esquiva ninguna pregunta, también tiene tiempo de responder acerca de lo político de su cine, sobre todo en un contexto en el que Rumanía, su país, acaba de esquivar la bala de la extrema derecha en unas elecciones encarnizadas que ha acabado perdiendo el populista George Simion. "Hay varias formas de entender lo político. Una que tiene que ver con una definición más práctica y más obvia, sobre la política que hay presente en una narrativa. Esa me interesa, pero no tanto como la más filosófica, la que trata sobre aplicar procesos políticos al día a día y ver cómo impactan realmente en una sociedad", remata antes de despedirse el director, que teme por la regresión austericida que cree que le espera al viejo continente y que, justo después, recogió su premio honorífico de las manos de Carlos Madrid, director del certamen.
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