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Crítica | Series

'Dept. Q', un estudio en torno a la culpa, la redención y las mentes quebradas disfrazado de thriller

Scott Frank ('Logan') firma la adaptación de las novelas del danés Jussi Alder-Olsen trasladando la acción a Escocia y con un Matthew Goode que derrocha sarcasmo

Madrid·Actualizado: 02.06.2025 - 04:57
Matthew Goode en un fotograma de la serie 'Dept. Q'
Matthew Goode en un fotograma de la serie 'Dept. Q' · Fotografía: Netflix

Hay algo de magnético en la propuesta argumental y formal de Scott Frank con ‘Dept. Q’, serie con sello británico y para Netflix que ha cogido el material original, las novelas firmadas por Jussi Alder-Olsen y ambientadas en Dinamarca, para llevarlas su terreno. Esto se traduce en convertir el personaje principal en un policía londinense, Carl Morck, que ejerce en Edimburgo, donde se mudó por un amor ya finito. En el papel principal, un Matthew Goode que saca brillo, a base de gestualidad, sarcasmo y unos diálogos tan bien escritos que destilan naturalidad, a una historia cargada de personajes de mentes rotas que lidian con la culpa y buscan la redención tanto externa como interna.

Ha contado Scott Frank, director y guionista principal en ‘Dept. Q’ y nominado al Oscar gracias al libreto de la mejor película de Lobezno hasta la fecha, ‘Logan’, que la idea de llevarse a tierras de Robert the Bruce la historia de Carl Morck fue del productor Rob Bullock. Es imposible saber cómo habría sido la adaptación de estas novelas de haberse mantenido su ubicación original, pero lo cierto es que el resultado es una interesante visión del paradigma del antihéroe en un espacio poco explorado por la ficción como es Escocia. Con su particular luz, su clima inestable y sus embriagadores escenarios, amén de ese acento tan imposible como exuberante, el guion saca punta, sin ensañarse, de la idiosincracia propia de una región donde sus habitantes tienen un pasado con los ingleses lanzando algún que otro dardo dialéctico al londinense protagonista.

Morck es un cretino la mayor parte del tiempo. Sus aires de superioridad hacen que casi camine tres palmos por encima del suelo, una sensación a la que contribuye la altura de Goode, que suma sus habilidades y carisma a la construcción de un personaje que mira a los demás por encima del hombro. Se cree mejor que el resto y, en muchos sentidos, al menos en lo policial, realmente lo es. Pero que tenga razón no hace que sea alguien menos desagradable y, a la vez, tremendamente interesante. Porque si bien en el mundo real Carl Morck sería el arquetipo de persona tóxica a evitar, en la ficción resulta un personaje muy jugoso al que acompañar en su viaje. Y, para sorpresa de muchos, increíblemente divertido instalado en el sarcasmo, su principal arma de defensa junto con la inteligencia. Eso, trasladado a las dinámicas que se establecen con sus compañeros de trabajo, su hijastro, su psicóloga y casi cualquier otro ser humano que se cruce en su camino, tiene cierto punto de diversión.

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