Entrevista
Claud Hernández: "'Cuando un río se convierte en mar' es algo más que una película, es un grito"
Charlamos en profundidad con la protagonista de la nueva película de Pere Vilà i Barceló a su paso por la Mostra de València, donde se exhibe en la Sección Xaloc
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Cinco arduos años de trabajo, una pandemia de por medio y la pulsión más profunda del cine independiente. El nacimiento y desarrollo de 'Cuando un río se convierte en mar', la nueva obra de Pere Vilà i Barceló, no ha estado exenta de altibajos, pero el equipo decidió convertir las adversidades en fortalezas dejando que la película se nutriera del paso del tiempo, de la maduración de sus intérpretes y del reposo y seguridad que otorga la tranquilidad y la templanza. Tras pasar por Karlovy Vary -donde ganó el premio al Mejor Actor para Àlex Brendemüh- y por la Seminci, la cinta desembarca en la Mostra de València. En la ciudad del Turia hemos charlado con su protagonista, Claud Hernández.
La actriz se sienta con Kinótico en el Palau de la Música, recién llegada de la estación de tren tras su triunfante paso por Valladolid. Son muchas las emociones y las entrevistas en una sola semana. Acude a Valencia en representación de un equipo que se ha volcado con la película. "Este realmente es el primer proyecto que he hecho, lo único que como se ha hecho durante cinco años han ido pasando estas cosas [cortometrajes, teatro] por el medio", reconoce Hernández de un proyecto que llegó el primero y con el que ha ido compaginando ya otros papeles. Aunque no se estrenará hasta el próximo año, 'Cuando un río se convierte en mar' sigue su largo viaje por festivales y llegando por primera vez a diferentes audiencias. "He aprendido sobre el amor, la pasión, la dedicación, la paciencia, la preparación y el compañerismo y a confiar, también", admite Hernández sobre un rodaje y un proyecto atípico pero fructífero.

¿De dónde nace la pasión para actuar de Claude Hernández?
Claud Hernández: Qué pregunta más bonita. Es bastante gracioso porque yo de pequeña realmente quería ser diseñadora de moda. Cosía porque cosía mi abuela y ella me introdujo al mundo más artístico. Pero luego me quise apuntar a hacer teatro porque quería hacer amigas. Y ahí descubrí que me encantaba el teatro, que me encantaba el arte dramático. Esto lo hice en Sant Feliu de Guíxols, en un pueblo de por ahí en la Costa de Girona. Y de golpe, claro igualmente pensaba lo que nos dices: “Es un hobby”. Pero me di cuenta de que no, que podía ser una profesión.
¿Qué supone este proyecto para ti como actriz? ¿Qué significa para tu carrera?
C.H.: Para mí, primero, es como un honor mostrarme al mundo. Porque sí he hecho otras cosas, cortos, obras de teatro, algún que otro largo, pero muy indie… pero claro, este realmente es el primer proyecto que he hecho, lo único que como se ha hecho durante cinco años han ido pasando estas cosas por el medio. Es todo un honor y un privilegio poder debutar con esto. En la presentación siempre lo decimos que es algo más que una película, es un proyecto social, es un grito social, es algo necesario; y por cómo ha sido el proceso y todo es mucho más que una película. El personaje que hago es muy grande y pone el listón un poco alto. A ver qué pasa ahora, pero como tengo muchas cosas que aprender, solo es el inicio. Soy muy joven, quedan muchas cosas y quiero hacer una carrera. Estoy abierta a ver qué me trae el mundo un poco.
El papel que interpretas es duro, nos mete de lleno en el mundo de las agresiones sexuales y, en concreto, en las agresiones sexuales dentro de la pareja, que es un tema que no se trata tanto y que a veces invisibilizamos como sociedad. ¿Cómo fue el proceso de preparación y de investigación para el papel?
C.H.: El proceso en sí fue muy largo. A mí el 2020 Pera (Vilà) me envío el casting. De hecho, ayer colgué en Instagram el correo que envié cuando vi el anuncio del casting, Me llama Vera y me coge, nunca hice un casting presencial. Él solo con las fotos que vio ya me escogió. Primero él me puso al día de todo el proceso que había hecho. Él ya llevaba 3 años con el proceso, por lo tanto, me puso al día de todos los testimonios, con todas las chicas que ya había hablado y es cuando me empezó a poner en contacto con alguna de ellas y empecé a hacer llamadas por Zoom porque justo cuadro con el COVID. Con alguna de ellas, sobre todo con una, aún tengo contacto hoy en día. Lo primero que rodamos fue el juicio que no sale en la película. Para la preparación del personaje Pera me mandó algunos referentes del tono que buscaba, me mandó ‘Juana de Arco’ y yo también para prepararme el juicio, me miré el documental de Nevenka y otras películas y documentales, pero sobre todo me basé mucho en hablar con todas estas mujeres y escuchar todos esos audios.
Luego era utilizar un poco mi vida para entender, pero no para actuar, y para empatizar. Y generar todo ese imaginario, porque en la peli hay mucho texto y sobre todo quería como poder crear todo ese imaginario de esa agresión y violencia sexual machista que por ser mujer todas hemos vivido alguna vez. Por suerte yo, como dije en la otra entrevista, no he vivido algo tan fuerte como la protagonista. Fue mucha investigación y probar que me funcionaba y que no. Todo gracias a ellas, porque si no hubiera sido por ellas ni de coña hubiera hecho lo que he hecho.
¿Cómo es Pere Vilà como director? ¿Cuánta libertad os da en el set de rodaje?
C.H.: Un montón, para empezar el guion no tiene acotaciones. Eso es muy guay porque tienes toda la libertad. La única regla de juego es el diálogo, porque para él como todo el diálogo sale de experiencias reales toda la película es un collage de todas las conversaciones que hemos tenido. Por ejemplo, la escena en la que está todo oscuro, en la que se cuenta lo que ha pasado, es de un caso real. La agresión es de otro caso real. Todo es un collage. Y él como director nos da esa libertad. Al no haber acotaciones toda la escena de la discusión con Brende (Àlex Brendemühl) no estaba nada pautado. No hacíamos mecánicos, no hacíamos ensayos. Simplemente él [director] tiene también una sensibilidad muy bonita. De hecho mucha gente se ha sorprendido que él sea un hombre y nos dicen: "Buah, tiene una sensibilidad muy femenina la película." Al final él ha sido el canal para ellas [las mujeres que aportaron su testimonio].
¿Cómo has ido trabajar con dos tótems de interpretación como son Àlex Brendemühl y Laya Marull?
C.H.: Me daba mucho miedo, la verdad. No voy a mentir, me da mucho miedo. No había actuado nunca con alguien tan grande. Piensas en Laia en ‘Te doy mis ojos’ y de Àlex he mirado muchos de sus trabajos y pensé: "Wow.". Pero Pere muchas veces me decía: "No te compares, no lo pienses." Son personas. Y para no caer en ese miedo servía mucho esa sobre preparación. Como estoy tan habitada con todo, estoy tan habitada en el trauma, estoy tan habitada con todo lo que me han dicho ellas; ponía el foco en lo que realmente importa, que es todas estas historias que se me han compartido y no ponía el enfoque en eso, porque si no me iba a sacar y ya no estaría Gaia, estaría Claudia; ya no estarían ellas, estaría el ego.
En general fue muy bonito porque con Brende no hicimos ningún ensayo antes y no lo había visto nunca. Por lo tanto, es muy fuerte, de hecho, lo hablamos el otro día en Valladolid, como sin conocernos de antes se creó una conexión instantánea. Somos padre e hija, no es tan fácil construir eso a veces y es algo que nació solo. Y con Laia pasó lo mismo. Con Brende fueron 5 días de rodaje y con Laia solo fue un día de rodaje. Me acuerdo de que estaba en la casa donde se rodó todo, la casa del del pueblo, y estaba en una habitación ahí sentada sudando su gota fría. Y justo llega la Laia superbonita, hablamos y lo rodamos. Con Laia fue todo que naciera en el momento. Dejarnos llevar por lo que pase en ese momento.
El personaje de Bruna Cusí es muy diferente, funciona como detonante de la historia, pero es un personaje más de acompañamiento. Las dos aprendéis en el camino. ¿Cómo fue trabajar con Bruna Cusí esa parte de la historia?
C.H.: La quiero un montón a Bruna. Ha sido como una hermana y, para mí, lo es. Su personaje es muy bonito. Con mi personaje se ve mucho este abuso sexual físico, esta violencia más física. Y en el caso de Bruna es toda esa violencia psicológica que ha vivido la madre. De hecho, hay una escena que no se ha montado en la peli que en la que me cuenta, mientras caminamos por debajo de los puentes de Girona, que a su madre en la ficción se da cuenta al mirar un álbum que no sale nunca en las fotografías. Y es porque el padre había manipulado a la madre de cierta manera para que ella siempre haga las fotografías y era una manera para que ella nunca saliera en las fotos. El personaje de Bruna muestra todo eso. Muestra esa culpa que a veces puede vivir una hija o un hijo cuando su madre ha pasado por esas situaciones y no se dan cuenta.
Trabajar con Bruna fue un regalo y fue una conexión muy mágica y rápida. Yo nunca tuve un guion entero de la película. Es como que he ido construyendo el guion, ahora tengo como todo lleno de bloques de guiones en casa como un puzle, como un collage. (…) Ha sido un proceso donde todos hemos transformado y hemos crecido.
¿Qué has aprendido como actriz, y cómo persona, rodando ‘Cuando un río se convierte en mar’?
C.H.: He aprendido un montón. He aprendido sobre la vida, sobre lo afortunada que soy, sobre el coraje. Muchas veces, sobre todo cuando te pasa algo en la vida como a ellas, o a cualquier persona, tú puedes ser víctima de ese momento, pero luego ya no eres víctima, eres una superviviente de lo que te ha pasado. En este caso pues es una violación, una vivencia de violencia machista, pero también puede ser cualquier otra cosa que te haya pasado en la vida. Y he aprendido sobre todo esa fortaleza, esa decisión de decir: "No, voy a ser una superheroína de lo que me ha pasado y voy a ayudar a los demás”. Es precioso. También he aprendido sobre el amor, la pasión, la dedicación, la paciencia, la preparación y el compañerismo y a confiar, también. Porque vivimos en un mundo muy hostil y confiar en la humanidad y la humildad es lo más importante.

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