ENTREVISTA
Agnieszka Holland: "Los ataques y el odio fueron tan exagerados que consiguieron el efecto contrario y nos han ayudado"
Hablamos con la presidenta de la Academia de Cine Europeo y autora de 'Green border', una de las películas más controvertidas de la temporada, un drama político rabiosamente actual que provocó la ira en el gobierno de ultraderecha de Polonia
Agnieszka Holland está exultante en Valladolid. Apenas ha pasado una semana desde la derrota del gobierno ultraderechista en las elecciones de Polonia y la directora regresa a la Seminci con una película bajo el brazo, ‘Green Border’, que se convirtió en el enemigo número uno de los fascistas. "Durante el Tercer Reich los alemanes producían películas de propaganda que representaban a los polacos como bandidos y asesinos. Hoy tienen a Agnieszka Holland para eso", dijo Zbigniew Ziobro, ministro de Justicia de Polonia (“Ministro de Injusticia”, como le llama la directora de ‘Europa, Europa’ desde la ciudad pucelana), después de la explosiva puesta de largo de su nuevo largometraje en Venecia. Gracias a esa publicidad negativa, solo un mes después de su llegada a los cines de su país, ‘Green Border’ ya es la película polaca más taquillera del año.
En Kinótico, durante nuestra cobertura especial de la Seminci 2023, hemos charlado con una vieja conocida del festival que en 2011 ganó el premio a la Mejor Dirección con ‘In Darkness’ y en 2016 participó con ‘Spoor (El rastro)’, por la que Agnieszka Mandat-Grabka se llevó el galardón a la Mejor Actriz. La actual presidenta de la Academia de Cine Europeo charla con nosotros sobre una incómoda película que se atreve a preguntar en voz alta “dónde está la frontera entre el bien y el mal”.
‘Green Border’, cuyo estreno en España está previsto para el primer trimestre de 2024, cuenta una historia en la que una familia de refugiados sirios, una profesora afgana, una activista… coinciden en la “frontera verde” entre Bielorrusia y Polonia, atrapados en la crisis humanitaria provocada por el presidente Lukashenko en 2021, cuando abrió el país a los migrantes para llenar Europa de refugiados. Basada en hechos reales y en una larga investigación (con entrevistas a migrantes, soldados, residentes, activistas y expertos en migración), ‘Green Border’ denuncia el trato cruel a los solicitantes de asilo y reflexiona sobre las duras elecciones que debe afrontar la gente común ante disyuntivas imposibles.
¿Cuándo y por qué decide que tenía que contar esta historia?
La situación comenzó a finales del verano de 2021. Fue entonces cuando las cosas se complicaron mucho en la frontera entre Polonia y Bielorrusia. Inmediatamente sentí que era una situación muy peligrosa y que el gobierno polaco estaba haciendo todo lo posible para profundizar aún la crisis humanitaria. Decidieron utilizar la violencia y la mentira como armas. Se convirtieron en una especie de propaganda política. Utilizaron a los refugiados y la situación con Bielorrusia para crear miedo entre la gente. Me di cuenta de lo peligroso que es legalizar la violencia en la respuesta a la crisis de refugiados. Pensé que tenía que hacer la película sobre ello antes de que fuera demasiado tarde. Hace unos años hice una película [‘Mr. Jones’, estrenada en 2019] sobre el Holodomor, la devastadora hambruna por la que murieron millones en Ucrania . Pero eso era algo que había pasado hace mucho tiempo, aunque siguiera siendo relevante como historia. En este caso era una historia que estaba pasando en tiempo real y junto a mí. Creí que era mi deber o mi papel tratar de contar esta historia a mi gente, a la audiencia. No quería hacerlo cuando fuera demasiado tarde. Tampoco diez o veinte años después, sino cuando está sucediendo. Esta fue la primera vez en mucho tiempo que sentí una urgencia tan grande de hacer una película.
¿Había alguna línea roja que no quería cruzar como directora o quizás esta era una historia en la que tenías que hacer precisamente eso, mostrar lo que estaba pasando sin cortapisas?
Desde el principio supe que esta no sería una película agradable, pero es que la realidad es realmente horrible. Todo esto está pasando en uno de los bosques más antiguos de Europa, un lugar lleno de pantanos, ríos y trampas en el que la gente queda atrapada como si estuviera en una fábula de los hermanos Grimm. Es como una película de terror y sentí que no podía mostrar las cosas de forma sutil. La situación es tan dramática y las decisiones que tienen que tomar son tan dramáticas que tenía que contarlas tal y como fueron. Cuanto más me documentaba, más historias y comportamientos terribles salían a la luz. Evidentemente, tenía que ser algo equilibrado. En la película no está todo lo que descubrí. Intento infundir algo de esperanza y humanidad en la historia, pero sabía que sería una película arriesgada y que no sería fácil de ver.
Sin desvelar demasiado, al final de la película se hace una comparación entre la respuesta a los refugiados de Ucrania y lo que pasó antes y sigue sucediendo con los refugiados sirios y afganos. ¿Cuándo entró ese detalle a formar parte de la película?
Al principio no estaba. Terminamos el guión antes de que comenzara la guerra en Ucrania. Cuando la guerra estalló, nos preguntamos si la situación en la frontera bielorrusa seguiría siendo relevante o cómo cambiaría. Después de un tiempo decidimos que de alguna manera la recepción de los refugiados ucranianos completa la historia que estábamos contando y pone en evidencia una realidad: lo empáticos que nos podemos mostrar con unos y lo inhumanos que podemos ser con otros. Hacer una comparación nos permitía preguntarnos por qué sucede eso, qué significa y qué conexión hay entre una situación y otra. Este epílogo no da respuestas, pero sí creo que plantea muchas preguntas.
¿Le sorprendió que la película no fuera elegida como la candidata polaca a los Oscar?
No (ríe). La película se hizo prácticamente en secreto y de forma completamente independiente al sistema de financiación oficial del cine polaco. Cuando la película se proyectó en Venecia, surgió una campaña de odio por parte de las autoridades polacas más importantes que no tenía precedente. Dijeron que era una película antipolaca, así que era imposible que nos seleccionaran para representar a Polonia en los Oscar. Si la votación se hiciera hoy, probablemente la elegirían. Hace dos meses era prácticamente imposible.
¿Cree que toda la polémica con el gobierno polaco ha ayudado o perjudicado a la película en Polonia?
Nos ha ayudado, desde luego. Todas esas críticas hicieron que la gente descubriera la película. Lo que pasa es que los ataques y el odio estuvo tan sobredimensionado y fue tan exagerado que consiguieron lo contrario. La gente ha dicho: “No, es imposible, tenemos que verla, tenemos que juzgar por nosotros mismos”. ‘Green Border’ ha hecho la mejor taquilla de cine polaco en lo que va de año. La campaña de desprestigio no fue el único motivo, pero desde luego fue clave para que a la gente le entrara la curiosidad por ver una película en blanco y negro, de dos horas y media de duración, sobre refugiados sirios y afganos. Nos hacía falta ayuda y visibilidad, y desde luego nos la dieron.
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