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Crítica

'Los anillos de poder' no se pliega a las críticas y rehuye el 'fan service' en su segunda temporada

La serie basada en la obra de Tolkien, que se enfrentó a duras críticas en su primera temporada, se disfruta más no pidiéndole literalidad y dejándose llevar a su mundo

Madrid·Actualizado: 28.08.2024 - 13:00
Fotograma de la segunda temporada de 'Los anillos de poder', con Charlie Vickers)
Fotograma de la segunda temporada de 'Los anillos de poder', con Charlie Vickers) · Fotografía: Prime Video

Cuando se estrenó la primera temporada de ‘Los anillos de poder’ (en 2022 y coincidiendo en su emisión con 'La casa del dragón'), la serie basada en la venerada y casi sagrada obra de J. R. R. Tolkien pasó por lo que cabría esperar. Las hordas de fans de la Tierra Media ofendidos con la adaptación firmada por Patrick McKay y J. D. Payne salieron cual orcos espoleados por Sauron o hobbits privados de su segundo desayuno del día a cargar contra la serie proclama en los titulares como la más cara de la historia de la televisión. La criticaron con dureza en parte porque no era fiel al pie de la letra al material original y porque quienes convirtieron en imágenes la historia previa al viaje de Frodo y la Compañía del Anillo se tomaron según qué licencias con algunos personajes. Muchos parecen olvidar que ‘Los anillos de poder’ es hija de su tiempo en lo que a diversidad y representación se refiere y que adaptar significa eso, adaptar, acomodar, ajustar…

La segunda temporada, cuyos tres primeros episodios se estrenan mañana en Prime Video y a los que los medios han tenido acceso previo, sigue los mismos derroteros tomados por la primera. Hace caso omiso a esas críticas, se centra en lo suyo y despliega una cara aún más ambiciosa para continuar el viaje de sus personajes principales: unos aún ajenos a la gran revelación sobre Halbrand (Charlie Vickers) y otros evitando que este -sabiendo ahora que es Sauron– cumpla sus malvados planes de oscuridad para la Tierra Media. Y mientras todos mantienen la lucha por su supervivencia personal y la de sus seres queridos o allegados enfrentándose a dilemas tan universales como reconocibles, el guion sigue introduciendo cambios e invenciones con respecto a lo escrito por Tolkien. Decisiones que no gustarán a los más puristas, pero que, si se miran aislándose de toda esa nube ruidosa y se observan apartándose de la fuente original (o incluso desconociéndola), en su mayoría funcionan.

Pueden gustar o convencer más o menos según qué líneas argumentales, pero el hecho de que ‘Los anillos de poder’ no se pliegue a la literalidad otorga a la serie un plus de interés e intriga. Sin entrar en el infructuoso debate de si es una buena o mala adaptación, lo que sí es la gran apuesta por la fantasía de Prime es un título notable. Porque ofrece entretenimiento; en su segunda temporada coge velocidad una vez presentada en la primera su complicada red de personajes; cuenta con un abanico de protagonistas tan amplio y heterogéneo que facilita al espectador encontrar en quién volcar su interés y preocupación por lo que le suceda y su inquina; y, tema no menor, es muy bonita de ver. Los millones lucen en pantalla. Aunque no lo hagan siempre al gusto de todos y, en ocasiones, el escenario abuse de los efectos perdiendo cierta naturalidad. Pero, claro, ¿cómo se recrea la Tierra Media sin recurrir a ellos? Y hay alguna caracterización en este arranque de la segunda tanda que podría mejorarse en cuanto a prótesis se refiere.

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