Entrevista | Festival de Huelva
Victoria Franco dirige 'Doce Lunas': "Estoy muy orgullosa de pertenecer a un cine mexicano donde hay muchas directoras"
Con su debut en solitario en el largometraje, deja constancia de sus ambiciones temáticas y estéticas a su paso por el Festival de Huelva de Cine Iberoamericano

No siempre el descenso al infierno conlleva un boleto sólo de ida. De ello da fe Victoria Franco en ‘Doce lunas’, su debut en solitario en la dirección. “Es muy bonito que esa mujer resurja”, bordea el spoiler la cineasta mexicana que eligió a la conocida actriz Ana de la Reguera para interpretar a Sofía, a quien seguimos en ese viaje emocional y visceral al inframundo. Sin embargo, “la película termina con muchas notas de esperanza”, afirma la cineasta, que se dispone a concluir un capítulo en su carrera artística. Una década de gestación de este proyecto producido por Teorema, estrenado mundialmente en Tribeca, que luego ganó el Premio Mezcal del Festival de Guadalajara (México) a Mejor Dirección y Mejor Fotografía, y que ahora entra en la contienda por el máximo galardón que otorga el Festival de Huelva de Cine Iberoamericano.
Durante años dedicada a la producción de varias de las películas de Michel Franco, con quien también codirigió hace más de una década ‘A los ojos’, Victoria Franco deja constancia en su película de sus ambiciones tanto temáticas como estéticas. “Soy una rebelde social, me siento muy orgullosa de ello, y espero seguir siéndolo por el resto de mi vida”, admitía en esta entrevista, destilando precisamente ese espíritu que permea en ‘Doce lunas’.
¿Qué tienen los Franco que siempre están perturbando, poniendo dedos en las llagas con un cine que incomoda?
Hablamos de cosas muy humanas, y creo que por eso puede llegar a perturbar o la gente se puede identificar mucho, porque son temas universales. Hoy en día la gente dice: 'No quiero ir al cine porque no quiero sentirme incómodo, prefiero ver algo palomero y pasar el rato'. Queremos hacer un cine que la gente reflexione, que confronte en el buen sentido. No lo hace uno con la intención de provocar, de incomodar, sino de generar empatía y un puente de comunicación.
Tu hermano Michel ha dicho en una entrevista que eres la única persona a la que le muestra sus ideas, incluso antes de convertirse en guion, dice que eres su norte, ¿cómo se ha dado esa complicidad?
Michel y yo somos muy parecidos en formas de pensar, tenemos gustos muy afines en cuanto al cine y a la música, al arte en general, pero vemos la vida de forma distinta. Creo que también por eso se complementa que yo pueda dar una opinión sobre su trabajo o él sobre el mío, pero a la vez muchas cosas que le digo no las escucha, que está muy bien, consejos toma, consejos desecha, y yo igual.
‘Doce lunas’ está protagonizada por Ana de la Reguera, que toma un riesgo absoluto, interpretando a una mujer que desciende a los infiernos y que vuelve a resurgir ¿Cómo fue construir una red de salvamento para ella?
Ana confió en mí y yo en ella porque al elegir a una actriz para que lleve toda la película y que represente todas mis ideas, hay que confiar, trabajar mucho previamente, como también hay que hablar mucho y hacer una red de confianza, una zona de confort donde uno de pronto diga: 'Paro y vámonos por esta otra dirección, o vamos a entender por qué estamos haciendo esto'. Ana cuestionó mucho al pedirle ciertas cosas, y cuando vio que había una justificación humana se entregó en todos los sentidos. De parte de las dos hubo una confianza, un cariño, una relación de reciprocidad y de respeto muy importante.

Uno de los detonantes de la trama es una maternidad frustrada, como también la exigencia eterna hacia las mujeres. ¿Cuál es la importancia de estas historias, de adueñarse de narrativas para contar eso que todavía sigue existiendo en la sociedad?
Es increíble que en el 2025 todavía existan estas exigencias, estas demandas a la mujer, y no solo tener un hijo, ya que si tienes uno, pues ten dos, luego ten tres…, o sea, nunca es suficiente para una mujer. Llamo a cuestionarse en la vida, a hacer una pausa y detenerse a preguntarse: ¿Estoy haciendo lo que quiero o lo que los demás me demandan? Cuando uno busca complacer a los demás y llenar las exigencias externas, es cuando peor le va en la vida. Y no lo digo por falta de generosidad o por falta de amor, sino porque en la vida uno viene a realizarse, y no a decir: ‘Si una mujer no es madre, no está realizada, si una mujer no es madre, no está completa’. Así nos dicen muchas veces las abuelas, las madres, gente de otra generación, y muchas veces creo que las mujeres van por un camino errado, buscando complacer esas demandas sociales.
En el cine también existe esa exigencia, eres cuestionada por personas fuera y dentro del set de rodaje. ¿Cómo ha sido lidiar con estas circunstancias?
No fue fácil. En México hay mucho machismo todavía, en el cine hay mucho machismo, te cuestionan porque es tu ópera prima, por ser mujer y les cuesta trabajo recibir órdenes de una mujer. No lo digo por todos porque, por ejemplo, Sergio Armstrong, mi fotógrafo, es el más generoso, no se fija en nada de esas cosas, pero sí me tocó trabajar con otras personas que se sentían molestos, intimidados. Las mujeres tenemos que seguir trabajando, seguir siendo independientes, y no cumpliendo las convenciones sociales que se nos exigen, además de ser bonitas, no envejecer, no engordar, ¡si una es mamá no puedes engordar! Son muchísimas cosas que parecieran frívolas y banales, pero que sí nos pegan.
¿Cómo ha sido redescubrir a la Victoria Franco directora?
No tengo una idea muy clara de quién soy, cosa que me da gusto porque siento que todos los días nos estamos redefiniendo, conociendo, quien dice que se conoce muy bien, pues que nos pase la receta, que nos diga cómo le hace. Me gusta mucho ser directora, lo traigo conmigo, en todo momento estoy pensando en imágenes, en ideas, en nuevas inspiraciones, y me siento muy feliz de estar cerrando un ciclo porque esta película me tomó hacerla 10 años, y es momento de pasar a lo que sigue. Ya estoy escribiendo mi próximo guión, y me siento feliz de comenzar de nuevo.

‘Doce lunas’ es en blanco y negro, ¿cómo fue la creación de las imágenes con Sergio Armstrong?
El cine es fotografía en buena medida y también es sonido. Trabajar con Sergio fue un regalo inmenso y más en mi ópera prima porque es un gran intérprete. Muchas veces yo no sabía cómo expresarme, cómo decirle lo que quería, y se lo decía a veces con puras señales, con miradas. Sergio tiene una sensibilidad y una amplitud emocional tan grande, que entendía perfectamente, cuestionaba cuando tenía que cuestionar, y cuando no, se dejaba llevar de una forma muy mágica. Hubo duende. Poníamos la cámara en un lugar y luego él la movía para acá un poco más, y quedaba el plano más bonito al que había imaginado. Por eso, soy directora y no fotógrafa. Se agradece su humildad, su nobleza y su generosidad porque de pronto puede haber en este mundo pretensión, y si no te sabes expresar bien, entonces no sabes de cine, si no sabes de lentes y de óptica, no sabes de cine, pero Sergio no es así.
‘La Llorona’ atraviesa tu película, pero ¿qué significa esa canción en ‘Doce lunas’?
‘La Llorona’ tiene que ver con el duelo, con la pérdida. En mi película hay una frustración de parte del personaje de no saber manejar el duelo, de no saber cómo enfrentar la pérdida de su mamá, y creo que por eso vive tan en solitario, se siente tan abandonada, porque no tiene esa figura femenina que la cobije, que la quiera, que le diga, ‘No, no es por aquí el camino’. ‘La Llorona’ está llena de nostalgia, de melancolía, de referentes folclóricos de México y Latinoamérica, y llega al corazón. Para mí un momento clave de la película es cuando el coro interpreta ‘La Llorona’, entonces es cuando digo: ‘Me siento realizada y feliz con lo que hice’.
Desde aquí el cine mexicano luce como una cinematografía variada y que goza de buena salud. ¿Eso es una ilusión?
¡No, para nada! Es una realidad y lo que falta todavía es muy prometedor. Estoy muy orgullosa de pertenecer a un cine mexicano donde ahorita hay muchas directoras, y además lo siento especial porque ninguna de nuestras películas se parece; no nos copiamos, cada una está haciendo su propio cine, tiene su propia voz.
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