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Crítica | Series

‘Sangre y dinero’ se resuelve en su segunda parte como una partida de póker que nunca fue de farol

Filmin estrena este martes los seis episodios que componen la segunda parte de la sobresaliente serie de Xavier Giannoli, centrada en la estafa del carbono

Madrid·Actualizado: 26.03.2024 - 05:26
Fotograma de la serie francesa 'Sangre y dinero', protagonizada por Niels Schneider y Olga Kurylenko
Fotograma de la serie francesa 'Sangre y dinero', protagonizada por Niels Schneider y Olga Kurylenko · Fotografía: Filmin

Dinero, ostentación y malas (e ilegales) decisiones llaman a sangre. Ese es el esquema principal de la segunda parte de ‘Sangre y dinero’, el thriller de Xavier Giannoli centrado en la estafa de los bonos del CO2 que, tras una primera parte sobresaliente estrenada en enero, eleva la apuesta en sus seis últimos episodios. Plateada como una partida de póker –idea en la que insiste el guion en varias ocasiones por boca de sus personajes–, la serie nunca va de farol. Sus apuestas caminan sobre seguro, porque sus cartas son buenas y cada mano es aún mejor que la anterior.

Si aquella primera tanda de episodios convertía la llamada estafa del siglo en Francia en un thriller de grandes personajes y contrastes, en esta Giannoli –César a la Mejor Película en 2021 por 'Las ilusiones perdidas'– se mantiene (y crece) en lo primero, pero pasa página en lo segundo. Porque ahora, con los millones sobresaliendo de sus bolsillos, ni Fitous (Ramzy Bedia) ni Bouli (David Ayala) son solo unos simples delincuentes de poca monta; ni Attias (Niels Schneider) es solo un niño pijo adicto al dinero, la adrenalina y las drogas. Los dos primeros se han convertido en estafadores millonarios. El segundo, en un mafioso descuidado que se cree intocable. Un pecado que atesoran los tres: tan encima de la ley se creen que no dudan a la hora de publicitar en redes sociales sus excesos, desvaríos y desplantes. Un comportamiento plagado de excentricidades que cabrea y mucho, a quienes buscan meterles entre rejas y chocan una y otra vez contra el sistema, las leyes, la corrupción y la ineptitud.

El thriller sigue en el centro, pero como la partida de póker que es, cada vez son menos jugadores los sentados a la mesa y, al final, (casi) todo se reduce a dos: Attias y Simon Weynachter (Vincent Lindon). Delincuente y magistrado. Ratón y gato. Presa y cazador. Su dinámica sostiene la serie en su recta final, que se permite ahondar más aún en su psicología, en sus fortalezas y debilidades, pero también en sus obsesiones y en cómo, llegado un punto de la investigación, no se pueden entender el uno sin el otro. Sin embargo, ‘Sangre y dinero' no es tan simple como para reducir a sus protagonista a eso y les dota de tantas capas, contradicciones y humanidad que es lo que les hace prevalecer. De la mano de Schneider, Attias se convierte en un ser odioso, repugnante en lo moral, lo personal y lo humano. Y, pese a todo eso, está tan bien construido que incluso se puede entender por qué ha llegado hasta ahí. Entender no significa justificar ni empatizar, cuidado.

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