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VIDEOCOLUMNA

'La homilía' de Pedro Vallín. Quien puede matar a un niño puede salvar el mundo

El audiovisual español, con la irrupción de nuevas creadoras, se ha detenido en la problemática de la maternidad respondiendo a Chicho Ibáñez Serrador

Madrid·Actualizado: 28.02.2025 - 06:30
El periodista Pedro Vallín, durante la nueva edición de su video semanal 'La homilía'
El periodista Pedro Vallín, durante la nueva edición de su video semanal 'La homilía' · Fotografía: KINÓTICO

El triunfo de 'Salve María', de Mar Coll, en los premios Gaudí y los premios Feroz abunda en una corriente que ha marcado la aparición, en la última década y media, de una generación de mujeres cineastas comprometidas con diferentes formas de autoficción como seña de identidad. Es obvio que con Mar Coll, Leticia Dolera, Elena Martín, Pilar Palomero, Alauda Ruiz de Azúa, Carla Simón, Aina Clotet, Elena Trapé y otras tantas se han propuesto, con su irrupción en el audiovisual español, saldar el déficit de discursos de la feminidad contada en primera persona, repensar lo cotidiano desde una perspectiva femenina y contemporánea, y así todas ellas, con mayor o menor licencia narrativa, han hablado de su género y su espectro social en historias que solventan un vacío de voces a la hora de repensar la familia, el trabajo, la identidad, los afectos, la convivencia, la maternidad o la crianza desde una perspectiva estrictamente femenina y totalmente ausente en más de un siglo de audiovisual.

El mayor reproche que se puede hacer a este cine es justamente su negativa a salir del tiempo, la clase social y los dilemas que conciernen a las propias cineastas. Hablan de lo suyo y de los suyos, sin saltar de época y sin emanciparse de esa ambivalente clase media de colegio concertado y escuela de cine a la que pertenecen. Y lo hacen con brío narrativo y aplauso del público, ofreciendo una detallada cartografía de la vida femenina en las sociedades desarrolladas.

La centralidad femenina en el cine ha ido acompañando a los movimientos de emancipación política y social de la mujer desde la revolución sexual de los sesenta. Al igual que la infancia dejó de ser expresión de pureza y pasó a ser amenaza en 'El pueblo de los malditos' (1960), de Wolf Rilla, o en '¿Quién puede matar a un niño?' (1970), de Chicho Ibáñez Serrador, cuando los padres dejaron de entender a sus hijos, la incorporación de la mujer al medio laboral y la vida social vino acompañada del súbito descubrimiento en el cine de terror de un asunto nuevo: las maternidades problemáticas. 'La semilla del diablo' (1968), de Roman Polanski, 'El exorcista' (1973), de William Friedkin, o 'La profecía' (1976), de Richard Donner, calcaban su asunto central, que es el mismo que aborda Mar Coll en su adaptación de la novela 'Las madres no', de Katixa Aguirre: la irrupción de una vida nueva, un pequeño y demandante intruso, amenaza la autonomía y la felicidad de las madres, como si cada bebé fuera el heraldo de la destrucción de las aspiraciones de felicidad de la mujer.

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