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CRÍTICA

'Los que se quedan', un ensayo navideño sobre la soledad que se abraza y se disfruta en compañía

Este 4 de enero llega a los cines la nueva película de Alexander Payne, un retrato de un profesor malhumorado y puntilloso a quien da vida Paul Giamatti

Madrid·Actualizado: 03.01.2024 - 06:00
Los actores Paul Giamatti y Dominic Sessa, en una imagen promocional de la película 'Los que se quedan', de Alexander Payne
Los actores Paul Giamatti y Dominic Sessa, en una imagen promocional de la película 'Los que se quedan', de Alexander Payne · Fotografía: FOCUS FEATURES

En una escena clave de la película de Alexander Payne 'Los que se quedan', que dura algo más de 2 horas y 10 minutos pero transcurre en un suspiro, el personaje de Paul Giamatti confiesa que ha elegido la soledad. Que ha decidido no viajar y no refugiarse en los placeres de la carne para entregarse a la persecución de sus "metas espirituales". Impactada por la revelación de Paul Hunham, profesor de cultura clásica en el colegio privado Barton en el que ambos trabajan, el personaje de Da'Vine Joy Randolph -gerente del comedor- le pregunta por esas metas: "¿Pero va usted a la iglesia?". "Solo cuando se me requiere", responde el maestro sin dejar de mirar, con alguno de sus dos ojos estrábicos, un programa de televisión. Esos ratos entre el docente y Mary Lamb, que acaba de perder a su hijo en Vietnam, son el núcleo de la película.

Estamos en la Navidad de 1970. Hunham, a fuerza de no ceder ante las presiones de los patronos del colegio para subir la nota a sus hijos, tiene mala fama entre los alumnos y peor fama entre sus compañeros. Es puntilloso e imparte sus lecciones a la vieja usanza -si nadie confiesa la autoría de la trastada, la pagará toda la clase-, mantiene una idea muy férrea de la disciplina y no le importan mucho las consecuencias. En este contexto a Hunham le cae "el marrón" de quedarse como tutor, durante las vacaciones navideñas, de varios alumnos que no van a poder volver a sus casas: el problema para él está en que los alumnos lo desvíen de su objetivo de pasar esos días leyendo novelas de misterio, no en permanecer recluido en el centro, porque el profesor apenas sale nunca de allí.

El guion de David Hemingson, afilado como un cuchillo, no pretende que el viaje moral del protagonista sea como "debería ser", ni siquiera como ha sido casi siempre en el cine. Hunham -que ironiza sobre su desvencijado aspecto físico en varios pasajes de la película- ha elegido su soledad firmemente, ha decidido abrazarla y sacar el mejor partido de ella. Si finalmente relaja su carácter para conectar con Angus Tully [Dominc Sessa], el único alumno que permanece en el colegio, es porque encuentra un canal de comunicación adecuado para educarle; si frunce el ceño cuando descubre que la secretaria de Barton [Carrie Preston] solo está siendo sinceramente amable con él y no pretende nada más porque tiene pareja, no es la posibilidad frustrada de acabar con su soledad lo que le enfada, sino su propia torpeza perceptiva.

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