‘Arturo a los 30’, el arte de la patosidad... y de la comedia

Desde la distancia se ve a Arturo enfrente de una iglesia, lleva traje y corbata, denota nerviosismo, pelo en desorden -muy revelador de su personalidad-, le da caladas a un porro. Lo último que quiere Arturo es estar allí, pero le obligan fuerzas mayores, y es que Dafne, su mejor amiga, se casa. A la ceremonia le seguiría la celebración. "Ese fue el peor día de mi vida“, se le escucha en off. Es marzo de 2020, ¿qué puede salir mal? Pues todo.

Dirigida, protagonizada y coescrita por Martin Shanly, la promesa es una comedia, y se cumple. Esta producción argentina presentada en la sección Forum de la Berlinale, aparte de la cadena de errores, mantiene un buen ritmo así como un tono agridulce, rehuye de los chistes fáciles y de doble sentido, no busca la risa floja ni mucho menos la que ruboriza. A lo largo de la historia se apela a diferentes recursos para generar la comicidad, siendo clave el buen desempeño actoral, con Shanly, Camila Dougall y Julia Azcurra, entre otros.

Shanly y los coguionistas Ana Godoy, Federico Lastra y Victoria Marotta, arriesgan con la estructura del relato, la cual consiste en un entramado de saltos al pasado -la mayoría a partir de dibujos que ha hecho Arturo en su diario-, para luego volver al presente, a ese día de marzo. Solo los espectadores sabemos el futuro pandémico, y allí se encuentra otro gran recurso. También asumen el riego de sumergirse oportunamente en las profundidades del caos personal y existencial de Arturo, y ¡vaya la manera genial como lo hacen!

Después de 'Juana a los 12‘ (2014), la disfrutable 'Arturo a los 30‘ es el segundo largometraje del multifacético Martin Shanly. Sin dudas, un realizador que destaca en el difícil arte de hacer comedias que funcionan como un artefacto de relojería.