Entrevista

Nathalie Baye, Espiga de Honor en la Seminci: "El día que ya no tenga ganas de seguir, lo dejaré y será el fin"

La célebre actriz francesa recibe el galardón honorífico del festival de la mano de José Luis Cienfuegos, director de esta cita cinematográfica

Valladolid·Actualizado: 25.10.2023 - 07:00

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"Estoy muy contenta de estar con ustedes esta noche. Ustedes hacen posible esta aventura que no ha hecho más que empezar". Vestida de rojo y sobre un escenario, Nathalie Baye interpreta a un actriz hace unos 30 años. Las palabras de su Camille de ‘Cada dos fines de semana’ (de Nicole García), además de muy pertinentes, daban inicio a una selección de escenas de las más de cien títulos por los que la intérprete francesa era homenajeada con la Espiga de Honor en la 68° edición de la Seminci.

Desde un lugar del abarrotado Teatro Calderón de Valladolid, Baye (Normandía, 1948) vio cómo ante sus ojos pasaban fragmentos de una buena parte de su vida artística. ‘Atrápame si puedes’ (Steven Spielberg), ‘Detective’ (Jean- Luc Godard), ‘Sólo el fin del mundo’ (Xavier Dolan), ‘Alta costura’ (Sylvie Ohayon), ‘Las guardianas’ (Xavier Beauvois), ‘Los sentimientos’ (Noémie Lvovsky), ‘Downton Abby: A New Era’ (Simon Curtis), ‘La flor del mal’ (Claude Chabrol).

"Una actriz valiente que no ha tenido miedo a arriesgarse", la describió el director del festival José Luis Cienfuegos, alabando su versatilidad y solidez. Con la Espiga de Honor en mano, Nathalie Baye, emocionada y sorprendida por la cálida acogida, agradece temiendo caer en banalidades.

Que menos mal que cuando está filmando no le faltan las palabras, dice, "pero ahora mismo me puede la emoción". Que siempre fue mala en la escuela por lo que nunca le dieron ningún premio, "esta recompensa es maravillosa y aunque un poco tarde, me hace muy feliz", muestra deferencia hacia la estatuilla dorada obviando los Cesar, Copa Volpi y otros galardones que atesora en casa.

Nathalie Baye es una de las tres intérpretes, junto a Kiti Mánver y Charlotte Rampling, que serán homenajeadas en la 68° edición de la Seminci. Horas antes de la gala, conversamos brevemente con esta gran actriz que llegó a convertirse en uno de los iconos del cine francés casi sin proponérselo.

Nathalie, ¿para qué sirven los premios?

Para alegrar a los actores que los reciben y también para poner el foco en las películas.

Usted ha dicho que descubrió el cine haciendo cine. ¿Qué queda aún de la joven de los inicios?

La primera cosa que es importante es que cuando uno hace un trabajo durante tanto tiempo pues puede que se canse, que ya tenga menos ganas de seguir. Pero yo sigo siendo muy feliz de trabajar como actriz y me alegro mucho cuando acepto un nuevo rodaje, una nueva película.

Muchos actores dicen que los personajes les han ayudado a moldear la personalidad propia. ¿a sido ese su caso también?

Es muy difícil responder a esa pregunta. Yo no tengo la impresión de que mis distintos roles hayan modelado mi personalidad, pero una cosa que me hace sentir bien es que todavía tengo ganas y deseos de seguir trabajando. Cuando uno hace un trabajo durante tanto tiempo, a lo mejor no te dan tantas ganas de continuar, y entonces es cuando empieza a ser un poco peligroso. El día que ya no tenga ganas de seguir, lo dejaré y será el fin.

Hace unos días Meryl Streep en su discurso al recoger el Premio Princesa de Asturias de las Artes se refirió a la empatía como el corazón palpitante del don del actor, y que los interpretes invaden vidas que no son propias para hacerlas entendibles para el público. ¿Acaso esa no es una tarea de gran responsabilidad?

Sí es una responsabilidad. Las palabras de Meryl son muy inteligentes y justas. Yo la conozco un poco, hemos compartido momentos juntas, y la admiro mucho. Creo que este trabajo hay que respetarlo y quererlo, hay que cuidarlo como también hay que dejarlo cuando ya no tenemos ganas de continuar.

Es muy difícil mantener el deseo tanto en el trabajo como en el amor, pero hay que conservarlo para hacer bien las cosas.

Usted es una celebridad, y en relación a la fama ha dicho que la felicidad no es la da la fama, sino hacer lo que a uno le gusta. ¿Qué tanto le ha costado darse cuenta del lugar donde estaba su felicidad?

A lo mejor al haber dicho felicidad me refería también al placer. Es verdad que decimos ‘trabajar con felicidad’ pero también tiene que haber el deseo. Es muy difícil mantener ese deseo tanto en el trabajo como en el amor, sin embargo hay que conservarlo para hacer bien las cosas.

En el inicio de su carrera fue notable la complicidad que tuvo con François Truffaut, pero a lo largo de su trayectoria ¿qué tan difícil ha sido lograr complicidades con otros directores?

En general entre los directores y actores se desarrolla una relación, a lo mejor no siempre de complicidad, y esta puede ser de mayor o menor intensidad. Sin embargo es importante establecer una relación para poder trabajar juntos, para entendernos bien, para sentir una alegría del trabajo en conjunto. A veces sí que se producen dúos entre directores y actores que tienen muchísima complicad, pero hay otros que no tienen eso y sin embargo trabajan muy bien juntos. Si trabajas con alguien y resulta que la relación no es muy buena, es muy complicado y no puede dar un buen resultado.

Juliette Binoche ha comentado que al trabajar con Catherine Denueve se sintió hasta cierto punto aterrada. ¿Qué hace usted cuando nota intimidación de las nuevas generaciones de actrices ante su presencia?

Hay que ser auténtica, una misma, muy sincera en las palabras, en la actitud, ser natural. Es algo muy sencillo. A mí me ha pasado decir también pues vamos a hablar tranquilamente porque esto no es una competición.

Nathalie Baye recibe la Espiga de Honor a manos del director de la Seminci, José Luis Cienfuegos
Nathalie Baye recibe la Espiga de Honor a manos del director de la Seminci, José Luis Cienfuegos · Fotografía: SEMINCI

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