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Críticas

'Puan', brillante comedia sobre un filósofo en busca de su lugar

Los argentinos María Alché (Premio Horizontes Latinos en 2018 con 'Familia sumergida') y Benjamín Naishtat (Concha de Plata a la Mejor Dirección en 2018 por 'Rojo') unen fuerzas en una original comedia sobre un profesor de filosofía en crisis

San Sebastián·Actualizado: 30.09.2023 - 19:00
Marcelo Subiotto y Leonardo Sbaraglia brillan en la estupenda 'Puan'
Marcelo Subiotto y Leonardo Sbaraglia brillan en la estupenda 'Puan' · Fotografía: Kinótico

Las expectativas eran altas ante la unión de María Alché (‘Familia sumergida’) y Benjamín Naishtat (‘Rojo’) en ‘Puan’. Dirección y guion a cuatro manos que como un tango – perdonen el lugar común – picarón, apasionado, intenso, jocoso, melancólico y agridulce – vaya retahíla de adjetivos – relatan la historia de un profesor de filosofía en una muy particular universidad porteña. Porteña que no es lo mismo que decir argentina porque en Puan, que existe y es la Facultad de Filosofía y Letras, con el subte al lado, es un microcosmo bullicioso, con una efervescencia política y mucha - muchísima – precariedad laboral en el profesorado. "Ché, ¿te han pagado?", se preguntan casi de la nada en medio de variopintas conversaciones, calzando esta interrogante como un gag hasta conducirnos a una de las tantas capas de un guion absolutamente genial de Alché y Naishat.

He comenzado por la coralidad, pero ‘Puan’ sigue la vida de Marcelo (inmenso Marcelo Subiotto), un profesor de filosofía que debe lidiar con la muerte del profesor Caselli, su mentor, amigo y colega. El duelo no lo lleva bien. La pérdida le deja huérfano de una persona que condensaba muchos roles en uno, y cuya figura era tan grande que Marcelo disfrutaba de su destello. La plaza de titular de cátedra queda libre, todos dan por sentado que Marcelo es el sustituto natural, pero nadie contaba con la aparición de Rafael Sujarchuk (un Leonardo Sbaraglia arrollador), una especie de rock star de la filosofía con carrera hecha en Alemania, que quiere volver a Buenos Aires porque se ha enamorado de una celebridad, Vera Motta (Lali Espósito)

"¿Vos no conocés a Vera Motta?", es la pregunta-chismorreo entre los profes que disertan sobre Rousseau y co., otro gag que chisporrotea las conversaciones. Sujarchuk, siempre bien vestido, virtuoso en el piano, carismático, es el opuesto de Marcelo - con su sensación de estar fuera de lugar, con esa melancolía porteña que le atraviesa transversalmente - se convierte pues en su contrincante para la plaza vacante.

Marcelo sólo brilla con luz propia cuando está frente a sus estudiantes, da igual si es en Puan, en las clases particulares de su octogenaria alumna o en un grupo de personas privadas de la libertad. Marcelo consigue con todos la máxima de la filosofía: el que se hagan preguntas, el cuestionarse, el encontrarle la quinta pata al gato que al parecer sí la tiene. Algo que por lo general no estamos dispuestos a hacer porque nos come a bocaditos la pereza de pensar, pero esa es otra historia.

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