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Crítica

‘¡Shazam! La furia de los dioses’, diversión, emoción y la batalla contra el síndrome del impostor

Zachary Levy se enfunda una vez más el traje de Shazam para una segunda entrega que se estrena este viernes con Helen Mirren como villana y diosa con poderes

Madrid·Actualizado: 17.03.2023 - 05:05
 '¡Shazam! La furia de los dioses', con Zachary Levi
'¡Shazam! La furia de los dioses', con Zachary Levi · Fotografía: Warner Bros. Pictures

No solo hay intensidad y oscuridad en DC –ahí está la serie ‘El Pacificador' (HBO Max) como sobresaliente muestra de ello– y todo lo que tiene que ver con Shazam es un buen ejemplo de esta afirmación. Su primera película, estrenada allá por 2019, explotó dos de sus mejores armas: la idea de que cualquiera puede ser un superhéroe y a un Zachary Levy tan entregado a la causa que su entusiasmo es contagioso. Después de cuatro años de espera, una pandemia, algunos avances que no prometían demasiado y el fichaje de Lucy Liu y, sobre todo, de Helen Mirren como villanas, ‘¡Shazam! La furia de los dioses’ llega este viernes a los cines. El veredicto es que han conseguido un cóctel de diversión, humor tontorrón, acción a raudales, emoción fácil y un dragón que ofrece entretenimiento durante algo más de dos horas.

En el guion han pasado algunos años desde que aquel chaval llamado Billy Batson (Asher Angel) fuese elegido por un mago para albergar unos poderes que, además de supervelocidad y rayos, le dan una apariencia adulta cada vez que grita "¡shazam!". Su primera aventura, en la que se enfrentó al Dr. Sivana (Mark Strong), acabó satisfactoriamente y con poderes para el resto de sus hermanos adoptivos. Una pandilla de huérfanos de distintas edades acogidos por un matrimonio que les había dado el cariño y el techo que otros les negaron. El sentido de pertenencia y de familia están muy arraigados en esta historia. Aquella fue la primera aventura. En esta, dirigida también por David F. Sandberg, todo crece y se vuelve más ambicioso con dioses, o más bien diosas, de por medio.

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