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VIDEOCOLUMNA
'La homilía' de Pedro Vallín. Las tribulaciones de Coriolano (del auge y la caída en el poder)
El arco narrativo clásico postula que el poder revela la naturaleza de los hombres, como Tony Montana, pero lo genuinamente humano emerge al perderlo

'Coriolano' no es la obra más famosa de Shakespeare pero sí una de las que con más precisión aborda el mito del hombre al que el poder transforma. Porque Coriolano no era un político sino un héroe de guerra que decide entrar en política apoyado en ese prestigio y ejerciendo el poder desde la autosuficiencia, el desprecio por el pueblo de Roma y la rigidez moral, lo conducirá a la tragedia y el oprobio. El mito es bien conocido y descansa convencionalmente en una frase atribuida a Abraham Lincoln que dice: "Casi todos los hombres pueden soportar la adversidad, pero si quieres probar el carácter de un hombre, dale poder".
Cabría añadir que el corolario moral de este aserto es siempre negativo: todos estamos convencidos de que a nadie ha hecho mejor disponer de un gran poder. De hecho, Platón, en el libro II de 'La República', desarrolló la parábola del anillo de Giges: un pastor encuentra un cadáver en una cueva y arrebata al cuerpo un anillo que otorgaba invisibilidad. Giges aprovechó tal condición para colarse en palacio, violar a la reina, matar al rey y ocupar su trono. El dilema que Glaucón y Sócrates discuten es si los hombres son justos únicamente por el miedo a la sanción y si cabría que alguien cuyo poder lo dotara de impunidad se comportase de forma virtuosa
Efectivamente, Tolkien expolió sin remilgo la idea para contarnos el tránsito de Sméagol a Gollum, y la desarrolló sometiendo a varios personajes al influjo de ese poder. Sucesivamente, Bilbo, Frodo, Boromir y, finalmente, Samsagaz Gamyi. El anillo es pues el vehículo de la parábola de Lincoln, un mecanismo no solo de corrupción sino de desvelamiento de la naturaleza de cada personaje.
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