50 años del Festival de Huelva: la dignidad de una buena idea

En 'Medio siglo de cine', el mediometraje documental que ha inaugurado la edición número 50 del Festival de Huelva -dirigido por Remedios Malvárez- recuerda el fundador del certamen que la relación entre la capital onubense con el otro lado del charco era ya antigua y profunda en 1975. Que los lazos con ese "allí" que no fue descubierto por los de "aquí" (más bien fuimos a contagiar aquella orilla con nuestras cosas medievales) fueron determinantes a la hora de elegir la temática, dice José Luis Ruiz. Eso, si me lo permite el que fuera primer director de Huelva, es lo de menos: lo de más fue abrir un festival con hechuras internacionales en una ciudad con una vida cultural estrecha: no lo digo yo, lo dicen también los prohombres precursores en la película de Malvárez. Porque a través de la parte "ibero" (entonces la parte "hispano") aquí se homenajeó en vida a Luis Buñuel, que abrió una larga nómina de visitantes ilustres. Huelva pasó del rincón al centro. Al foco, por ponernos en la cosa.

En 2024, lo que aquel cine club comandado por Ruiz concibió como una buena idea... sigue demostrando toda su dignidad. Durante años, como recordaba el viernes en la gala de inauguración Javier Angulo -exdirector de Seminci y de la revista Cinemanía y presidente del jurado de esta edición- Huelva fue una rarísima avis. Traía a España el cine iberoamericano que el resto de festivales no mostraban. Hasta que San Sebastián y Málaga envidiaron esa conexión -movidos legítimamente por el lado industrial del asunto-, era en la mítica Onuba donde se disfrutaba de todos los mejores acentos del español (y el portugués). Hoy, bajo el mandato de uno de los mejores sucesores de Ruiz -Manuel H. Martín- el Festival de Cine Iberoamericano de Huelva presume de una programación afinadísima, de haber intensificado su relación con el público de la ciudad y de robustecer, año a año, esa dignidad de quien mejor (y más humildemente) conoce la materia que aborda.

No sé qué futuro le espera a Huelva con el pasar de los años, con las nuevas personas que dirijan la muestra en las próximas décadas... o incluso con el nuevo mapa de festivales que se está dibujando en el otoño español (que por qué no decirlo, es un poco inflacionista), pero de forma intuitiva se puede adivina que un certamen como este solo puede encontrar su viabilidad si no olvida que sirve a los y las onubenses y que la familiaridad y la combinación del cine con la vida plácida de la ciudad son absolutamente esenciales. Ojalá el trabajo del actual equipo organizador -al que el ayuntamiento de Pilar Miranda está dejando hacer con muy buen criterio- no caiga en saco roto y se afiance en las ediciones venideras: me consta, como exjurado de Huelva que soy, que el talento, los espectadores, la prensa y los invitados se pelean por regresar a un festival que no parece como los demás. Tiene los tiempos y la dignidad de quien, repito, sabe muy bien qué tiene entre manos. Felices 50.

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