Festival de Huelva | Entrevista
Marianna Brennand ('Manas'): "La presión sobre las mujeres siempre es mayor. El deseo de silenciarnos siempre está ahí"
El potente debut en la ficción de la cineasta brasilera, con la que hemos podido hablar, forma parte de la sección oficial del Festival de Huelva Cine Iberoamericano
Como un impulso natural, Marianna Brennand quiso hacer un documental cuando se dio de bruces con los casos de explotación sexual y abusos sexuales intrafamiliar a niñas en la región de Pará (Brasil). Le avalaban varios trabajos de no ficción en su filmografía, el conocimiento del oficio. Sin embargo, cambió de idea. El resultado, después de más de ocho años, es 'Manas'. "Éticamente no me sentía cómoda poniendo a mujeres y niñas frente a una cámara contando los abusos de los que fueron víctimas y los traumas profundos que acarrean. Eso era someterlas a otro tipo de violencia", explica la directora brasilera en el Festival de Huelva Cine Iberoamericano donde su primer largometraje forma parte de la sección oficial.
Esta producción brasilera-portuguesa que resultó ganadora en la Giornate degli Autori en la Mostra de Venecia, donde tuvo estreno mundial, cuenta de Marcielle (Jamilli Correa), una niña de 13 años que vive con su familia en la Isla Marajó, donde desemboca el río Amazonas, un lugar paradisíaco que poco a poco se torna en un infierno. Esta ficción tiene como base una realidad durísima, ante la cual las víctimas son las que se quedan solas, ante una sociedad que tiende a normalizar los abusos y la impunidad. "Creo en el poder del cine como vehículo de transformación social y política, pero también creo en que es posible lograr cambios en la medida que empatizas, por eso me propuse no alejar al espectador, sino acercarlo", afirma Marianna Brennand, "para ello hay que despertar sentimientos, hacer que te pongas en el lugar de esa chica y entres en su fuero interior para ver cómo esa violencia afecta su cuerpo y su alma, para que cuando salgas del cine digas: ‘¡Esto no es posible, estos abusos y violencia tienen que parar!’.
Tomando en cuenta que tenemos una educación cinematográfica con el filtro de la mirada masculina, ¿cómo se puede hacer una película sobre la violencia hacia las mujeres de otra manera?
Estamos acostumbrados a ver nuestros cuerpos y nuestras narrativas contadas a través de la mirada masculina, a veces de una forma muy violenta. Contar una historia sobre mujeres y lo femenino a través de la perspectiva de una mujer, marca una gran diferencia. Al surgir la idea de hacer una ficción, uno de los mayores desafíos fue justamente plantear cómo retratar la violencia sin infligir más violencia. En ese sentido, el cine posee la gran capacidad de mostrar actos violentos sin ser explícito, y sin embargo sentirla porque de lo contrario no se puede llevar a cabo una transformación en el espectador. En ‘Manas’ la violencia está tratada de una manera sensible y emocional, logrando que el público conecte. Eso demuestra que podemos hablar de realidades duras y de violencia pero con ética, respetuosa y sensiblemente.
Desde el inicio, incluyendo el proceso de escritura, tomé muchas decisiones, sobre todo el de no mostrar violencia gráfica. Además, traté de ser sincera, honesta y respetuosa con todas las historias que había escuchado de mujeres y niñas, de trabajadores sociales, y de todas las personas que trabajan ayudándolas en la isla de Marajó (Pará) También me propuse construir personajes profundos y complejos porque no todo es blanco y negro. Mientras estábamos rodando era importante cuidar la salud mental, el bienestar psicológico del elenco de jóvenes, que son actores naturales. A diferencia de los actores profesionales, a los jóvenes no les mostré el guion completamente, aunque sí sabían que la película se trataba de explotación sexual y de abuso intrafamiliar. Así mismo fue fundamental crear un ambiente saludable para los actores y para el equipo.
¿Cómo fue el proceso para dar con el tono narrativo y el lenguaje cinematográfico de ‘Manas’?
De las muchas veces que fui a Marajó, me llamó la atención la sensación de vulnerabilidad. El río es inmenso, las casas están construidas en el agua... No puedes escapar ni correr para pedir ayuda, ni nadar hasta el otro extremo del río, si gritas nadie te escuchará. A pesar de la inmensidad del paisaje, es un ambiente que te aprisiona, y dentro de la casa es muy claustrofóbico. Quería que se transmitieran esas sensaciones a través de las imágenes, de la dirección de fotografía, con la cámara siempre cerca del personaje de Jamilli; quería que el espectador viviera y respirase con ella. De la ligereza del inicio mostrando su cotidianidad, su infancia y desarrollo, recolectando açaí, luego vas viendo detalles que construyen la sensación de que algo va a suceder.
En cuanto a la banda sonora, nunca pude escuchar música en esta historia, no quería nada que indujera al espectador. Pero sí nos apoyamos en un diseño de sonido que al principio te mete de lleno en esa geografía, pero luego a medida que el abuso y la violencia irrumpen, el sonido se vuelve más psicológico. Y luego está el trabajo de edición de Isabela Monteiro de Castro con las elipsis que no muestran la violencia pero sí se puede sentir.
Teniendo en cuenta que esta es tu primera película de ficción, ¿cómo has logrado un balance entre tus decisiones intelectuales y las emocionales?
Es el resultado de mucho trabajo y dedicación. La película tenía que ser capaz de tocar las emociones del espectador, pero a la vez tiene una base de documental. Nunca dejé de investigar, reescribiendo, comprobando hechos y quise asegurarme de que todo lo que había en la película no sólo fuera una fotografía que funcionara, sino también que fuese veraz. Tuve un psicólogo que colaboró para construir los efectos del trauma en esas chicas, también conté con dos activistas que están luchando por las víctimas en la región del Amazonas, también con trabajadores sociales. Pero también viene de un equipo increíble que entendió lo que quería y trabajó conmigo para lograrlo. Todas las películas que me conmovieron y que tengo como referencias son aquellas que cuando las ves, piensas: ‘Dios mío, ¿cómo lo hicieron?’. Parecen tan reales que ni siquiera piensas que están actuando. Cuando funciona ese cruce entre ficción y realidad, el resultado es hermoso y poderoso.
Es un buen momento para las mujeres en el cine, pero ¿sientes que aún se mira con lupa lo que hacen las cineastas?
La presión sobre las mujeres siempre es mayor. El deseo de silenciarnos, sin importar dónde estemos o lo que estemos haciendo, siempre está allí. En la industria cinematográfica existe esa intención también a nivel creativo sin importar si eres mujer o no, aparece un financista, productor o distribuidor que te dirá que no le gusta el final o que esto o aquello no está bien. Pudimos financiar Manas de forma independiente con Carolina Benevides, productora y co guionista. Tenemos el control sobre la película, no la hubiéramos hecho sin libertad de decisión. Es un tema urgente del que se necesita hablar, y la única forma de hacerla era teniendo la libertad total para hacer lo que pensaba que estaba bien, ético y respetuoso hacia nosotras.
Todo el tiempo las mujeres tenemos que abrir espacios para contar nuestras historias. Si bien ‘Manas’ cuenta una realidad muy particular del norte de Brasil, no tienes que vivir allí para sufrir abusos. En Brasil el porcentaje de violaciones dentro de los hogares del 73% , el peligro es mayor en los hogares con personas en las que deberíamos confiar, que en las calles. ¡Eso es horrible! Además cuanto más poder tiene tu abusador, más difícil es salir. El agresor puede ser el dueño de la cadena de televisión donde trabajas y te amenaza, o piensas que si denuncias, perderás tu trabajo.
¿Crees que ‘Manas’ puede contribuir a derribar el muro del silencio y el desinterés de la industria cinematográfica hacia estos temas?
Quiero intentar arrojar luz y romper el silencio, inspirar a las mujeres, inspirar justicia social y mejores leyes. De hecho, cuando estrenemos en salas comerciales en Brasil, vamos a hacer una campaña social. En cuanto a la industria, al intentar vender la película, muchas veces escuchamos cosas como ‘me encanta, es un hermoso debut, pero la gente no quiere ver esta historia en este momento...’ Sin embargo el recorrido que está haciendo ‘Manas’ demuestra lo contrario. La gente sí quiere ver estas historias cuando se hacen con cuidado, respecto y desde la perspectiva de una mujer, con una narrativa poderosa y conmovedora. Los premios [en la Mostra de Venecia, el Festival de Río, el de Sao Paulo, entre otros] y la respuesta del público, legitiman que la gente quiera ver películas como estas. Y espero que otras mujeres se sientan fuertes y animadas a seguir contándonos nuestras historias.
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