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Entrevista

Los traductores audiovisuales contra la IA: "Se llama traducción con IA, pero ni es traducción, ni es inteligente, ni es artificial"

Iris C. Permuy Hércules, presidenta de la asociación ATRAE, pone de manifiesto la precarización de un sector, ya de por sí precario, por el uso de la inteligencia artificial

Madrid·
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Iris C. Permuy Hércules, presidenta de la Asociación de Traducción y Adaptación Audiovisual de España (ATRAE)
Iris C. Permuy Hércules, presidenta de la Asociación de Traducción y Adaptación Audiovisual de España (ATRAE) · Fotografía: ATRAE

La Asociación de Traducción y Adaptación Audiovisual de España (ATRAE) entregó hace una semana sus XIII premios en una ceremonia en la que se puso el foco en el uso de la inteligencia artificial en el sector y el daño que está causando en una profesión ya de por sí precarizada. Pasada la vorágine de la gala y una vez lanzada la campaña ‘Por una traducción humana’, Iris C. Permuy Hércules, presidenta de ATRAE, se sienta con Kinótico para dibujar una mapa la situación de la profesión, los problemas a los que están haciendo frente en los últimos años por el creciente uso de la IA en la traducción y el subtitulado y cuáles son sus peticiones.

“La situación, sobre todo para las personas que se dedican al subtitulado, está siendo complicada porque muchas empresas han decidido adoptar subtitulado automático, que dicen que es subtitulado automático, pero realmente lo que es un trasvase de una lengua a otra automáticamente, pero sin tener en cuenta muchos de los parámetros del subtitulado y, por supuesto, lo que es la traducción en sí”, arranca su exposición. Permuy, muy crítica con el uso que se está haciendo de la IA por parte de algunas compañías, argumenta que “se llama traducción con inteligencia artificial, pero ni es traducción, ni es inteligente, ni es artificial realmente”. Y lo explica de manera muy clara. No es traducción porque, apunta, para que se pueda llamar así y no un simple trasvase de una lengua a otra, hay aspectos, como pueden ser el contexto sociolingüístico y cultural, la intencionalidad o los tonos, que una IA no sabe interpretar. A la IA, continua, le faltan “experiencias vivenciales y un ojo crítico que tenga esta sensibilidad para captar este tipo de cosas”.

Tampoco, prosigue su argumentación, son inteligentes “porque son modelos algorítmicos, se basan fuertemente en la estadística. Te van a coger siempre las colocaciones más comunes o las más probables, ¿dónde queda ahí la creatividad?”. Y, por último, en realidad tampoco es artificial “porque se ha alimentado del robo masivo de obras, muchas de ellas sujetas a propiedad intelectual, sin acreditar, sin pedir permiso y sin pagar. Todo eso lo ha alimentado la obra humana, no es artificial”. Además, hay que sumarle que lo que ‘traduce’ una inteligencia artificial debe pasar luego por el filtro de un humano que lo arregle. Concluye: "Lo único que es artificial es el marketing que se han montado para vendérnoslo como la panacea".

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