'No hables con extraños', o un yermo jardín para que James McAvoy baile 'Eternal flame'

“Give me your hand, darling. Do you feel my heart beating?”. The Bangles nos ofrecían la mano en su clásico ‘Eternal flame’ para sentir su corazón latir y James McAvoy hace lo mismo para que nos adentremos en un retorcido pero, en última instancia, cobarde y malévolo patio de recreo. James Watkins -director de la imprescindible y terrorífica ‘Eden lake’ y de la estimable y gótica ‘La mujer de negro’- brinda en ‘No hables con extraños’ una poco inspirada versión de la polémica cinta de 2022, con uno de los finales más comentados del terror reciente. Todo ello a pesar de contar en el guion de este remake con Christian Tafdrup y Mads Tafdrup, autores del guion de la obra original.

La verborrea. La verborrea es el gran problema de una gran parte del cine norteamericano y en esta película se evidencia de manera contundente. El lenguaje, incluso el no hablado, reside también en la cadencia, en los silencios, en el tono y en la intención. En esta historia, cuya premisa parte del encuentro fortuito de dos familias en Italia y que deciden volver a pasar tiempo juntos poco tiempo después, la tensión y el horror reside primordialmente en desvelar los códigos del “otro”. ¿Cómo se comunican? ¿Cómo se transmite el afecto? ¿Cómo funcionan en la intimidad de su hogar? Algo que funcionaba especialmente bien en el original de 2022, esta nueva versión lo echa a perder en favor de una marcada tendencia a verbalizar lo que ocurre en cada escena. Como espectador, la película nos deja poco margen a la especulación y sustituye la incomodidad por simple curiosidad.