Entrevista

'Un volcán habitado': nuevas masculinidades contra la erupción del amarillismo

José Víctor Fuentes y David Pantaleón han entrado en la preselección del Premio Feroz Arrebato de No Ficción

Madrid·Actualizado: 04.12.2024 - 06:55
Fotograma de 'Un volcán habitado', documental dirigido por José Víctor Fuentes y David Pantaleón
Fotograma de 'Un volcán habitado', documental dirigido por José Víctor Fuentes y David Pantaleón · Fotografía: CHUKUMI

A los directores, desde la humildad, les cuesta admitirlo, pero su retablo ya habla por ellos. 'Un volcán habitado' envejecerá como la película definitiva sobre la erupción del volcán en la isla de La Palma en septiembre de 2021. Desde que empezó a brotar la lava, se han llevado a cabo numerosas producciones, siempre desde lo periodístico, pero hasta la aparición del documental de José Víctor Fuentes y David Pantaleón, nadie se había acercado a la tragedia desde la naturalidad del descubrimiento. Esto es, claro, sin caer en el amarillismo, sin entregarse al duelo por clic, pero a la vez abrazando la humanidad de la catástrofe, asumiendo nuestra brevedad y lo efímeros que somos ante el rugido de un fenómeno de este calibre. La película, que se estrenó en todo un Visions du Réel -uno de los festivales más importantes de no ficción del mundo-, ha entrado en la preselección del Premio Feroz Arrebato de No Ficción.

"No era una película que tuviéramos planteada, surgió del volcán y es cine de urgencia. El espíritu fue ir a filmar planos que nos pudiesen servir para proyectos futuros, como material de archivo. Igual que el que nos ha servido el material a nosotros que se rodó en 1971. Lo que sucedió es que José Víctor [Fuentes] y yo, con unas cámaras prestadas, fuimos a rodar archivo, y ahí aparece el grupo de WhatsApp de los amigos de La Palma de él. Nos atrapó, porque funcionaba como contrapeso perfecto a cómo estaban tratando la noticia los medios convencionales", explica didáctico David Pantaleón ('Rendir los machos') sobre un documental que a través de un prejuicio hecho verbo -un grupo de mensajería de hombres de mediana edad-, trasciende hasta una deconstrucción de la realidad en vivo -mostrando sus ansiedades, desnudando sus preocupaciones-, a la vez que corre el magma colina abajo.

"El volcán estalló al lado de mi casa, kilómetro y medio. Nos quedamos en un territorio muy cercano al volcán. Entonces, mientras rodábamos esos planos, íbamos viviendo una historia muy intensamente. Yo estaba rodando, pero preocupado por mi casa, por la de mis primos, por la de mi familia. No fuimos propiamente a hacer un largometraje", confiesa Fuentes, también director de ese portento de resistencia cinematográfica que es el Festivalito de La Palma, y aquí co-director con un manejo del tiempo exquisito. Y sigue: "A mí, el proceso me ayudó a no preocuparme tanto por lo material. Ni por mi casa, que en principio podía haber desaparecido, pero no fue tan dramático. El estar grabando me hizo evadirme un tanto de la realidad. La cámara te hace ver el mundo, sí, pero desde una óptica y desde un microscopio muy concreto. Fue terapéutico", apunta.

Fotograma de 'Un volcán habitado', que ilustra la erupción del volcán en La Palma en septiembre de 2021
Fotograma de 'Un volcán habitado', que ilustra la erupción del volcán en La Palma en septiembre de 2021 · Fotografía: CHUKUMI

Así, 'Un volcán habitado', de estructura aparentemente sencilla pero cuya arquitectura final revela un tratado político sobre información y desinformación, recorre la pantalla sustentado en dos ejes: las imágenes, tan bellas como aterradoras del magma corrompiendo el suelo, y el sonido, notas de voz que oscilan desde la pasividad palmera hasta la preocupación más evidente, salpicada con la entendible indignación del paso de las horas. "Fue clave el cómo tratan los medios las noticias. Ya sea el volcán, ya sea la DANA, ya sea los terremotos en Lorca... vivimos la noticia como un carrusel deportivo. En realidad, no hay espacio reflexivo. Algo sucedió entre el grupo, y es que funcionó como contraposición a los estímulos, los 'inputs', que nos llegaban desde los medios convencionales. Eso nos hizo plantearnos hacer una película alejada de la velocidad de la última noticia", completa sincero Pantaleón.

Y continúa, sobre el compromiso ético del filme: "Estamos más contentos de lo que no hemos filmado que de lo que filmamos. En un estado de tragedia, de evento extraordinario, hay muchos 'inputs'. Podríamos haber ido con los bomberos o al centro de recogida de animales, pero lo guay fue darnos cuenta de que no podíamos estar yendo a la velocidad de los periodistas en un espacio de caos", explica, abrazando explícitamente en la entrevista el espíritu del vídeo viral de un hombre que insistía en que había "tiempo para comer" pese a la erupción.

"Estamos más contentos de lo que no hemos filmado que de lo que filmamos. No podíamos ir a la velocidad de los periodistas en el caos" (David Pantaleón)

Contra el amarillismo y el sensacionalismo, pero también contra la idea de que la deconstrucción masculina es un suceso exógeno y repentino, 'Un volcán habitado' prescindió de la contextualización más obvia: "Pudimos agregar más audios de otros grupos, con nuestras amigas, por ejemplo, pero no hubiera sido real. Hubiera sido ruido en un documental que va contra el ruido. Lo mismo ocurre con la música. Nos hubiera alejado del punto de vista íntimo y minimalista", explica Pantaleón, antes de que intervenga Fuentes: "Uno nunca piensa en el resultado y menos en una película como esta. Nuestra película, eso sí, no deja de girar alrededor de un tema que es universal, como la amistad. Y cómo te reconforta tu grupo de amigos ante una calamidad así", añade, sobre un filme que cree "podría haberse rodado en Valencia o en Lorca, con su contexto propio, pero con la misma esencia de regresar a lo mínimo cuando lo pasamos mal".

Recorrida por una "admiración geológica" como la nombra Fuentes, la película es, más allá de cualquier lectura política o moral, una cura de humildad. Lo magnético de las imágenes, aun sabiéndolas dolorosas para miles de personas en la isla, consumen la atención del espectador de una forma en la que se hace imposible apartar la mirada. "La pregunta, vayamos a donde vayamos con la película, siempre es la misma y es muy reconfortante que se produzca. ¿Cómo está la gente de La Palma hoy? Más allá de que la película esté mejor o peor, guste más o guste menos, le da un sentido a su existencia", reivindica Pantaleón, pulso firme -junto a Fuentes- de uno de esos documentales tan exclusivamente locales que revientan por universalidad, salpicando su metraje de pequeñas cajas de resonancia que serían capaces de ser entendidas incluso por gente que no sepa situar a la bella isla en el mapa.

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