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Objetivo Goya 2026. "La punta del iceberg de la historia de Cuba" asoma en el cortometraje 'El custodio de Bahía Honda'
Arturo Franco Díaz, cuyo trabajo figura en la shortlist de cortos documentales de los Goya, establece una metáfora entre una pista de aterrizaje y la realidad cubana

En Cuba, frente a la costa de Florida, se construyó hace décadas una pista de aterrizaje que fue enclave estratégico en el pasado. Con el paso del tiempo y el fin de la Guerra Fría, la pista quedó en desuso –ya no había riesgo de invasión extranjera– y pasó a integrarse con el paisaje, entre hierros y hierbajos. Su función ha cambiado, pero eso no ha sido motivo para que quien fuera su custodio entonces siga fiel al encargo que le hicieron en su juventud: vigilar la pista de aterrizaje. Esa ha sido y seguirá siendo la misión de este custodio de 66 años que, cual "Quijote caribeño", se mantiene vigilante. Con él como figura central, el cortometraje documental ‘El custodio de Bahía Honda’ funciona, en palabras de Arturo Franco Díaz, director y productor del mismo, como “la punta del iceberg de la historia de Cuba”. Tras entrar en la shortlist de la categoría de Mejor Cortometraje documental para los Premios Goya, hablamos con su artífice sobre la intención de la película, su recorrido por festivales y los puntos fuertes de cara a una posible nominación.
La conversación comienza por el último de los puntos enumerados, por las fortalezas de ‘El custodio de Bahía Honda’ en la carrera de premios. La primera, argumenta Arturo Franco Díaz, es “que habla de un problema que nos afecta a todos” porque “durante mucho tiempo la isla de Cuba ha estado unida a España por muchísimos motivos”. A partir "de una situación muy concreta, una pista de aterrizaje abandonada”, se encuentra “el pretexto, entre comillas, para hablar de la historia de esta isla y de su realidad actual, que en el fondo es una historia sobre el tiempo, sobre un tiempo paralizado. Y, al mismo tiempo, a través del personaje principal, se habla sobre la soledad. Esto consigue unir la soledad y el tiempo, la soledad en una isla sin tiempo”. Problemas muy concretos, pero universales que, como apunta su director, están “muy vinculados con nuestra realidad también”.
Otro de los puntos que destaca durante la conversación quien dirige este documental es que se ha hecho “con unos recursos bastante limitados para ser coherentes con la realidad de esta isla”. El equipo ha trabajado con poco presupuesto y ha sumado a “algunos de los mejores profesionales del cine cubano que, paradójicamente, también son disidentes en cierto sentido y no han atravesado una formación reglada como la que se puede impartir en la conocida escuela de San Antonio de los Baños”. Menciona dos casos muy concretos y de suma importancia para dar forma al cortometraje: Juan Carlos Alom y Yasser Canals.
El primero “es un fotógrafo extraordinario que ha expuesto en medio mundo, en el MoMA y en el Reina Sofía, y que tiene una larga trayectoria como fotógrafo y como director de fotografía”. El segundo, director de sonido, “también tiene una larga trayectoria profesional en el mundo del cine cubano, a pesar de no haber estudiado en San Antonio de los Baños”. Ambos aspectos tienen mucho peso en la película. La fotografía en blanco y negro refleja la “crudeza” y se relaciona a la perfección con lo analógico –la película se ha rodado en 16mm-. En cuanto al apartado sonoro, se ha apostado por “explotar esos sonidos que a veces son denostados o poco importantes como, por ejemplo, el del arrastre de los metales o del guiro”, que en ‘El custodio de Bahía Honda’ se incorpora “casi como un quejido de animal”. Además, “la carnalidad del sonido es fundamental en la película. Y la crudeza de la imagen también, incorporando esos errores”. Esos errores, como si la película se velase de pronto, le dan forma al conjunto en lo estético, pero también en lo narrativo.

La pista de aterrizaje como metáfora
Con el custodio y su pista de aterrizaje como protagonistas, su realidad sirve como “metáfora de la realidad de la isla, es decir, el custodio en realidad llega en los años 60 para proteger una pista de aterrizaje que poco a poco se ve amenazada por la llegada de los aviones militares estadounidenses, la crisis de los misiles, Bahía de Cochinos… Todas estas situaciones que afectaron a la isla durante los años 60 y 70 hicieron que esta pista de aterrizaje fuera un lugar estratégico muy importante. Este custodio llegó para proteger la pista y, por lo tanto, la situación cubana política en aquel momento”. Las amenazas desparecieron, “la pista de aterrizaje se quedó anclada en el pasado” y el custodio, como “una suerte de Quijote caribeño”, con ella.
Destaca Arturo Franco Díaz que las raíces afrocubanas de su protagonista lo conectan con esa “relación mística” que recoge la película. “El custodio”, explica, “es un santero yoruba. Tiene muy interiorizada esta realidad. Él, hasta cierto punto, se cree Ogun, el dios de los metales. Él está protegiendo los metales, que son estos grandes trozos de hierro que que evitan que aterricen los aviones y en un momento determinado entra en trance”. Toda esa poesía, simbolismo y metáfora que recoge el cortometraje invita a una lectura política, que queda en manos del espectador, porque, apunta su director, “no hay una politización en el corto porque es un corto muy mudo. En ese sentido [las cuestiones políticas], prácticamente no cuenta nada, pero están implícitas”. Volviendo a la metáfora de la pista y Cuba, subraya Arturo Franco Díaz “la idea era convertir la pista de aterrizaje en protagonista de la historia en realidad” estableciendo ese paralelismo entre su forma, acotada y alargada, y la de la propia isla, con una “geometría” muy similar.
Por cerrar todo lo que tiene que ver con la parte argumental y de lectura del cortometraje, íntimamente ligada también a la parte formal, su director lo resume así: “La película es en realidad la punta del iceberg de la historia de Cuba y de esa realidad, pero se cuenta con muy pocos recursos narrativos, prácticamente no se habla, prácticamente el custodio no se mueve, su trabajo en realidad es esperar o vigilar, es un acto de espera. Esa espera o esa aspiración de esperanza que tiene el custodio es algo que nos afecta a todos".

De shortlists, nominaciones y festivales
‘El custodio de Bahía Honda’ es uno de los 18 cortometrajes documentales que aspiran a estar nominados en la edición 40 de los Goya. Estar en esa preselección final es “un privilegio”, confiesa Franco Díaz, por “lo que representa el corto para Cuba en general y para todos los que participaron en esta película”. Por eso y porque da “visibilidad” a un “problema endémico o crónico” como es la situación cubana. Eso, a nivel cortometraje y equipo. En lo personal, para él es “importantísimo” porque es su primer contacto cinematográfico –viene del mundo de la arquitectura y descubrió esa pista de aterrizaje en un viaje en coche durante el año que estuvo trabajando en la isla– y porque están trabajando ya con otros cortometrajes y con un largometraje documental. “Estar nominado”, añade, “significaría un apoyo para estos proyectos futuros".
De momento, lo que ha logrado con ‘El custodio de Bahía Honda’ es estar entre los seleccionados para aspirar a la nominación. Algo que ni se le pasaba por la cabeza cuando echaron a rodar a tenor de su periplo hasta llegar a este punto. Durante el año que estuvo trabajando en Cuba como arquitecto fue "construyendo la producción”, contactando con los profesionales cubanos que se sumaron al proyecto, cerrando la historia, rodándola y luego el montaje se llevó a cabo en España. Con el corto ya listo, volvió a Cuba para mostrárselo al equipo de allí, con “algo de comida en el avión” para poder hacer “una cena de celebración”. Como él mismo dice: “Todo esto llevó bastante tiempo, un poco como se vive la vida en Cuba, despacio”.
En cuanto al recorrido por festivales, lo define como “tremebundo”. Sobre todo para alguien ajeno a la industria y con un primer trabajo a presentar. “Te puedes imaginar lo difícil que es para una persona que ya tiene una cierta edad y que además no viene del mundo del cine. Abrir la puerta por primera vez de los festivales no es nada fácil. Estuvo [el corto] recorriendo todos los festivales hasta que afortunadamente entramos en uno y resulta que tuvimos la suerte de llegar a muchos calificadores para los Goya, cosa que es realmente complicado, y ganar alguno. Todo ese camino fue largo y duro”, resume. Una vez que entró en el primero y ganó, fueron llegando el resto.
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