Entrevista | Festival de Huelva
Mayra Hermosillo, directora de 'Vainilla': "Duele un montón no poder dar a toda la gente el dinero que te gustaría pagarles"
La actriz mexicana convertida en directora no se imaginaba el extraordinario recorrido de esta ópera prima inspirada en su infancia: de Venecia a Huelva
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Cuenta Mayra Hermosillo (Torreón, México, 1989) que tenía una deuda pendiente con el Festival de Huelva de Cine Iberoamericano: “Inscribí un corto aquí y no quedó”. Narra que se sobrepuso a la tristeza y que se propuso “volver a intentarlo”, aunque no le pasó por la cabeza que su segunda intentona sería con ‘Vainilla’, su gran debut en el largometraje, cuyo estreno mundial lo tuvo en la Mostra de Venecia, concretamente en la sección paralela Giornate degli Autori, donde ganó el premio a Mejor guion (Authors under 40) Hermosillo opta pues al Colón de Oro en una sección en la que el cine mexicano se luce.
Para la actriz (conocida por ‘Narcos: México’, ‘Pedro Páramo’, ‘El norte sobre el vacío’) convertida en directora, ‘Vainilla’ es más que una película, ya que en la historia desarrollada a finales de los 80 centrándose en la niña Roberta (interpretada por Aurora Dávila) y las mujeres de su familia que le acompañan, se encapsulan los recuerdos de la infancia de Mayra. La gran conexión que se entabla entre esta cinta y el público mantiene a su directora y guionista en un constante estado de ensueño abrumador. “Sigo sin entender lo que está pasando con la película”, describe Hermosillo, “no la hice con la intención de festivalear ni de que tuviera lo que está teniendo”.
Lejana y desdibujada queda la anécdota de la cadena de negaciones a la que se enfrentó Mayra Hermosillo cuando presentaba el proyecto; en Impulso Morelia (en el marco del Festival Internacional de Cine de Morelia, es un programa de reconocimientos y apoyos para concluir, promocionar y visibilizar proyectos cinematográficos), aún en desarrollo, un ‘cazador de proyectos’ (si es que se le puede llamar de esa manera) se fijó en ‘Vainilla’; al percatarse de su potencial, pidió “un voto de confianza” para llevarla a Venecia. Desde su estreno en el certamen italiano ha saltado a varios países y festivales, donde ha cosechado buenas críticas y reconocimientos.
“Me conmueve muchísimo”, resumía sus emociones Hermosillo en Huelva, donde también llega como protagonista de ‘Un mundo para mí’ (de Alejandro Zuno), “no me atrevería a decir cómo se tienen que hacer las cosas, sin embargo, siento que sí es una invitación o un recordatorio a hacerlas desde el corazón”. En ese camino fue imperioso trazarse una hoja de ruta sencilla como contar la historia que quería y, de una manera particular, sin temer a equivocarse. “Me da muchísima tristeza cuando escucho a productores o directores diciendo: ‘Esta película se tiene que reescribir porque la plataforma busca esto, o porque en los festivales buscan aquello’. Y la verdad es que ¡no!, porque necesitamos volver a conectar con lo auténtico, con la humanidad, y siento que lo estamos perdiendo, incluso en lo que más nos gusta hacer”, sentencia.
¿Cómo se hace para mantener en una profesión tan difícil, tanto la de actriz como la de cineasta, el espíritu de ‘voy a llevar el pelo suelto y voy a hacer lo que quiero’, como la canción de Gloria Trevi incluida en ‘Vainilla’?
(Ríe) Pues fíjate que ha sido complejo. Llegué a pensar que esta industria no me iba a abrir la puerta porque no soy esa belleza despampanante de la televisión, que era mi referencia. Mi familia, mi madre, mis amistades y la gente con la que me he relacionado me han invitado a seguir siendo yo. Ha sido un constante trabajo de valores que te acompañan en la vida, y que te hace abrir o cerrarte camino, o cambiarlo. Ha sido bonito poder dejarme ser, y también vivir las consecuencias de dejarme ser.
‘Vainilla’ es de y sobre mujeres. Toca temas que nos conciernen como la apreciación del cuerpo, el lugar en el mundo que tenemos. ¿Qué tan importante ha sido apropiarte de estas narrativas, y con una perspectiva feminista?
El feminismo lleva muchos años abriendo historia, pero hace pocos años que realmente soy consciente de todo este discurso, de este movimiento, de esta experiencia de ser mujer con conciencia. Recuperar a mi familia en el guion, en la filmación, en la postproducción y luego en pantalla grande, ha sido redescubrir esa feminidad, y a esas mujeres desde diferentes lugares. Empezó desde un juicio, me fue fácil hacer juicios a estas mujeres, sentí una frustración y una desesperación de no entenderlas, de no saber por qué eran como eran, y ahora culmina en un ‘hicieron lo mejor que pudieron’; claro que generaron heridas, porque como mujeres también somos capaces de lastimar, de herir, pero también somos capaces de amar de una manera bastante particular. Me cuesta mucho reconocer un discurso feminista porque lo viví enteramente, crecí con puras mujeres, entonces la diferencia entre generaciones, discursos y vivencias la tengo muy arraigada. No veo a la mujer como una heroína, sino como un ser humano con capacidad de error y de acierto, de amar y de odiar.
¿Qué tan determinantes han sido los ‘noes’ que recibiste como actriz para tomar el camino de la dirección?
Eso ha sido muy determinante. Llegué a hacer castings y era ‘no, no y no’, entonces me pregunté si ese ‘no’ me está mostrando el camino que de verdad me toca. Es un hecho que yo quería contar historias, pero me propuse no aferrarme a algo que tal vez no era desde donde lo tenía que contar. Empecé a escribir cortometrajes (‘La piel de Lucía’, ‘Me quedo aquí’), curiosamente al primero le fue muy bien, y dije: ‘Caray, pues creo que tengo que seguir explorando por aquí’. Y en el momento en el que empecé a escribir, la actuación se empezó a abrir camino. No sé si fue también esta ansiedad que da el no lograr, o el que quiere ser algo y de pronto soltarlo; dialogar con otras áreas de posibilidad me hizo entrar también a la actuación desde un lugar ya no de ‘tengo que ser’, sino desde el ‘vamos a aprender a hacer’.

Cada proyecto me ha ido enseñando que hay que ir moviendo, subiendo, bajando, cómo te relacionas con el 'crew', con la cámara, y cómo te relacionas contigo en cada personaje. [El rechazo] fue tan determinante que ahora veo lo rico que es navegar dentro y fuera, atrás y delante. También se genera un respeto muy diferente con la familia creativa, y estas cosas que tenemos los actores y las actrices de merecimiento, ese ‘merezco, merezco y merezco’, de pronto se vuelve una cosa de ‘sí, tú y todos merecemos’. Todo eso me ha cambiado un montón.
Te ha tocado también aprender de la industria audiovisual. ¿Cuánto te ha costado aprender que esto es también un negocio?
Se me rompió el corazón, y sigue roto. Esto lo empecé con una de mis mejores amigas, y esa relación se rompió, se terminó por muchas cosas que sigo sin entender. Hay gente que busca el dinero, otros alimentar el ego. Es muy doloroso. Me encantaría que no existiera el cliché de que el productor y director se pelean, que las cosas fueran tan diferentes, que hubiese un encuentro realmente humano, pero es muy complejo y no sé explicar por qué.
A ‘Vainilla’ le está yendo muy bien y aún así pareciera que no existe el interés de quienes tendrían que tenerlo para seguir acompañándola. Pero claro, en las alfombras rojas todo el mundo quiere estar, aparentar y pretender. Este es un mundo nuevo, pero no me atrevería a pararme en una alfombra roja si no quiero el proyecto, si le he tirado mierda. Es muy fuerte, y son cosas que ni siquiera puedo hablar todavía porque luego no sabes qué consecuencias pueda tener la película, pero es tristísimo.
Por otra parte, ‘Vainilla’ se hizo con muy poco presupuesto, lo cual duele un montón porque no le puedes dar a toda la gente el dinero que te gustaría poder pagar, para que lleguen a su casa tranquilos, tengan para la renta, para invitar a cenar a quien quieran. Pero agradezco mucho que hayan confiado en el proyecto. Mucha gente nos unimos para hacer ‘Vainilla’, pero ahora ella está ahí abriéndose camino y diciendo: 'Esto soy yo por toda esta gente que viene detrás'.
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