Festival de Huelva | Entrevista
Marcelo Botta: "Mi propósito es hacer un cine con alma que sea una experiencia sensorial"
El director brasilero compite con su ópera prima, ‘Betânia’, en el Festival de Huelva Cine Iberoamericano, donde hemos podido hablar con él sobre su visión del cine
Cuando pensábamos que todo estaba hecho en el cine, aparece una película que se dispone a dar un revolcón a los cimientos cinematográficos. Ese es el caso de ‘Betânia’, del brasilero Marcelo Botta, en la que confluyen de una manera bastante particular la ficción y la no ficción, partiendo de un entorno íntimo para abarcar temas globales. "Es un cine vivencial comunitario", explica Botta en el Festival de Huelva Cine Iberoamericano, donde su primer largo de ficción ha formado parte de la sección oficial. "No estudié cine, y siempre he escuchado que es el arte de contar historias, pero para mí no es solo eso. El cine es también el arte de llevarnos a otras realidades, generando emociones y sensaciones".
Lo de comunitario tiene también una explicación ya que ‘Betânia’ fue posible gracias a la fuerza de la comunidad del lugar [Betânia, en el estado de Maranhão]. "Era importante que la gente de la comunidad participara activamente, no solamente mirando de lejos, sino poniéndose enfrente de la cámara, en la producción, en la investigación musical, haciendo la comida, aportando ideas". Curioso y dispuesto a enriquecer la historia, Marcelo Botta cuenta que estuvo siempre atento a las aportaciones de la comunidad, "los productores pidieron que por favor no me llevaran más a las visitas de locaciones porque cuando iba regresaba con una escena nueva", relata riendo, "el guion llegó a tener 150 páginas". Sin embargo, el margen de espontaneidad y de apertura para incluir más detalles valiosos sugeridos por los lugareños se mantuvo durante el rodaje de la película, que no estuvo exento de retos de todo tipo.
Desde los primeros segundos de ‘Betânia’ la experiencia es absolutamente inmersiva. Entramos en la oscuridad de esa primera escena llena de música, en la que se despide al esposo de la mujer que le da nombre a esta película. Betânia es una matriarca y comadrona de 65 años. Al enviudar, sus hijas se empeñan en que regrese con ellas a su pueblo de origen, un lugar al borde de dunas de arenas blancas que conforman el parque nacional Lençóis Maranhenses (en el estado de Maranhão, Brasil). Betânia pasa de una vida con su pequeña huerta y animales, sin electricidad ni agua corriente, a las comodidades de servicios básicos. Ante el pujante turismo en la región, los problemas del medio ambiente, las dificultades económicas y sociales, Betânia, su familia y el entorno luchan por conservar el último bastión de identidad.
Marcelo Botta, que logra captar la liviandad y humor de la vida de ese lugar, describe las particularidades de la región de Maranhão, paradójicamente rica en cultura pero catalogada como una de los más pobres de Brasil. "Es como si fuera otro país con una identidad cultural muy conservada y fuerte que resiste a la globalización, a la masificación. Me fascina la fuerza de su cultura en un mundo en que hay tendencia a la estandarización, a que todo sea parecido, allí rige la originalidad. Quise mantener esa originalidad en la estética, en la música con el Bumba Meu Boi o el Tambor de Crioula, pero abordando temáticas sociales y del medio ambiente que son globales, y Betânia era un lugar perfecto para hablar sobre todo eso".
Proveniente del documental, un trabajo que le ha llevado a más de 20 países tanto en Latinoamérica como en Europa. En uno de sus viajes Botta dio con el Parque Nacional Lençois Maranhenses, entonces recorrió los 600 kilómetros de dunas, convivió con la gente, se empapó de la cultura y de sus vidas. Y allí conoció a Doña María, una lideresa comunitaria que, con otras mujeres como ella, constituyeron la base para la construcción del personaje de Betânia, interpretado por Diana Mattos.
"La experiencia de documentar la vida de personas inspiradoras me motivó a crear esta ficción pero respetando a las personas que viven en esos lugares", argumenta Botta sus intenciones, "me propuse que la gente que vive en Betânia se sintiera representada en la película, de allí a que sea reconocida como una cinta genuina y original. Mi propósito es hacer un cine con alma, que se pueda sentir los sabores, la temperatura, la textura de las cosas, y que además sea una experiencia sensorial".
Primerizos en la ficción tanto Botta como el equipo de rodaje, en la postproducción cuenta que se rodeó de gente con mucha experiencia, tal como Márcio Hashimoto en la edición, un proceso que se prolongó dos años. "Soy muy meticuloso al trabajar con el montaje, el sonido, el color, la selección de la música… Estaba al lado de los responsables de cada cosa, cuidando cada detalle", describe el director afincado en Sao Paulo. Mucho antes del estreno mundial en la Berlinale de este año, concretamente en la sección Panorama, ‘Betânia’ había despertado gran interés; ganó tres premios en un primer corte presentado en Ventana Sur en 2022, Argentina se sumó para el diseño de sonido, y hasta la revista Variety la resaltó como un proyecto para no perder de vista. Que si estas reacciones tan positivas aumentaron la presión, "¡Sí!", responde al instante el director y guionista. "Pero también sentía que la película, que comenzó como un filme chiquito, movido con amigos que queríamos hacer algo después de la pandemia y Bolsonaro, estaba creando fuerza porque tenía vida propia. La película misma nos estaba diciendo que era grande".
Aunque ‘Betânia’ parte de lo regional, conecta de una manera instantánea con audiencias en todo el mundo. Tanto en Huelva como en Berlín el público aplaudió a rabiar; mientras que en países tan distintos como Malasia o la India fue premiada. "Todos estamos en el mismo planeta y tenemos que unirnos como comunidad", afirma el director Marcelo Botta, "hay que buscar en la creatividad, reinventarnos, no dejarnos caer, sin olvidar que también es necesaria una transformación, así como Betânia lo hizo para mejorar su vida y la de su familia".
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