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Crítica desde el Festival de Toronto

‘Dicks: The Musical’, una locura queer deliciosa hija de su tiempo

Aaron Jackson y Josh Sharp convencieron a Larry Charles (‘Borat’) para dirigirles en el primer musical de A24, una comedia de culto ya desde su génesis

Toronto·Actualizado: 12.09.2023 - 04:22
'Dicks: The Musical', dirigida por Larry Charles
'Dicks: The Musical', dirigida por Larry Charles · Fotografía: Courtesy of TIFF

Trevor (Josh Sharp) y Craig (Aaron Jackson), protagonistas de 'Dicks: The Musical', son tan heterosexuales que no lo creeríais nunca. Lo son tanto, que no pueden dejar de arrancar sus mañanas con un número musical acerca de las altas capacidades de sus miembros reproductivos. Lo son tanto, que se les antoja una terrible derrota ocupar cualquier sitio que no sea arriba (on top), ya sea en lo empresarial o en todo lo demás. Lo son tanto, en definitiva, que solo encontrarán su verdadera alma gemela delante del espejo. Podrá sonarnos narcisista o incestuoso, claro, porque pronto Trevor y Craig van a conocer la existencia del otro. Descubrirán gracias a un colgante en forma de corazón partido que, además de rivales en la empresa de venta telefónica de componentes de Roomba en la que trabajan, también son hermanos gemelos separados al nacer. Y Trevor y Craig se gustan mucho.

Pero la felicidad fuera de las estructuras familiares normativas nunca es posible. Por eso los hermanos urden una estratagema similar a la de las dos mellizas interpretadas por Lindsay Lohan en ‘Tú a Londres y yo a California’ (Nancy Meyers, 1998), quizás con la única diferencia de que, por muy gemelos que se reconozcan, se parecen como un huevo a una castaña. ¡No importa! Trevor y Craig deciden tomarse unas largas vacaciones de su empresa de piezas de aspiradora, regentada por la girlboss Megan Thee Stallion (sí, la artista gobierna en la oficina gracias al gozoso arte de denigrar a los hombres, como canta en 'Out-Alpha the Alpha'), y arreglar su comprometida situación familiar. Recordemos: el problema es que sus padres se divorciaron.

Por ello, van a disfrazarse del otro para tratar de convencer a papá y a mamá de que vuelvan a salir. Poco importa que papá (Nathan Lane) se defina ahora como un “hombre normal homosexual” y viva con sus dos acompañantes en calzoncillos, los sewer boys, una especie de extraterrestres-pepinillo con dentadura que viven empapados de baba y bilis. Tampoco importa que mamá (Megan Mullally) reniegue de los hombres, se haya convertido en una maestra del vibrador y haya perdido la vulva, ahora un apéndice volador, simpático e independiente. La cuestión es que, tras mucha estratagema y carrerillas a lo Benny Hill, la familia finalmente se reunirá para jugar a ser felizmente normal, mientras sacuden la normalidad como si de una lata de Coca-Cola se tratase. Esperad a abrirla.

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