Taika Waititi se mete en varios berenjenales con ‘El peor equipo del mundo’ y no sale bien parado

“Esta historia empieza como todas las grandes historias: con una humillación”, explica el gurú religioso del que Taika Waititi se disfraza para presentarnos un nuevo diorama dentro de su línea de universos coloristas. Después del tour por las galaxias recónditas de ‘Thor: Love and Thunder’, el cineasta neozelandés hace parada en otra población lejana y exótica (según desde donde la mires, claro): la Samoa Americana. La “humillación” a la que apela sucedió en 2001, cuando la selección de fútbol del país perdió 31 a 0 contra Alemania, marcando el récord de la peor derrota de la historia. El partido, que Waititi incorpora como prólogo, da verdadera lástima. Y he aquí mi pregunta: ¿el director, guionista, actor y productor de ‘El peor equipo del mundo’ se coloca bajo el mismo ridículo que los jugadores de la Samoa Americana? ¡No creo!

Primera lección de cine (y de vida): si nos reímos, nos reímos de todes por igual. Después de demostrarnos de lo que la Samoa Americana no es capaz, Taika Waititi nos deja con las versiones de ficción de los jugadores bailando un ritual francamente desairado en medio de un campo de juego (entre ellos, una versión afro del portero, con más sobrepeso que su versión real). Están afeando un baile nativo hasta convertirlo en una serie de poses dignas de mal concurso de cosplay… ¿Deberíamos reírnos? En todo caso, que Waititi se disfrace de simpático gurú, siendo perfectamente reconocible tras el mostacho y la toga, es mucho menos violento que sentarnos en nuestras butacas occidentales a mofarse de las apariencias de esta gente. Taika Waititi, que coescribe con el especialista en series de nerds y fútbol con ‘The first team’ o ‘The Inbetweeners’ Iain Morris, pateará el culo a la selección de la Samoa Americana con el beneplácito de que también se mete con el personaje de Michael Fassbender, ese entrenador al que destinan al frente del “peor equipo del mundo”. ¿Pero cumple?

Al llegar a la isla, Fassbender afila sus miradas asesinas para repeler las simpatías locales –unos días atrás, lo veíamos como ‘The Killer’ en la nueva película de David Fincher, cuya frialdad aquí parece parodiar de manera directa–. Semanas más tarde, la convivencia con la población isleña habrá vuelto su carácter más relajado y humano, sobre todo gracias a una necesaria mediación del presidente del club (el samoano Oscar Kightley), más euro-friendly.